Iggy Pop no paró de moverse y gesticular sobre el escenario. Oscar Tejada
Azkena Rock 2023

Iggy Pop: una fiera anda suelta por Vitoria

El mítico vocalista trajo de nuevo al Azkena su ceremonia primitiva y salvaje, que no llega a la autodestrucción de antaño pero tampoco es precisamente un balneario

Domingo, 18 de junio 2023, 07:14

Salió Iggy al escenario principal del Azkena, con un chaleco sobre el torso desnudo y aporreándose el pecho como si fuera un King Kong rubio, ... y el público estalló de júbilo. Ver a Iggy en 2023 no solo despierta la admiración artística que merece un artista de su trayectoria, sino también lo que podríamos llamar un asombro biológico. Dicho de manera cruda, como lo hacían Ilegales, todos están muertos. Sus tres cómplices en la primera formación de los Stooges están muertos. Sus amigos David Bowie y Lou Reed, con los que formó una especie de Santísima Trinidad del rock, fallecieron ya también. Y en cambio Iggy, que allá por principios de los 70 hizo casi todo lo posible por desaparecer rápidamente de este mundo, no solo sigue ahí a sus 76 años, sino que encabeza carteles de festivales y despliega su eterna ceremonia primitiva y salvaje. Lo decía un espectador al ver el nombre del escenario donde le tocaba actuar: «Claro, le han puesto God (Dios) por él».

Publicidad

A Iggy le gusta jugar, y el concierto del Azkena, como todos los de la gira, empezó de la manera más improbable para una actuación de Iggy: con una guitarra eléctrica tocada con arco. Miles de espectadores escucharon en Mendizabala un tema de Noveller, el proyecto ambiental de su guitarrista Sarah Lipstate, un instrumental dramático y tenso que estaba poniendo al público bastante nervioso. A Iggy no solo le gusta jugar, sino que además es muy listo, y esos minutos de impaciencia hostil se volvieron emoción desbordada en cuanto asomó su careto.

Ahí estaba Iggy, un poco más vestido que de costumbre (lo arregló quitándose el chaleco a la tercera canción) pero haciendo de Iggy. Con su cojera —que posiblemente siempre estuvo detrás de su manera singular de recorrer el escenario, pero hoy se ha vuelto más acentuada y aparatosa— y con su vasto repertorio gestual: Iggy se retorció como si sufriese espasmos, dio puñetazos al aire, se metió el micro en la entrepierna, señaló a espectadores, se tocó los genitales (mientras cantaba el verso «ahora estoy preparado para sentir tu mano»), se arrojó al suelo, se abrazó a sí mismo como si llevara una camisa de fuerza, se cortó el cuello con la mano, se tiró de los pelos, arrojó el micrófono en una bonita parábola hasta el suelo, derribó el pie del micro de una patada... Y, sobre todo, se trasladó de un lado a otro del escenario un montón de veces: Iggy quizá sea el cantante que más utiliza los extremos del tablado, como una fiera nerviosa que explora los límites de su jaula. En la pantalla gigante, los primeros planos de su pecho de 76 años eran todo un manifiesto contra las convenciones del pop manufacturado.

Oscar Tejada

Un pequeño grupo

Y, mientras tanto, fue cantando parte de la historia del rock más intenso y eléctrico, de la que le corresponde una buena porción. Iggy siempre mantiene en su repertorio los grandes clásicos de los Stooges: sonaron 'TV Eye', 'Raw Power', 'I Wanna Be Your Dog' (la más celebrada), 'Search And Destroy', 'Loose', 'Down On The Street'... ¡Casi nada lo que hemos dicho en esta enumeración! Pero también interpretó, por ejemplo, 'Sick Of You', algo así como el tema maldito de la banda: «Yo estaba en un pequeño grupo llamado The Stooges -explicó- y teníamos una canción particularmente enfermiza que nunca metimos en ningún álbum pero que era mi favorita».

Publicidad

No faltaron sus dos hitos en solitario: 'The Passenger' (Ricky Gardiner, el creador de aquel riff infalible, es otro que también murió, el año pasado) y 'Lust For Life', el otro bombazo de la noche, que transformó el Azkena en una gran pista de baile. De su nuevo álbum solo cayeron dos, pero también visitó rincones menos conocidos de su trayectoria, con temas como 'The Endless Sea' o 'Mass Production', particularmente alejados del tono general del concierto. A veces se olvida lo bien que canta Iggy las canciones lentas, que suelen quedar un poco arrinconadas en sus repertorios, y quizá él se quiera reivindicar al incluir temas como estos. O quizá simplemente quiera darse un descanso de tanta tralla y tanto meneo.

De aquellos tres cerriles 'stooges' de sus comienzos hemos pasado hoy a una lujosa banda de siete músicos: dos guitarras, bajo, batería, teclados, trompeta y trombón. La sección de metales es, sin duda, el gran tema de debate en relación con el concierto: por un lado, se puede argumentar que aporta un aire nuevo a canciones que Iggy lleva muchas décadas interpretando en directo; por otro, da la impresión de que esa sofisticación quita a algunos temas el empuje maniaco y primario que los hizo míticos, aquella austera brutalidad de antaño. En cualquier caso, está claro que Iggy, que saludó al público con cuatro 'fuck' seguidos, dedicaría unos cuantos más a estas disquisiciones sobre su arte. Y, seguramente, tiene razón: tras cerrar los bises con 'Frenzy' y despedirse con un «buenas noches, fucking hell», todavía se quedó solo en el escenario unos cuantos minutos, recibiendo el tributo que se merece. Ni siquiera hace falta música para que la gente lo adore igual.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad