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Los Franz Ferdinand, durante el concierto.
Los jueves son los nuevos viernes en el Bilbao BBK Live

Los jueves son los nuevos viernes en el Bilbao BBK Live

Franz Ferdinand, Vetusta Morla, John Newman y Crystal Fighters convierten el habitual día menor de la cita en una de las jornadas más concurridas del festival

Jorge Barbó

Viernes, 11 de julio 2014, 09:00

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Los amantes de la buena farra, esos que no necesitan excusa para quemar la noche, se empeñan en sostener que los jueves son los nuevos viernes, aun cuando dejaron la etapa universitaria bien atrás. En Bilbao no suele ser así. En jueves, los garitos que levantan la persiana son apenas un puñado. En jueves, las calles suelen estar desiertas a la noche. Ayer, también. Pero es que estaba todo el mundo aquí arriba, en Kobetamendi. Los Franz Ferdinand, mediáticos cabezas de cartel de la jornada, y unos Vetusta Morla en estado de gracia hicieron que el habitual día menor de la cita festivalera se convirtiera en una de las jornadas más concurridas que se recuerdan, con más de 40.000 almas que, según la organización, hicieron cima en el monte con más decibelios de España.

No fue fácil alcanzar la cumbre. Una vez más, el sistema gratuíto de transporte del festival se reveló como insuficiente ante la gran afluencia de público. Además de cierto comprensible cabreo, el asunto provocó grandes colas alrededor de la antigua feria de muestras de Bilbao, con la mayor acumulación de barbas, tupés cuidadosamente despeinados y zapatillas que se han visto por estos lares. Después de coger plaza en los autobuses, llenos hasta la bandera, y tras el empinado paseo de rigor, desde los terrenos que antes ocupaban Beyena hasta el acceso principal del recinto, el moderno medio cargado de bolsas tintineantes, llenas de botellas y latas de cerveza cual etílico tuareg, empinó el codo en alegre comunión. Vamos, que hizo botellón. Razones no le faltaban: por aquí arriba el katxi de cerveza cotiza a ocho euros, 18 para el cargado de espirituosos varios y tres por un chupito de ese pe-li-gro-sí-si-mo brebaje que es el Jägermeister.

Mucho amor

Quizás fuera el exceso de tragos o quizás fuera un 'Love me again' que invita al extasiado refrote. Pero el caso es que durante el concierto de John Newman, ese blanquito que canta como una especie de soulman negro a lo 2.0, se vieron escenas de mucho amor. Una pareja, disfrazada con su cabellera de plumas a lo sioux, se comía a besos entre la muchedumbre y un hipopótamo, un pingüino y una zebra se daban cariño mutuamente. Junto al grupo de foráneos convenientemente disfrazados, una gallina intentaba por todos los medios convertirse en el gallo del corral. Álvaro, de Zaragoza, desafiaba el sentido del ridículo intentando ligar con su atuendo gallináceo. "Lo estoy dando todo", cacareaba emocionado.

El que sí lo dio todo, y de verdad, fue el flaco Pucho, líder de Vetusta Morla, que reventó el escenario Heineken presentando 'La Deriva', su último trabajo. Costó encontrar a alguien que no entonara, como en trance, esas letras que rizan el rizo de lo surrealista, entre lecciones de geografía indie y mensajes subliminales que rozan la paranoia. Sin tiempo a apurar la cerveza, había que cambiar de escenario para ver a los cabezas de cartel, los Franz Ferdinand. Los de Glasgow cerraron más de 90 minutos de concierto con un 'This fire' a modo de catarsis y un Alex Kapranos marcando paquete que parecía la mar de agradecido y emocionado. "Muchas gracias", repitió en un esforzado castellano en numerosas ocasiones.

Lluvia, plumas y ¿San Fermín?

Respetó durante casi toda la jornada. Pero fue terminar el concierto de los de Glasgow y empezar a caer una fina pero molesta lluvia que, junto al frío, parecía querer meterse a codazos en el cartel. El personal no se amilanó. Incluso las que, haciendo caso omiso de toda recomendación sensata, optaron por un cortísimo pantaloncito acompañado de una camiseta de tirantes como única indumentaria, se dirigieron cual obediente ganado al redil de los franceses Phoenix en el escenario secundario. Mereció la pena. Su 'If ever I feel better' se coló de forma inesperada entre los temazos de la noche y el bueno de Thomas Mars, el cantante, no dudó en darse un (literal) baño de masas, mezclándose entre el público y hasta dando algún que otro lingotazo de los katxis del respetable.

Hubo que darse prisa para cambiar de campa, porque el escenario principal se volvía a ocupar. Los Crystal Fighters saltaron al escenario con un tipo descamisado con una coqueta hombrera de plumas, rasgando una guitarra endemoniada, sus dos chicas con grácil tocado tribal y un Sebastian Pringle vestido de una personalísima versión de sanferminero. El intento se agradece, majo. Como se agradece ese 'Follow' con el que demostraron que no andaban faltos de galones para ocupar el escenario Bilbao. Ni mucho menos. Y a pesar de que fueron una de las bandas más coreadas la noche, hubo quien no acabó de sintonizar con su parafernalia moderna. "No los había escuchado en mi vida", resolvía Ander con un gesto que navegaba de forma inquietante entre lo etílico y lo extrañado. No hay problema. Poco después Dorian darían cobijo al despistado en la carpa Sony, esa modernísima tienda de campaña canadiense a lo bestia. Y allí se quedaron los que son muy de exprimir la entrada al máximo, con esas sesiones que se extienden más allá del alba. Pero lo sensato era recogerse. Porque hoy habrá más, sí. Pero, ¿y mejor? Veremos.

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