Presentadores de telediario y locutores de radio se enfrentaban ayer al reto de comunicar una noticia luctuosa: la muerte de la marmota Milltown Mel, pocas ... horas antes del Día de la Marmota. Y algunos tuvieron que hacer serios esfuerzos por controlar la risa... Creo que nunca un fallecimiento ha provocado tanta guasa mediática. En el fondo es comprensible, porque eso de que la marmota la haya palmado justo la víspera del único día del año en el que se luce ante el mundo como meteoróloga tiene su puntito de humor negro. Solo espero que algún enloquecido 'fundamentanimalista' (de esos que se alegran cuando un toro mata a un torero) no se dé ahora por aludido y decida vengar semejante afrenta a los roedores esciuromorfos.
La cosa es que ayer en Nueva Jersey tuvieron que cerrar el negocio del Día de la Marmota por defunción y eso introdujo un inesperado cambio en un acto tan invariable e idéntico a sí mismo que, gracias a la famosa película, es ya sinónimo de rutina y de estancamiento. No ha habido marmota en Nueva Jersey, pero no importa porque hoy el Día de la Marmota se celebra a diario. Vivimos encasquillados en viejas polémicas sin avanzar un milímetro.
Whoopi Goldberg teniendo que disculparse por unos (simplemente torpes) comentarios sobre el Holocausto ante una legión de ofendidos suena a Día de la Marmota. La letra de 'SloMo' de Chanel, tan antigua que basa el empoderamiento de la mujer en su capacidad para provocar erecciones, también suena a disco rayado. Igual que Rigoberta Bandini reivindicando la exhibición del pecho femenino en un país donde se practica el toples... Tal vez la muerte de Milltown Mel haya sido una advertencia para que pasemos página de una vez. Yo no descartaría un suicidio.
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