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Se cumplen tres décadas desde el año en el que culminaba un importante proceso de restauración que devolvió su esplendor al retablo de la iglesia parroquial Santiago Apóstol de Ermua. Fue en 1995 cuando esta intervención crucial, a través de un convenio firmado por la Diputación Foral de Bizkaia, el obispado y el consistorio y la desinteresada ayuda de muchos vecinos y vecinas de la localidad, aseguró la conservación de una pieza fundamental del barroco vizcaíno de mediados del siglo XVIII, marcando un hito en la protección del patrimonio artístico local.
Dirigido por Javier De Miguel, el equipo de restauración priorizó la consolidación de los cuatro retablos laterales, la caja del órgano y el majestuoso retablo central.
El objetivo principal fue prevenir el deterioro de la rica policromía y los valiosos elementos escultóricos que componen estas obras de arte instaladas en torno al retablo del siglo XVIII, testigos de la historia, el interés artístico y las necesidades de culto de la comunidad de Ermua.
Las labores incluyeron una limpieza exhaustiva para eliminar la suciedad acumulada, tratamientos de desinfección y desinsectación, la supresión de elementos ajenos y la fijación de la estructura interna y los ornamentos.
Se prestó especial atención a elementos de gran volumen con riesgo de desprendimiento, como el brazo de la Virgen y una destacada nube en el ático. La delicada limpieza de las policromías reveló los colores y texturas originales, eliminando barnices oxidados y depósitos que los ocultaban.
En 1995, José Ramón Valverde, entonces director del Museo Sacro de Bilbao, resaltó la trascendencia de esta restauración para la preservación del patrimonio artístico de Ermua. Este experto describió el retablo mayor en un documento que se preserva en el archivo municipal, destacando que domina la cabecera de la iglesia con su estructura en tres calles, columnas salomónicas y rica imaginería policromada, incluyendo un Cristo del siglo XVI, representaciones de evangelistas y padres de la Iglesia, y una monumental figura de Santiago.
La escena central de la Asunción-Coronación destaca en el cascarón.
Valverde sugirió a Sebastián de Lecuona o José de Zuaznábar como posibles artífices de esta obra de transición barroco-rococó, financiada por el cardenal Orbe, quien no pudo conocerlo acabado, ya que falleció en el año 1740.
Años después, en 1998, José Ángel Barrio, catedrático de Arte de la Universidad de Deusto, calificó el templo de Ermua como un «verdadero tesoro artístico», resaltando especialmente su retablo barroco. Durante una charla organizada por la Asociación Gerediaga, Barrio afirmó que la iglesia poseía «patrimonio suficiente para formar un museo». Aunque se desconoce el autor del retablo, sugirió la posible autoría de Juan Ignacio Urizar, mientras que la imaginería, con figuras de ojos achinados, podría ser obra del cántabro Juan Ontañón.
Además de este escenario central, Barrio elogió las pantallas laterales con imágenes de San José, considerada una figura de gran calidad a nivel nacional, y la Virgen de mármol, donada por el vecino y elaborada en Colonia.
Si bien es un gusto poder ver esta obra de arte in situ, la majestuosidad y dimensiones del retablo no permiten ver al detalle las figuras que lo componen. Por ello, para quienes deseen admirar de cerca la riqueza de esta obra, el Museo de Arte Sacro de Bilbao ofrece una ventana digital a través de su página web retablosdebizkaia.com.
Esta plataforma permite explorar con detalle la intrincada policromía y los elementos escultóricos que componen esta significativa obra del barroco vizcaíno, brindando una oportunidad única para apreciar la maestría, riqueza artística y la historia que atesora la parroquia Santiago Apóstol de Ermua.
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