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Una inscripción de 39.000 euros, un avión militar ruso para aterrizar en la Antártida, casi 300 kilómetros corriendo... La influencer Estefanía Unzu Ripoll, conocida en redes sociales como Verdeliss, ha multiplicado su visibilidad en los medios convencionales con su reto de completar el World Marathon Challenge, siete maratones, una por continente, en un periodo concentrado de una semana. Se traduce en 42 kilómetros y 195 metros de carrera a pie por día. Una hazaña con la que quiere recaudar fondos para la investigación de una enfermedad rara, el Síndrome de Menke-Hennekam, que solamente padece una niña en España, Claudia.
A estas alturas, muchos se preguntarán qué es la World Marathon Challenge. Nada tiene que ver con el circuito de las seis maratones más prestigiosas del mundo: Nueva York, Chicago, Boston, Tokio, Berlín y Londres. Se trata de un reto completamente independiente y muy diferente. Y relativamente nuevo. Se creó en 2015 para convertirse en una de las competiciones más duras del mundo. Una propuesta seductora para amantes del deporte extremo y la larga distancia. En total, durará 168 horas.
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Eso sí, no es apta para todos los bolsillos: en esta edición la inscripción cuesta 39.000 si se paga en un único plazo. Eso explica que las inscripciones sean limitada y bajas en comparación con pruebas como la maratón de Nueva York, con más de 50.000 corredores. En la World Marathon Challenge, organizado por la firma Runbuk, tan solo hay 66 inscritos, entre ellos Verdeliss, la única española. El reto comenzó el pasado 31 de enero en la Antártida, marcada por el frío extremo. La segunda parada fue Ciudad del Cabo, en África; la tercera en Perth, en Oceanía, y la cuarta en Dubái, en Asia. Este martes le ha tocado a Madrid, el circuito del Jarama, como punto para simbolizar Europa en la hoja de ruta. Y el miércoles el turno fue para Fortaleza, en Brasil. Por ahora, la influencer ha ganado todas las pruebas en categoría femenina y se ha embolsado también la general en todas, salvo la celebrada en una base de la Antártida.
A Verdeliss le queda rematar la faena en Miami. Está cerca de conseguir romper el récord en categoría femenina, conseguido por la danesa Kristina Schou con una media de 3 horas, 25 minutos y 57 segundos. El mejor tiempo general se le queda ya lejos. Lo ostenta el estadounidense Michael Wardian, con un espectacular crono de 2 horas, 45 minutos y 57 segundos. El reto es de tal magnitud que pone al límite el cuerpo humano. En sus redes sociales, incluso se veía a un corredor participar con muletas.
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El precio del paquete, incluyendo vuelos privados y todo lo necesario para los deportistas, se sitúa en 39.000€ (con el descuento al pagar en el momento de la inscripción). «Me salió más barato porque lo pagué de una sola vez. Voy sin patrocinadores y todo sale de mi bolsillo porque no quería estar pendiente de compromisos», explicaba antes de iniciar la aventura la propia Verdeliss.
¿Y qué incluye ese paquete? Por ejemplo, un chárter fletado por la organización para cada destino. Un total de 60 horas de vuelo para llegar a cada uno de los siete destinos en una semana. Llama la atención el primero, el que ha puesto rumbo a la Antártida. Se trata del avión de transporte militar Ilyushin Il-76. Conocida como Il-76, esta aeronave fue concebida por la Oficina de Diseño Ilyushin y puesta en servicio por Aeroflot y el Ejército soviético. Ahí transportaron a todos los participantes. Se trata de una nave capaz de transportar a 145 personas en una configuración de un solo piso. Su tripulación es de hasta siete personas. La carga útil máxima es de 48 toneladas, mientras que la autonomía de vuelo con una carga de 40 toneladas es de 4.750 kilómetros. La altura máxima a la que puede volar es de 13.000 metros y, en conflictos bélicos, puede usar ametralladoras y pilones para lanzar bombas.
«El morro es de cristal y hace un ruido tremendo, al punto de necesitar cascos con cancelación de ruido», explicaba Verdeliss. Un método de transporte que les impidió descansar con comodidad. «Supongo que podíamos descansar en el avión (5:30 de vuelo) pero creedme que lograr hacerlo con el ruido y la incomodidad del avión 'militar' lo hacía imposible», explicaba entre dos de las maratones. También se establece en cada prueba una especie de «campamento base» para que los corredores puedan ducharse y alimentarse. Sin olvidar cualquier tipo de material y asistencia médica.
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