Ángel Llàcer relata entre lágrimas su grave enfermedad y muestra sus cicatrices

Ángel Llàcer (50 años) ha vuelto a nacer. Así lo ha relatado él, visiblemente emocionado, en su primera entrevista tras permanecer semanas hospitalizado, en la UCI, donde el propio presentador llegó a temer por su vida. Popular en los últimos años como miembro del jurado del programa 'Tu cara me suena', con sus enérgicos y disparatados comentarios, en los últimos meses ha estado alejado de los focos debido a una enfermedad.

Todo empezó durante un viaje realizado a Vietnam, donde contrajo una bacteria que le produjo una fuerte infección. Tras tomar unos antibióticos recetados por una doctora en Bangkok, y cumplir tres días de reposo, regresó a España y fuertes dolores le llevaron a estar varios días ingresado en un hospital de Madrid. Cuando recibió el alta y regresó a su casa, a Barcelona, tuvo que volver a ser atendido de urgencia, con una fascitis necrotizante, que obligó a realizarle cuatro operaciones en la pierna, permaneciendo catorce días en Cuidados Intensivos.

«La bacteria se llama shigella, que parece el nombre de una drag queen. He tenido dolor en el estómago, heces con sangre y cada vez tenía más fiebre. Era un horror. Estaban muy preocupados», había contado ya con anterioridad en las redes sociales. Ahora, ya delante de una cámara, en el programa 'Col·lapse' de la cadena catalana TV3, el comunicador ha revelado varios duros momentos de todo ese proceso, en el que sintió que se estaba escribiendo el final de su historia. «El gemelo estaba curado, pero la bacteria siguió subiendo y, si entraba en un órgano vital... se acabó. Es una bacteria que se come el cuerpo. Me llegaron a decir que o salía sin pierna o no salía», por lo que Llàcer llegó a despedirse de los suyos, diciéndoles «quereos los unos a los otros».

Además de su relato, el catalán también quiso mostrar las secuelas físicas que le ha dejado todo este proceso, enseñando a cámara las cicatrices que tiene en su pierna después de las operaciones. Estas intervenciones obligan a Llàcer a acudir a sesiones de rehabilitación. «He aprendido a poner un pie detrás de otro, literalmente. No puedo saltar ni subir escaleras, solo caminar, y lo hago lentamente».

Lo que en principio parecía una dolencia pasajera terminó por convertirse en el peor trance que le ha tocado pasar en su vida, asegurando que además del dolor físico y emocional tenía otra sensación que le estaba indicando que no iba a poder salir de esa situación. «Era como un canto de sirena. Era muy fácil dejarse ir». Después de someterle a una de las operaciones, en la que le retiraron «la parte podrida de la pierna», le confirmaron que todo había salido perfecto, pero él ha confesado que no tenía esa misma certeza. «Le dije a la doctora que tenía la premonición de que me iba a morir». Esta misma sensación le había llegado a despedirse antes de sus padres, a los que les recalcó que no debían de «amargarse demasiado» ya que él había «vivido intensamente» y se iba a «ir lleno». La única pena de Llàcer era tener que irse tan pronto y dejar a muchas personas queridas.

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