Un volcán en la Virgen Blanca
Lisa & The Lips, a caballo entre Estados Unidos y España, impartieron una lección de música negra como embajadores del Azkena en el centro de la ciudad: «¡Os lo vamos a dar todo!»
Hay grupos a los que les afecta mucho el entorno en el que tocan. Por ejemplo, dar un concierto a la una y media del mediodía, gratuito y en un lugar público, de manera que los fans se mezclen con los rutinarios paseantes de todos los días, puede desmotivar a algunos, privados de ese aliento extra que da la unanimidad en las pasiones. Pero otras bandas se llevan el entorno puesto allá donde vayan: Lisa & The Lips podrían tocar en una convención de pompas fúnebres, en una recepción palaciega o en el convento de las clarisas de Belorado, lo mismo da, porque seguro que prendían la mecha y su explosión de soul y funk acababa transformando aquello en el sábado noche de un club oscuro y sudoroso.
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También es verdad que en la Virgen Blanca tenían medio trabajo hecho, porque esto es calle y es festi, un híbrido psicogeográfico que se recompone todos los años tal día como hoy, viernes de Azkena. Y siempre es bonito observar el fenómeno, cómo los alrededores de la plaza se van poblando de la vistosa fauna del rock, que responde a la llamada como esos animales migratorios a los que no queda más remedio que obedecer a su imperativo genético. La gente se saluda con abrazos entusiastas (muchos se vieron anoche en Mendizabala, pero qué más da) y disfruta de esa sensación reconfortante de habitar por un rato una utopía, un mundo edificado sobre su gran obsesión. Aquí tenemos la frívola costumbre de confeccionar todos los años un pequeño censo de camisetas que nos llaman la atención, y por allí asomaban Kvelertak, Eels, Los Tiki Phantoms, Elder, Suicidal Tendencies, Black Rainbows, Gorilla Biscuits, Alice Cooper, Amyl & The Sniffers o Jeff Buckley. Como recomendación, la Virgen Blanca funciona mucho mejor que el algoritmo.
Han aparecido en octeto Lisa & The Lips (o sea, la vocalista Lisa Kekaula y su marido el guitarrista Bob Vennum, ambos también de The Bellrays, con lo que podríamos llamar su 'banda española', más funk y menos punk que la americana), ella ha preguntado si todo el mundo estaba preparado, han restallado los metales (saxo y trompeta), acometieron 'Come Back To Me' y, bum, en la plaza ha brotado un volcán. Las canciones lentas eran como una colada de lava crepitante que iba abrasando las entrañas; las rápidas, una erupción de ritmo y energía que arrasaba con todo. Lisa sacudía la pandereta, se daba aire con un abanico morado y, con voz excelente, tan pronto se desgañitaba como modulaba versos delicados de herencia blues. Tras una 'Troubled Mind' que bien habría podido cantar Amy Winehouse, ha llegado el acelerón funk de 'You Might Say' y han quedado claras las claves del concierto, una celebración imparable de la música negra (con referentes como Tina, Aretha o, claro, también James Brown) con un filo guitarrero que a veces incluso podía evocar a MC5. Y con todos los trucos escénicos de entretenedor, que nunca caducan: desde apelotonarse los músicos en torno a quien hace un solo hasta mover los brazos al unísono, desde las alocuciones acuciantes de predicador («esto es un festival de rock, ¿no?, así que sabréis hacer ruido») hasta enredar a los espectadores en coreografías. ¡Los guitarristas y la cantante incluso se han tumbado en 'Push'!
Sin bajo no funciona
El público respondía en las lentas. Se emocionaba, por ejemplo, con ese último verso a capela de 'It Only Takes A Little Time' y casi empujaba mentalmente a Lisa, que demoraba sabiamente el desenlace, pero eran las rápidas, las erupciones, las que se escuchaban con los pies y con el cuerpo entero y desencadenaban la trascendencia del baile: las versiones hipervitaminadas de 'Rock Steady y 'Going Down' (con el trompetista dando la salida con una especie de toque de clarines) o el subidón de metales de 'Mary Xmas' (en la que han demostrado cómo se marchita sin remedio esta música si deja de sonar el bajo) han logrado ese efecto embriagador. «Os vamos a dar tooooooodo», insistía Lisa, mientras presentaba una y otra vez a los músicos, con mención especial a los dos Pablos, Pérez (guitarra) y Rodas (ese bajo que lo sostenía todo).
Han cerrado con la sobredosis funk de 'Do That Stuff', de Parliament, mientras Lisa soplaba un silbato y abanicaba a las primeras filas. El concierto había transcurrido con un cielo nublado del que a veces se escapaba alguna gota y, otras, un rayo de sol, pero a esas alturas ya se había despejado. Quedaba todo un viernes de Azkena por delante y la gente sonreía: aquí todo el mundo tiene muy claro que a lo mejor les gustan más Queens Of The Stone Age o cualquier otro grupo de esos de camiseta, pero sin esta música no existiría la otra.
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