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Javier Martín, residente en Madre de Dios, ofrece su brazo a la enfermera para recibir la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus en la Comunidad riojana. EFE
La primera vacuna del Covid-19 en La Rioja premia la labor de Madre de Dios de Haro

La primera vacuna del Covid-19 en La Rioja premia la labor de Madre de Dios de Haro

Javier Martín y Julia Rioja, residente y cocinera del centro, se convierten en los primeros vacunados de la Comunidad

ROBERTO RIVERA

Lunes, 28 de diciembre 2020, 01:06

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La puerta de entrada a la vacuna Pfizer BioNTech contra el coronavirus, y la puerta de salida a la enfermedad SARS-CoV-2 de la Comunidad riojana, se abrieron ayer de par en par en Haro. Y así permanecerán a lo largo de los próximos meses, un periodo de enorme complejidad logística que se presume largo pero que los residentes y personal del Hogar Madre de Dios saludaron «con emoción, esperanza e ilusión», conscientes de que la progresiva llegada de nuevas dosis a la región irá cerrando una tras otra vías de propagación al coronavirus que ha sacudido durante el último año a todo el planeta, cobrándose hasta la fecha la vida de 1,75 millones de personas.

Sorprendente paradoja. La ciudad jarrera sufrió como ninguna otra el envite inicial de la pandemia en la Comunidad, allá a principios del mes de marzo. Pero, ensombrecida por el trágico mazazo que iba asestando por todos los rincones de su geografía, y muy especialmente entre los miembros de la generación más vulnerable a sus efectos, también encontró en la residencia de la fundación creada por la familia Paternina García-Cid la fe necesaria para creer en su control y erradicación.

Javier Martín, residente de 68 años de edad nacido en Bilbao y con familia en Ollauri, ofrecía su brazo desnudo al equipo sanitario que llegó a las instalaciones del centro, a media mañana y escoltado por un fuerte dispositivo de seguridad, con dosis para iniciar el proceso de inmunización de los treinta primeros riojanos, que recibirán dentro de tres semanas un segundo pinchazo. Y de esa manera asumía «haber hecho historia», dejando claro que no había sentido nada. «¿No hay otro?», preguntaba divertido a las enfermeras. En realidad pensaba en el futuro más inmediato, ése que le permitirá volver a abrazar a su «nietillo, que tiene nueve meses y está precioso».

A rebufo tomó posesión del asiento Julia Rioja, cocinera del hogar y una de las «más veteranas» de una plantilla compuesta por 49 personas que se encarga de atender en la actualidad a 82 mayores. Se prestaba a la inoculación coqueta, rogaba a los medios audiovisuales que la retratasen «favorecida», salada como es, y reconocía, al mismo tiempo, sentirse «orgullosa», confiada en no tener que someterse más al mal trago «del palito» muy de vez en cuando e implicada en la campaña de concienciación sobre esta nueva etapa de la crisis. «Animo a todo el mundo porque hay que erradicar esta enfermedad ya de una puñetera vez». Hablando en plata.

No es casualidad que el Ejecutivo regional eligiera este puesto de mando para iniciar su contrataque. El vallado perimetral del Hogar Madre de Dios-Centros Benéficos Reunidos está fabricado en forja y no es demasiado alto, pero ha conseguido frenar en seco el asedio de la enfermedad. No ha sufrido ni un solo positivo por Covid-19 en sus instalaciones después de diez interminables meses de brega. Que la campaña arrancase allí no deja de interpretarse, por ello, como un reconocimiento a la labor desarrollada por el «excelente equipo» que dirige Patricia Revuelta.

«¿Que cómo lo hemos conseguido?», se pregunta en voz alta la responsable del hogar de mayores jarreros tratando de encontrar la clave por la que la preguntan los medios. «No sé. Hemos seguido de forma muy rigurosa las medidas marcadas por la Consejería de Salud y contamos con un grupo de profesionales del que me siento muy orgullosa porque se ha cuidado tanto dentro como fuera del centro».

No encuentra otra razón para explicar ese logro que premiaba el histórico momento que residentes y trabajadores vivieron ayer, y con el que el Ejecutivo regional confía haber comenzado a escribir «el capítulo final en la lucha contra la pandemia del coronavirus».

Aunque para los abuelos que viven allí no dejaba de ser sino el siguiente paso en una dura travesía que afrontaron allá en el mes de marzo y que condujo a la noche más especial del año.

Sabían desde un día antes que su hogar había sido elegido para abrir la campaña de vacunación y guardaron el secreto. «Pero se les notaba nerviosos», de víspera, y «tremendamente ilusionados», ayer, con tanto revuelo, tanto coche patrulla, tanto sanitario y tanta actividad dentro de un complejo donde prima a diario una relativa calma.

Como los niños en la noche de Reyes porque, según revela Patricia después de la vorágine, «para ellos es el mejor regalo de Navidad. Lo cierto es que nos ha llamado poderosamente la atención la favorable actitud que han mostrado en todo este tiempo porque lo han sobrellevado mejor que los propios trabajadores. Es cierto que han tenido sus momentos de bajón pero es increíble la capacidad de adaptación que tienen. Casi como niños», destacaba la directora de Madre de Dios. «Ahora en lo único que están pensando es en poder volver a abrazar a sus familiares», a los que han podido ver en los mejores casos con racionamiento.

Y eso que algunos se llevaron un pequeño chasco porque «pensaban que les iban a vacunar a todos» pero sólo se inoculó la primera dosis a una treintena de personas, entre residentes y personal de plantilla. «La recibirán en los próximos días, en función de cómo vayan llegando las vacunas» al país. Y esperar, bien pertrechados, unos días más no supondrá ningún problema. Lo han demostrado de sobra.

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