China, gran depredadora territorial
Bután se suma a los numerosos conflictos por la soberanía de diferentes lugares que enfrentan a Pekín con sus vecinos
Shen Shiwei, periodista de la televisión oficial china CGTN, es el culpable del último conflicto territorial de China. El jueves afirmó en Twitter que su país ha concluido la construcción de un pueblo llamado Pangda y que ciudadanos chinos se han instalado ya en las idílicas casas de dos pisos que se veían en varias fotos. El problema está en que, según la ubicación que Shen señaló en el mapa, el poblado se encuentra en territorio de Bután. Concretamente, a unos dos kilómetros de la frontera internacional y muy cerca del lugar en el que hace tres años tropas de China e India -que protege y guía la política exterior de Bután- se enfrentaron por la carretera que Pekín había ordenado construir en Doklam, punto en el que confluyen los territorios de los tres países.
Shen borró el tuit en cuanto comenzó a convertirse en una gran bola de nieve y el enviado de Bután para India, el general Vetsop Namgyel, aseguró ayer que «no hay ningún pueblo chino dentro de Bután». Sin embargo, el asunto ha reavivado una disputa intermitente: China ya reclama para sí en torno al 12% del territorio del pequeño reino del Himalaya. Ahí se incluyen lugares tan sorprendentes como el santuario natural de Sakteng, ubicado a 27 kilómetros del territorio chino más cercano y que Pekín considera desde junio 'territorio en disputa'.
Como apunta Felix K. Chang, del Foreign Policy Research Institute, China nunca ha reclamado ese territorio en los 36 años de conversaciones que ha mantenido con Bután para demarcar definitivamente una frontera que ha provocado tensiones desde que el gigante asiático se anexionó Tíbet, en 1950. Pekín no reconoció a Bután como Estado independiente hasta 1998, cuando se comprometió a respetar su integridad territorial, pero la reclamación del santuario hace dudar de su propósito real.
India también ha plantado cara en el Techo del Mundo, donde una Línea de Control temporal separa su territorio del chino. El verano pasado se registraron los peores enfrentamientos entre las dos potencias, que provocaron dos decenas de muertos en una pelea a palos y puñetazos que hizo temer una nueva guerra. Una vez más, la chispa que encendió los ánimos fue la construcción de infraestructuras en los aledaños de la frontera, sobre todo de carreteras y edificios que facilitan el acceso y el aprovisionamiento de tropas y que podrían ser decisivos en un hipotético conflicto bélico.
La coletilla recurrente
Siempre que tiene ocasión, China reitera que no tiene ambiciones expansionistas y que no interfiere en los asuntos internos de otros países. No obstante, mantiene abiertos conflictos territoriales con hasta 15 estados y basta con echar un vistazo a la línea de nueve trazos con la que delimita su territorio en el Mar del Sur de China para comprobar que la primera máxima es, cuando menos, cuestionable. De hecho, esa delimitación de su territorio marino se extiende a más de mil kilómetros de distancia desde la costa más meridional del país. Los políticos comunistas apoyan sus reclamaciones en una coletilla que repiten como loros: «El territorio pertenece a China desde tiempos inmemoriales». Tanto historiadores independientes como la propia ONU han negado que así sea, ya que algunos territorios cuya soberanía se arroga el régimen ni siquiera pertenecieron a los reinos anteriores a la creación de China, pero Pekín hace valer su superioridad económica y militar para amedrentar a sus vecinos y provoca incluso tensiones con EE UU, cuya Fuerza Naval se ha propuesto preservar la libre navegación en la zona.
China ha construido bases militares en algunas islas deshabitadas y ha levantado incluso islas artificiales con aeródromos desde los que podrían operar sus aviones. A ese respecto, el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, escribió en junio un artículo en el que aseguraba que China aprovecha cualquier ocasión para «avanzar en la materialización de sus reclamaciones» y que «la presencia de EE UU sigue siendo vital para la estabilidad de la región». Es fácil entender por qué al país más poblado del mundo le interesa extender su territorio: las zonas terrestres que quiere anexionar son estratégicamente relevantes, sobre todo si se tiene en cuenta que India se está erigiendo en su principal rival asiático, y el territorio marino guarda reservas de petróleo y de gas y ricos caladeros de pesca.
Territorios en disputa
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Bután Reclama para sí hasta el 12% de su superficie.
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India Dos zonas al oeste y al este de la frontera temporal entre ambos están en liza.
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Taiwán Pekín reclama toda la isla, aunque Taipéi la gestiona de forma independiente.
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Islas Senkaku El conflicto con Japón por su control provoca tensiones intermitentes.
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Islas Paracelso Situadas frente a Vietnam, están controladas por China desde 1974.
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Islas Spratly Disputadas con Filipinas y Malasia, ha construido infraestructuras en ellas.