Carámbanos

El candelabro ·

La nieve es muy bonita cuando está recién caída. Luego, a medida que se va pisando, empieza a parecerse bastante al barro. Para no variar, ... nuestros políticos (de uno y otro bando) comenzaron a lanzarse bolazos en menos de lo que tarda la nieve en cuajar. Pero después de varios días pisoteándola, y viendo que una vez más lo estaban embarrando todo, accedieron (tal vez inspirados por el blanco manto) a desplegar la bandera de la paz... Sánchez se mostraba predispuesto a darle la razón a Ayuso declarando Madrid zona catastrófica. Y Casado llegó a elogiar a la ministra de Defensa, Margarita Robles, por haber desplegado la UME.

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De pronto parecía que unos y otros se iban a poner cantar a coro, en plan 'Todos dicen I love you', ese inverosímil musical de Woody Allen. Sonaba bella esa música. Pero todo lo bello es efímero y las disonancias han vuelto a chirriar en el espacio político.

Es bien sabido que como ocurre con los desiertos y el asfalto, las grandes extensiones nevadas también poseen la capacidad de provocar espejismos. Algunos ingenuos llegamos a pensar por un momento que el pertinaz frentismo se podía derretir como un pámpano de hielo. Pero, ¡qué carámbanos!, esa visceral inquina partidista de la polarización (el mismo nombre lo dice) está compuesta por un gélido elemento mucho más resistente a la erosión que los casquetes polares, más aún que el hasta ayer incombustible Iñaki Gabilondo, cuyo talento opinador ha perecido bajo el fuego cruzado del partidismo.

Dicen que todo deshielo desentierra algún cadáver... Mucho me temo que esta vez el deshielo de Madrid, igual que ocurre con esos alpinistas desaparecidos hace décadas, deje al descubierto el cadáver incorrupto e impecable (por falta de uso) del consenso.

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