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Verídico. El pavo indultado por Donald Trump se pavoneó cuando éste le dedicó una encendida ovación. Con un gesto muy ‘trumpiano’, el animal estiró el cuello y extendió la cola orgulloso. Ver a Trump aplaudiendo a un pavo ya no puede sorprender a nadie. Choca más ver a su hijo Barron quieto, mirando fijamente a ese pavo con la expresión que ponía Carpanta ante un pollo... Se le ve muy delgado a este chico. Y melancólico. Tal vez esté incubando algún tipo de resentimiento adolescente que en un futuro le lleve a adherirse a un comando antisistema... El caso es que llega Thanksgiving, una fiesta que no nos atañe en absoluto pero que terminaremos celebrando igual que hemos acabado incorporando Halloween o el histérico Black Friday, y el presidente estadounidense se ve en la obligación de indultar a un par de pavos. Este año le ha tocado a Trump ejercer de perdonavidas, y menos mal que justo unos días antes había muerto Charles Manson que si no, con lo empeñado que está en hacerlo todo al revés que Obama, lo mismo va y lo indulta.

Una vez celebré Thanksgiving en Pensilvania, en casa de una familia típica americana... El padre era el principal abogado de la mafia de Filadelfia. La madre, maestra en una guardería. Pasamos una tarde muy agradable, jugando al billar que tenían en el sótano. Yo estaba allí en calidad de amiga del hijo menor y cuando le pregunté cómo es que un hombre tan afable, jovial y entrañable como su padre, capaz de jugar al billar de maravilla sin soltar nunca el vaso de whisky, defendía a esos matones me contestó que alguien tenía que hacerlo. Y que desde que se dedicaba a esa clientela tan selecta el nivel económico de la familia había mejorado notablemente.

Sé que todo esto suena a película. Pero es real. Lo que pasa es que ya no distinguimos la ficción de la realidad. Como esa falsa noticia sobre los tres jubilados intoxicados por el ‘hipohuracanado’ pedo de un hipopótamo en Cabárceno. El propio parque ha tenido que desmentirla después de que se extendiera por las redes y mucha gente llegara a creérsela. ¿Y por qué no? También nos hemos tragado que las flatulencias de las vacas están detrás del calentamiento global... Y pronto, por estas fechas, nos tragaremos el pavo.

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