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Pablo Ojeda triunfa con sus consejos sobre alimentación en La Sexta y en redes, donde atesora miles y miles de seguidores. El experto en nutrición se ha convertido en un rostro muy conocido, pero antes de saltar a la fama, su vida estuvo marcada por durísimos episodios que le hicieron, incluso, pensar en quitarse la vida. El culpable, el juego, una adicción que le llevó a vender el coche de su padre para conseguir dinero y por la que estuvo a un paso de quedarse sin un riñón, ya que «me daban 60.000 euros y podía pagar todas mis deudas. Vender un órgano para tener liquidez era una idea perfecta. Llegué a comprar los billetes para irme a Madrid».
El especialista sevillano, que colabora para el programa 'Más Vale Tarde', ha escrito un libro, 'Cuando me alimenté del juego', el que confiesa su ludopatía, una adicción al juego que ha logrado superar tras diez años de rehabilitación, pero con la que va a tener que convivir de por vida. Iñaki López y Cristina Pardo entrevistaron este lunes al popular nutricionista, quien reveló cómo comenzó a jugar a las tragaperras y cómo su desesperación absoluta le hizo hacer cosas impensables.
Fue a los 22 años cuando por «aburrimiento» un día se metió en un casino y empezó a ganar dinero. El salón de juegos en cuestión estaba debajo de su casa, lo había abierto hace poco. Se pidió «una copa», por la que le cobraron 3 euros, y echó dinero «en la maquinita», tras lo que le tocaron 80 euros. Ahí comenzó una peligrosa espiral que le llevó a perder a sus amigos, enfrentarse a su familia y a pensar en suicidarse «varias veces».
Se vio acuciado por las deudas y, completamente hundido, pensó en tirar la toalla en lugar de pedir ayuda. En un desgarrador relato, Ojeda contó que iba por Sevilla con una libreta en la que apuntaba dos cosas: «Los bajos de los puentes donde se podía dormir y los sitios donde te daban podían dar aseo y comida. En mi mente sabía que en algún momento esa circunstancia podía ocurrir», señaló con la voz entrecortada.
Según explicó, el detonante del proceso de cambio «fue cuando vendí el coche de mi padre para conseguir dinero, simplemente para seguir jugando, porque tenía los bolsillos vacíos». Ojeda también desveló que hizo creer a su padre y a la Policía que le habían robado el vehículo cuando en realidad fue él. «Pienso en aquello y todavía me duele». Además, llegó a vender joyas de tu madre, pedir dinero a su abuela y engañar a sus amigos. «Me quedé sin amigos y es lógico», lanzó.
A partir de ahí, comenzó una rehabilitación con la que ha conseguido salir adelante. Llegó a estar ingresado en un centro. Sin embargo, Ojeda afirmó que un adicto al juego nunca lo deja de ser, sino que el objetivo es aprender a vivir sin jugar. «A mí madre no le gusta escucharlo, pero soy ludópata. El día que me relaje, vuelvo a jugar. Lo único que aprendemos es a vivir sin jugar. Mi mente es compulsiva».
De hecho, a día de hoy, sigue luchando contra sus propios demonios: «Si entro en un bar, me pongo de espaldas. No puedo ver las tragaperras», lanzó bajo la atenta mirada de los presentadores del programa que se mostraron muy emocionados por el duro testimonio del colaborador. «Para salir de la ludopatía tuve que cambiar todo. Cuando digo todo es todo: amigos, ambientes, estuve seis años sin ir a un bar. Cambié todo», añadió Ojeda.
El nutricionista andaluz agradeció a Esther, su mujer, «que viva conmigo y que me comprenda» y se mostró especialmente emocionado cuando habló de sus hijas. Reconoció que una de las cosas que más le ha atormentado es recordar cómo ha borrado de su memoria momentos con sus hijas. «Hay un episodio, que lo tengo grabado, con el que siempre me desmonto. Recuerdo que me estaba duchando con mi hija pequeña, y un día mi exmujer me dijo que hacía lo mismo con mi hija mayor. Y en ese momento, que yo estaba en rehabilitación, no me acordaba, no tenía recuerdos de mi hija mayor, y me puse a llorar. No me acordaba de esos momentos con mi hija por la mierda del juego».
Ojeda aseguró que «con coraje, pundonor y rehabilitación se sale dignamente de la adicción al juego, con éxito» se logra una salida. La adicción al juego ha sido uno de lo capítulos más amargos de su vida, pero en su libro también relata los trastornos alimenticios que sufrió en su adolescencia. El nutricionista explicó que cuando se operó de las rodillas con 16 años se pasó meses en silla de ruedas, ganó peso y sufrió comentarios hirientes de sus compañeros de clase. Esta situación le llevó a una obesidad extrema. «Dejé de comer para estar delgado, luego caí en la bulimia y luego engordé hasta los 140 kilos. Nunca trabajé el tema de la alimentación y me persiguió desde pequeño», señala Ojeda, que asegura que fue por eso por lo que hoy en día se dedica a la nutrición.
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