Ante la saturación o los daños sufridos por algunos centros médicos, se han habilitado hospitales de campaña en la calle. reuters

«Gracias a Dios y a mi teléfono estoy vivo»

Las historias sobre salvamento milagrosos espolean a la población mientras crecen las dificultades por la saturación sanitariay la inseguridad criminal

Lunes, 16 de agosto 2021, 02:04

«Es gracias a Dios y también gracias a mi teléfono que estoy vivo, porque pude avisar a la gente de fuera dónde me encontraba». ... Marcel Francois, un joven de 30 años que residía en una vivienda de dos plantas en Los Cayos, relata así su encuentro con uno de los tres terremotos más graves vividos por Haití desde 1770. Él se encontraba en la casa con su hija de diez meses cuando el suelo tembló en medio de un ruido ensordecedor y las paredes se abatieron sobre ellos sin ninguna dificultad. «Estoy bajo el cemento, ven a salvarme», alertó presa de la angustia por el móvil a su hermano menor, Job, que se había marchado minutos antes de camino al trabajo. Job y los vecinos pasaron más de tres horas desenterrando escombros con sus brazos hasta que pudieron llegar a Marcel.

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Rápidamente, el joven que sufría una herida en la cabeza y se encontraba en estado de shock, fue conducido al hospital más próximo. Gritaba para poder regresar a buscar a su pequeña. «Pensé que mi hija estaba muerta. Cuando llegué al hospital estaba llorando, estaba resignado», relata Marcel a la agencia AFP. Milagrosamente, sus familiares y vecinos lograron salvar con vida a su hija una hora más tarde. Sin embargo, no pudieron hacer nada por una inquilina de 27 años que había alquilado una habitación en la planta baja, donde falleció sepultada por varias capas de hormigón.

Señales vitales

La historia de Marcel y su hija es de las que animan desde el sábado a los equipos de emergencia y a miles de haitianos a perseverar en la búsqueda de posibles supervivientes en una lucha feroz contra el tiempo. Mientras las retroexcavadoras retirán los grandes bloques de escombro en las localidades devastadas, cientos se personas se aplican a poner el oído o golpear las estructuras a la espera de recibir algún signo vital. Así se ha logrado rescatar a cientos de atrapados en las últimas 48 horas, muchos de ellos heridos que permanecen hospitalizados.

Ahí les esperan médicos y personal sanitario, movilizados por el Gobierno y por organizaciones no gubernamentales. «Nos preocupa la capacidad limitada de atención de las autoridades, quienes tienen las manos llenas con la atención de la pandemia, y ahora los centros hospitalarios se ven inundados de pacientes y heridos», subraya un representante de la ONG World Vision. Médicos Sin Fronteras se ha desplegado también para reforzar la primera línea asistencial en los centros de salud locales, donde se estabiliza a los heridos más graves antes de su traslado a los hospitales, y participar en la recogida de sangre.

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El Ministerio de Sanidad, por su parte, ha enviado lotes de medicamentos a la península del suroeste de Haití, pero su distribución se ve amenazada por la inseguridad que reina en el país y que parece no descansar ni siquiera en estas dramáticas condiciones. La única carretera entre Puerto Príncipe y el sur atraviesa Martissant, una comunidad extremadamente pobre donde las bandas armadas detentan el control e impiden la libre circulación desde hace dos meses.

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