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Es una de esas artistas que han sabido reinventarse e imponerse en la música urbana. Desde que salió de un talent show, Lola Índigo no ha parado de crecer: bailarina, cantante, performer y una auténtica show-woman. Con temazos que triunfan al instante y un estilo que mezcla fuerza, actitud y flow. La cantante acudía a 'El Hormiguero' para presentar su nuevo disco, titulado 'Nave dragón' y, de paso, hablar de su importante gira de estadios, 'La bruja, la niña y el dragón'.
«Dragón es como la máxima evolución del personaje. La niña era la parte vulnerable, nostálgica. La bruja es muy reivindicativa, sentía que tenía que demostrar muchas cosas. Y el dragón es que ya se quién soy y que ahora me siento muy fuerte», apreciaba Lola ante Pablo Motos, que quería saber qué era lo que más le había costado. «El equilibrio entre la vida personal y la profesional. Cuando te encanta tu trabajo y producir cosas, llega un punto en que todo lo que haces en la vida es para alimentar al artista que llevas dentro. Y llegó un momento en el que vi que tenía que cuidar a Mimi también. Hace poco, en terapia, saqué que yo sentía que estaba trabajando para Lola Índigo que no me agradecía que lo conseguía. Y eso es un trabajo diario que estoy haciendo, y de ahí surge también el cambio del color de mi pelo. Quiero que la gente vea un poco a Mimi, también. Estoy encontrando ese equilibrio», contaba ella.
«Es muy bonito meterte en el personaje, pero el personaje disfruta del éxito y yo, literalmente, me siento como que voy con la libretita detrás para seguir dándole cosas que hacer. Es una movida mental», explicaba Índigo sincera admitiendo que quiere un montón a «mi personaje», zanjaba.
La intérprete triunfa, pero hay mucho trabajo detrás. «Hace falta bailar mucho y ser muy disciplinado», advertía Lola. Y no es lo único con que tiene que lidiar. Las letras de sus canciones, por ejemplo, no le hacen mucha gracia a su madre. «Tengo una anécdota. Yo no le conté a mi madre nada sobre la letra de 'Yo tengo un novio'. Y fue al fin de mi gira y se sorprendió. Fue muy gracioso. Estaba descompuesta», desvelaba sobre el tema en el que desgrana las cosas que le hace su novio. «La música es para divertirse y yo soy así», se disculpaba entre risas. Ante todo, franqueza. «Una manera de libertad es expresar tu sexualidad libremente y sin ningún pudor, y decir que disfrutas de esto. Eso no hace ningún mal a nadie», reivindicaba. Y remataba: «A mí no me suena raro cuando lo escucho en la letra de un reguetón de un tío, no sé por qué tiene que sonar raro cuando lo decimos nosotras».
La entrevistada no dudó en aclarar la polémica que suscitó cuando dijo que para ellas, «ir a una fiesta después de un concierto es un deporte de riesgo». «Creo que hay que proteger los espacios de la industria porque es verdad que hay mucho abuso de poder y los jefes hombres deben de ser nuestros aliados para denunciar este tipo de casos porque, muchas veces, hay otros jefes hombres que practican el abuso de poder sobre mujeres que están empezando. Estas cosas suceden mucho. Y hay que denunciarlo», censuraba. E iba más lejos. «Ha habido situaciones en 'after parties'. La gente se mama y pasan cosas, y la gente se tapa los ojos. Yo, si algún día tengo que salir a decir algo para defender a una persona, lo haré. Pero me gustaría que los hombres con poder hicieran lo mismo, que nos protegieran y no se cubran entre ellos», exponía.
Mas problemas. Lola Índigo ya sufrió una cancelación importante en el Bernabéu y desveló que hay más. «No nos quieren dejar hacer el concierto de Barcelona, y lo estoy contando aquí por primera vez porque no he sabido cómo estaba la cosa hasta hoy. Me duele muchísimo. Hay 20.000 entradas vendidas. Son 20.000 personas que han elegido venir a vernos y pagar por ellos. Y el alcalde de Cornellá ha decidido que no quiere hacer más de un concierto al mes, y ese mes está Robbie Williams. Nos ha pedido que lo adelantemos, pero con la producción que tiene es imposible. No llegamos. Y nos ha explotado esta bomba por el simple hecho de que no quiere hacer ruido dos veces. Entendemos totalmente esto, porque es un problema que ocurre en muchos sitios y yo ya vengo de vuelta, pero es verdad que, llegados a este punto, que hay 20.000 personas que han hecho un plan para venir a vernos a Cornellá, estaría guay que le diese una vuelta», sugería.
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