Miguel Ángel Muñoz desvela en 'El Hormiguero' por qué no prueba las copas: «Nos emborrachamos lo más grande»
El actor presentó la película 'Los futbolísimos 2' y confesó cómo fue la primera vez que probó el alcohol: «Se nos fue de las manos»
Miguel Ángel Muñoz cambia el escenario por el césped en 'Los futbolísimos 2', una aventura donde el fútbol y el misterio se dan la mano. Conocido por su versatilidad frente a las cámaras y su carisma, el actor madrileño se sumerge en el universo infantil más futbolero del cine español, basado en la exitosa saga literaria de Roberto Santiago. En esta película, Muñoz demuestra que no solo sabe moverse en la pista de baile o en las series de prime time, sino que también puede ser parte de una historia que mezcla deporte, amistad y enredos detectivescos… y todo con el balón como gran protagonista. El actor acudió a 'El Hormiguero' para presentar el filme.
«A mí me costaba mucho leer, yo era más de jugar. Si hubieran existido estos libros de aventuras cuando yo era pequeño, estoy convencido de que los habría devorado», confesaba el invitado que reconocía que prefería los tebeos. «A 'Mortadelo y Filemón', 'Zipi y Zape', 13 rue del Percebe'… y de Asterix me lo leí todo. Mi padre era muy fan y los tenía en casa», manifestaba el intérprete que pensaba que su personaje en la segunda entrega de 'Los futbolísimos' era nueva, pero en realidad sustituía a Antonio Pagudo. «Esto es muy bueno. Lo primero, que estoy muy contento de estar en esta película porque es muy familiar y muy divertida. Pero han pasado siete años desde la primera. Ya había caído en que los niños no eran los mismos, y yo soy uno de los entrenadores. No había visto la primera, y trabajé mi personaje haciéndole propuestas al director. Y el primer día de rodaje, me pregunté a mi compañera cómo era su relación con el personaje de Pagudo en la primera película porque en esta hay una trama de amor entre nosotros. Me decía que era igual. Yo comentaba que si, pero que al ser otro personaje el mío… y me dijo que no, que Antonio también hacía de Felipe. Era en único que no se había enterado», reconocía entre risas.
Los largometrajes no se ciñen a la realidad. Este se rodó en pleno verano, cuando la acción transcurría en otra época del año. «Todos los días hacíamos apuestas a ver cuántos golpes de calor y cuantos desmayos había entre todo el equipo de actores, figuración, técnicos…», bromeaba. Miguel Ángel sonreía al recordar su infancia. «Era gamberro, pero en el fondo tenía buen corazón. Me juntaba con los malos, pero yo no era tan malo. Era el bueno de los malos», rememoraba. Eso sí, alguna trastada caía. «Mi madre me dejaba el sábado y el domingo un bocadillo muy grande y un bote de Cola-Cao inmenso. Y yo era muy mal comedor. Escondía la comida por los cajones y los armarios. Y ya estaba bastante limitado porque me habían pillado muchas veces. Ese día, me comí algo del bocata y no podía beberme la leche. Me asomé al balcón interior y estaba la vecina del tercero tendiendo la ropa, y pensé lo divertido que podía ser tirarle un litro de Cola-Cao. Y así fue. Se lo tiré y cuando estaba a punto de impactar en su cabeza y en la ropa, me escondí. Le dije a mi padre que ya había acabado, y sabía que no tenía que mirar por la ventana, pero me pudo la curiosidad. Me asomé y me vio. Subió la señora y se lio», evocaba.
Muñoz es actor de éxito, pero sus primeros pasos se encaminaban al deporte, quería ser jugador del Real Madrid. «Estuve un año en el club. Luego, con diez años, me fui a hacer una película y ahí se quedó mi carrera. Y tengo una anécdota muy constructiva. Estaba en el colegio y por aquel entonces no había móviles. Cuando a un ojeador de un club le gustaba un chaval, escribía una carta para hacerle una prueba. Yo había salido del club, pero seguía jugando como federado. Un día hice pellas, y con unos amigos entramos en una tienda y pillamos unas botellas de whisky y de ron. Y nos emborrachamos lo más grande. Era la primera vez que venía, nunca había probado el alcohol. Se nos fue de las manos. Y cuando mi padre me vio con la que tenía encima, me llevó al hospital. Pasé toda la tarde en el hospital y al día siguiente, con una resaca terrible, fui a la ciudad deportiva a hacer la prueba del Madrid. Jugué fatal y no me cogieron. Y asimilé que el día más importante de mi vida lo había echado a perder por haberme emborrachado. Y desde entonces, nunca más probé una gota de alcohol hasta mis 25 años que empecé a tomar vino. Y, a día de hoy, no tomo copas», descubría.
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