La verdad, no sé cómo podemos seguir creyendo en el amor. Si miras a tu alrededor y todo son parejas perfectas hechas trizas, tirándose los ... trastos a la cabeza con el mismo fervor con que antes se tiraban los tejos. Johnny Depp y Amber Heard, por ejemplo. Ahora ella le odia. Pero le tuvo que amar con locura, porque hace falta mucha ceguera y mucha vocación para cargar con un 'nota' como Depp.
O, en versión cañí, Ivonne Reyes y Pepe Navarro... Leo la sentencia que acaba de absolver al periodista de las enésimas acusaciones de la venezolana y no puedo evitar pensar que las horribles palabras que él le dedicó en vivo y en directo («Indigna, farsante, repugnante, sinvergüenza, deleznable, mentirosa») seguro que tuvieron su equivalente en ardientes halagos durante la fase álgida de su tórrida relación clandestina. Lo cual demostraría una vez más que del amor al odio solo hay un paso. Pero ese paso libra un abismo.
El que separa en este momento a Shakira de Piqué. Ella ha pasado del 'Me enamoré' («Qué boca más redondita. Me gusta esa barbita... Contigo tendría 10 hijos») al 'Te felicito' («Esa filosofía barata no la compro. En esa moto ya no me monto. La gente de dos caras no la soporto. Yo que ponía las manos al fuego por ti y me tratas como una más de tus antojos... No me digas que lo sientes. Eso parece sincero, pero te conozco bien y sé que mientes»).
Por no hablar de Brad Pitt y Angelina Jolie, que de inseparables fueron derivando en irreconciliables. Y hoy, agotado el repertorio de insultos, Pitt la culpa de cargarse un negocio vitivinícola sólo para fastidiarle a él. Supongo que de todas las acusaciones que ha recibido Jolie, esta será la más sofisticada, además de la de mayor graduación. Ya no les quedaban rosas... Y ahora tampoco vino.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
