Ana Peleteiro se sincera sobre la dolorosa pérdida de su bebé tras sufrir un aborto: «Ahí empezó mi duelo»
La atleta gallega comparte su testimonio en redes con la intención de «darle voz a un tema que creo que a día de hoy es muy tabú»
Ana Peleteiro y su marido, Benjamin Compaoré, atraviesan un momento doloroso. La pareja anunció con mucha ilusión el pasado 6 de julio que esperaban a su segundo hijo en común. Sin embargo, unas semanas después, la atleta gallega se enfrentó a la peor de las noticias: «no había latido a pesar de llevar un crecimiento normal».
Después de disfrutar de unos días rodeada del cariño y el calor de los suyos, la deportista ha decidido sentarse y explicar con detalles en un video cómo ha sido el doloroso proceso. «Hago esto simplemente para darle voz a un tema que creo que a día de hoy es muy tabú», explica. En primer lugar, ha contado que su idea era dar a luz en el hospital público de Santiago. Aun así, ella decidió ponerse también en manos de su ginecóloga, que tiene una clínica privada. «No es hasta la semana 12 cuando en la seguridad social te hacen una analítica y una ecografía para ver cómo está el bebé y todo», cuenta. «A mí personalmente me parece que es muy tarde», lamenta. «Por este motivo fui a ver a mi ginecóloga y nos dijo que el bebé dejó de tener latido en la semana 9+4».
La medallista de bronce en Tokio detalla que «no tuve ningún síntoma aparente. Eso sí, echando la vista atrás, se ha dado cuenta de que »los ascos y las náuseas desaparecieron por completo pasadas las 24 horas del fallecimiento de mi hijo«. Tras recibir la noticia, »me quedé en shock, estaba en otro mundo«, cuenta. La deportista describe los días posteriores como »un calvario«. Cuando se tomó la medicación para llevar a cabo el aborto, »creía que iba a tener un sangrado y ya, pero no fue así. A las diez de la noche expulsé la placenta y fue una situación dramática. Ahí empezó mi duelo«, relata.
Al día siguiente «tuve contracciones como las de un parto, muy dolorosas». Finalmente, «expulsé el feto y pude cogerlo. Lo enterramos y despedimos de una forma digna», añade. Por último, ha querido poner en valor la importancia de la atención psicológica para quienes atraviesan un proceso de estas características y revela su mantra: «todo pasa por algo». «Mi hijo no venía sano y pasó lo que tenía que pasar. Vivió poco tiempo pero nos ha dejado un gran aprendizaje», concluye.
