Víctor Elías, izquierda, junto a Fran Perea, su hermano mayor en 'Los Serrano'

El calvario de Guille de 'Los Serrano': su adicción a la cocaína, una madre alcohólica a la que denunció, el bullying...

Víctor Elías se abre en canal en la presentación de su libro 'Yo sostenido: Historia de un juguete casi roto'

Martes, 26 de noviembre 2024

Víctor Elías (Madrid, 33 años), esposo de Ana Guerra y conocido por su papel de Guille en 'Los Serrano', sufrió un calvario durante la época en la que la serie entraba en el salón de la mayoría de los españoles y también cuando entró en la edad adulta. Adicción a las drogas, con la cocaína como sustancia que más le dañó, una madre alcohólica a la que denunció, bullying en el colegio... El ahora músico se abre en canal en su libro 'Yo sostenido: Historia de un juguete casi roto', que también es una obra de teatro, y ofrece una serie de retazos de su sufrimiento en una entrevista publicada en el diario 'El Mundo'.

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No resulta fácil la fama cuando se es un niño, cuando ni siquiera has alcanzado la adolescencia. Les pasa a muchos actores y personas que saltan al estrellato a una edad temprana. Sin embargo, en el caso de Elías, el infierno estaba en casa, cuando franqueaba la puerta de su hogar. Ahí comenzaba lo peor. «Al poco de empezar en 'Los Serrano', llegué superfeliz de grabar y mi madre no estaba en casa. Empecé la ruta de las tabernas, buscándola por todos los bares del barrio hasta que la encontré completamente borracha y me empezó a gritar de todo. Es algo que ningún niño de 12 o 13 años debería vivir, pero yo lo pasé mil veces con ella y con mi padre, que también era alcohólico. No sé, no les culpo de nada, pero a veces pienso que estaba destinado a convertirme en el adicto que he sido. Bueno, que soy», lanza en la primera respuesta de la conversación.

Este episodio, monstruoso, horrible, no fue el peor que padeció junto a la persona que le dio la vida. Ni mucho menos. Hubo más. Hasta el punto que la denunció. «Es la decisión más difícil de mi vida, pero ya no podía más. Estaba borracha, tuvimos una bronca y los vecinos llamaron a la Policía. Me dijeron que era menor y que si quería denunciar. Otras veces había dicho que no, pero esta vez me salió el sí casi sin pensar. Pasamos por un juicio durísimo, ella sacó la gran actriz que era, yo era un niño y todo aquello me veía grande... Mi padre, que había dejado de beber tras divorciarse, pensaba que le iban a dar la custodia, pero el juez hizo algo que me sorprendió y ahora sé que fue la mejor decisión: me mandó a vivir con mis tíos. Mi madre nunca me perdonó aquello».

La relación estaba rota. Pero resultó tanto el sufrimiento, que cuando murió su progenitora «fue el momento en el que empecé a vivir», confiesa un Elías que deja pocos detalles en el cajón en una confesión desgarradora y sorprendente. Porque, él mismo lo dice, quizá por la personalidad heredada de sus padres, él también se enganchó. Al principio, fue un tonteo, una cosa social, pero luego la cocaína dominaba su día a día. Hasta el punto, acepta, que se pasó cuatro días encerrado en casa sin comer, solo con la droga y el piano.

«Mi principal droga era la cocaína, aunque se disparaba con alcohol, pero también soy adicto al trabajo. Me siento al piano y me olvido del resto. Llegó un momento en que me pasé cuatro días en casa sin comer ni dormir. Sólo raya, piano, raya, piano, raya... Al salir había fallado a medio Madrid y, al fin, me levanté y dije: '¿Qué cojones estoy haciendo?'. Pero a partir de ahí es un proceso muy jodido. Esto no es: 'Venga, ya está, lo dejo'. He necesitado mucha ayuda y he tenido varias recaídas para poder estar aquí sentado contigo. Yo solo no hubiera conseguido salir, seguiría metiéndome o estaría muerto. Mucha gente no lo logra superar. La verdad es que a veces, tras todo lo que he vivido, me siento un puto milagro», confiesa con una sonrisa este músico, que también sufrió en el colegio. No lo duele aceptar que era el blanco fácil por la fama que les concedió 'Los Serrano'. «Las palizas porque era gracioso pegar al famoso, mi reacción haciéndome yo mismo violento, los problemas de adaptación al mundo real... Fue una serie de gran éxito, tuvimos mucha suerte y fuimos muy felices, pero lo heavy es todo lo que pasó mientras tanto».

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Final feliz

Y también después. Cuando vivía enganchado a la cocaína, una sustancia que probó por primera vez a los 20 años, en una fiesta de la serie 'Isabel'. Hasta entonces, desvela, ni había probado el alcohol, no había salido de fiesta... Pero a partir de ahí perdió trabajos, oportunidades, amistades... Entró en una espiral de autodestrucción. Llegó incluso a pensar en la muerte. «He llegado a plantearme que si seguía por ese camino lo iba a perder absolutamente todo y ya no sabía qué más hacer, que quizás la salida era quitarme de en medio. A mí la música me salvó la vida. Estaba perdido y me reinventé. La liaba un día, pero luego cumplía los otros seis de la semana y, joder, soy bueno, así que me seguían llamando. En cierto modo, reenfoqué mi gen adictivo hacia el trabajo y reencontré el equilibrio», confiesa.

La música, que le ha dado a su actual esposa, Ana Guerra, y le ha hecho trabajar con artistas como Pablo López, Dani Fernández, Taburete, entre otros. Pero a la que también olvidó en determinados momentos. «Al principio sí, pero el problema empezó cuando empecé a descuidar lo que más me gustaba, que era la música. Un día falto a un ensayo, al siguiente olvido una cita, el tercero me busco un sustituto para una gala... Y de repente me doy cuenta de que lo único que me apetece es quedarme drogándome solo en casa. Ni siquiera en una fiesta, porque si al menos estás en la mansión Playboy, pasándotelo pipa... Pero no. Sin salir de casa. Y eso en lo profesional, en lo personal era aún más desastre», lanza.

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Eso sí, ahora es otro hombre. Sí, con el problema de las adicciones -su última recaída fue hace dos años-, pero junto a Ana Guerra. «Teniendo siempre claro que no existe el adicto curado, llevo la vida de otra forma. Me he podido casar desde la pura consciencia de mi persona y Ana es la primera pareja de mi vida adulta de la que estoy enamorado estando todos los días sereno, sin idolatrar, sin buscar el perdón ni agradar todo el rato. Prácticamente todos los días me sigo arrepintiendo de cosas que hice y dije a gente que quiero, pero con Ana no me pasa. Nada más empezar, le conté que soy adicto, que ya no consumo, pero que me va a acompañar siempre y entendería si se iba. Se quedó, no me juzgó, me apoya a diario. Ha sido un viaje jodido, muy jodido, pero el final es feliz».

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