No sé si habrá otro país en el mundo donde la fiesta nacional se celebre de una forma tan desabrida y asimétrica como en España. ... Cuando viví en Filadelfia, quizás por venir de donde vengo, me sorprendía la devoción con la que muchos estadounidenses colocaban su bandera en el jardín. Luego llegaba el 4 de julio y todo era algarabía, cohetes y barbacoas, lo mismo en Los Hamptons que en el Bronx.
También he asistido varios años a la fiesta nacional de México, conocida como 'El grito', y puedo asegurar que ese día el rojo, verde y blanco de su bandera lo inunda todo. Allí celebra ser mexicano tanto un indio yaqui del desierto de Sonora como un maya de la selva de Yucatán. A italianos y argentinos los he visto muy autocríticos dentro de sus respectivos países, pero henchidos de autoestima nacional en cuanto salen al extranjero.
Aquí en cambio... Yo diría que no hay nada más típicamente español que no sentirse español. Lo mismo ahora descubren que Colón era de Cuenca pero se hacía el italiano... Salvo los muy cafeteros (esos que convierten la identidad en arma arrojadiza y salen a la calle dispuestos a meterte el palo del banderín en el ojo), el grueso de la ciudadanía española anda muy flojita de orgullo patrio, cuando no directamente peleada con lo que dice su pasaporte.
Aquí el 12 de octubre ni barbacoas ni paellas. Todo es desfile militar. Y para colmo este año no ha tenido ni canapés ni corrillos (o sea, lo que interesa). La heredera no ha asistido porque estudia fuera y varios presidentes autonómicos se han ausentado ('porque yo lo valgo'). Hasta la bandera de los reactores salió medio acomplejada. Y no por el morado republicano sino porque ese rojo era fucsia... Me temo que España, más que un buen Gobierno, necesita un buen psicólogo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión