Una «pluripatología grave e incurable, unida a una afección oftálmica irreversible» han librado a Julián Muñoz de la cárcel. Pero no de sus fantasmas. Alguien ... que está así de enfermo, tanto como para que le permitan cumplir condena en su domicilio, debería tender a olvidar viejos agravios y centrarse en reconciliarse con la vida. Pero o bien Muñoz no se encuentra tan mal (le han dado más de una vez por muerto, y estaba de parranda) o bien ha decidido morirse, como en el tango de Gardel, abrazado a un rencor...
La cosa es que ahora el exalcalde de Marbella amenaza con un documental en el que se ha propuesto largarlo todo sobre su relación con Isabel Pantoja. Por supuesto, desde el resentimiento y el afán de venganza, al estilo de lo que hizo Rocío Carrasco con Antonio David en su docuserie, solo que en este caso más que 'Contar la verdad para seguir viva' sería un 'Contar la verdad para seguir siendo un vivales'. Puestos a emular, le recomendaría a Cachuli que se rape media cabeza y pruebe a lucir un flequillo desmayado a lo Oneto, estética asimétrica que a Rociito le reportó una credibilidad tremenda (no me pregunten por qué). Lo malo de estas amargas memorias es que para triunfar y resultar creíbles necesitan contar con la complicidad de la amnesia colectiva. Quienes conocimos a Rociito en su etapa de Argentona, cuando 'mataba' por Antonio David, hemos tenido problemas para digerir una versión diametralmente opuesta a lo que recordamos. Con Julián Muñoz nos pasará lo mismo. Su letanía de agravios se va a dar de tortas con las imágenes de archivo: los acaramelados paseos con 'su gitana', las exclusivas jurándole amor eterno... Pero hay gente (y para esto hay que nacer) capaz de defender con el mismo ardor y la misma caradura una cosa y su contraria.
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