Ion Aramendi recuerda en las Campanadas el regalo de Reyes «que me ha traído hasta aquí»
El comunicador vasco presentó las Campanadas de Telecinco desde Lanzarote junto a la actriz Blanca Romero
Muy emocionado, con ropa interior colorada y un bronceado cultivado en los días previos a las Campanadas, así aparecía Ion Aramendi en Telecinco, al lado de una radiante Blanca Romero que había confesado en redes sociales unas horas antes de la emisión que había sufrido momentos de tensión porque le habían perdido la maleta con el vestido diseñado para la ocasión. Es lo que tiene afrontar el cambio de año desde Lanzarote. La pareja destiló química y buen rollo en una retransmisión sin presiones, la batalla estaba en otros lares.
Y ese relax procuró momentos divertidos como el comienzo atropellado en el que Aramendi estaba solo ante el peligro. «Dónde está la presentadora?», se preguntaba actuando. «No tengo ni idea porque no responde al teléfono», manifestaba. Y se iba a buscarla. La encontraba en el castillo, recién salida de la ducha. «Si falta una hora», protestaba la actriz. Y su compañero le advertía de que estaban en Canarias. «Ay, leches!», exclamaba ella asegurando que estaba en un minuto.
Blanca Romero aparecía con vestido blanco de corte sirena con escote palabra de honor y un lujoso collar de perlas. «Es de Mario Salafranca, un diseñador valenciano», descubría presumiendo de moda española. Aramendi recordó cuando era niño. «Tenía trece años y los Reyes nos trajeron nuestra primera videocámara con la que empecé a hacer mis pinitos y a quitar el miedo a la cámara. Gracias a este regalo estoy aquí», contaba. Su compañera aprovechaba para brindar por los pequeños grandes momentos.
Tras mostrar rituales de la suerte típicos de distintos países del mundo, Aramendi y Romero enviaron un sentido recuerdo a Valencia y los y las afectadas por la Dana. «Estamos con vosotros. En 2025, levantémonos», animaban.
Aramendi se emocionó al máximo recordando a sus hijos y a sus aitas. No pudo evitar las lágrimas y la emoción creció al subir a su mujer al escenario. María Amores llegaba con el teléfono en la mano y una videollamada en directo con sus hijos. Todo salió bien. Está claro que el número de habitación que le había tocado al vasco y a su esposa -«acabado en trece», precisaba ella- en redes sociales, no afectó negativamente al trabajo del comunicador.
