Yahaira Aguirre: «Con mi hija cada día es una aventura nueva y me río un montón»
La exjudoca, 17 veces campeona de España, ejerce como bombera en Bilbao. Siempre quiso ser madre, pero esperó hasta su retirada del deporte profesional para ir en busca de la pequeña Nahia
Ha dejado aparcado el kimono y el tatami por el traje ignífugo, el casco y la manguera. La vida de Yahaira Aguirre (Algorta, 1980), ha dado un giro de 180 grados en los últimos años. La vizcaína dejó el deporte profesional en 2012, después de que varias lesiones le apartaran del sueño de acudir a los Juegos Olímpicos, tras haber sido en la pasada década una de las grandes judocas de España, con 17 títulos nacionales. Ahora vive volcada en su trabajo, como bombera en Bilbao, y sobre todo en su hija Nahia, que este pasado lunes ha celebrado su tercer cumpleaños.
«Es bastante buena, como todos los niños en general. Estamos muy contentos porque es muy obediente, aunque también muy movida. Al final como nosotros, eso va en los genes», bromea. Yahaira quería ser madre pero tenía claro que eso tenía que llegar cuando pusiera fin a su carrera deportiva. «Siendo deportista lo veía complicado, en un deporte como el judo. Cuando lo dejé y me puse con las oposiciones de bombero buscamos el momento que nos fuera mejor, porque había que tener en cuenta las pruebas físicas. Tuvimos suerte porque me quedé embarazada a la primera y todo fue muy bien, aunque se retrasó un par de semanas al nacer. Se hizo un poco de rogar».
Como casi todas las madres, Aguirre reconoce que lo más duro de la maternidad lo vivió al principio. «Estaba estudiando una FP que me daba puntos para la oposición y me tenía que levantar a las 6 de la mañana, llevarme a la niña, darle allí el pecho... Se lo mantuve hasta los 18 meses. Intentaba compaginar todo y se me hizo un poco duro, pero son etapas que sabes que tienes que pasar y las intentas afrontar de la mejor manera posible«, afirma. Lo más complicado ahora, asegura, es «buscar un momento para mí», pero le reconforta ver cómo la pequeña Nahia explora el mundo y va dando pequeños pasos. «Ver como va creciendo, desarrollándose, cómo va aprendiendo... Es una gozada. Cada día es una aventura nueva y me río un montón con ella. Yo le hablo en inglés, mi pareja en euskera y mi ama y mi suegra en castellano, y hay veces que hace frases mezclando los tres idiomas. Es muy graciosa«.
La disciplina siempre ha sido un aspecto importante en la vida de la vizcaína, por lo que a su hija intenta hacerle ver cómo debe de hacer las cosas, «pero tampoco soy una nazi», ríe. «Intento inculcarle ciertos aspectos como el respeto, y que pruebe a hacer cosas. Es muy cabezota y perfeccionista. Con menos de dos años ya quería comer ella sola los espaguetis con cuchara y tenedor. Cuando veía que no le salía imagínate cómo se ponía«.
A Nahia le encanta la piscina, y también la música. «Canta mucho, se lo pasa como una enana en las clases a las que va». En el mundo del judo todavía no se ha iniciado, pero sí que ha practicado algunos movimientos con su madre. «Todavía es muy pequeña pero en casa hacemos volteretas, y me saluda e intenta tirarme. Tienen que empezar a hacer deporte jugando«, cuenta Yahaira, quien querría que el día de mañana su hija siguiera los pasos. »Me gustaría que cuando fuera más mayor empezara practicando judo, porque es muy completo a nivel de psicomotricidad, pero luego si decide hacer otro deporte..., me dolerá pero es lo que hay«, afirma entre risas.
Guardias de 48 horas
Cuando dejó la competición, la vizcaína siguió como entrenadora de los chavales de su club de Getxo, pero hace un año que ya no da clases. «No me daba para todo». Fue justo cuando obtuvo su plaza como interina en la Diputación, pasando al Ayuntamiento de Bilbao, después de trabajar en el Centro de Coordinación de bomberos de Urioste. Ahora sale a la calle. Durante la primera ola de la pandemia relata que le tocó desinfectar residencias y hacer «más aperturas de puertas de lo normal», para ayudar a gente mayor que estaba desorientada en sus casas. «Al principio fue duro porque nos pusieron guardias de 48 horas, después de que algún compañero cayera contagiado. Ahora estamos con las normales, de 24».
Su pareja también es bombero, por lo que en pleno confinamiento la conciliación se les hizo más cuesta arriba, «aunque tenemos la suerte de que mi ama vive cerca y es la que se queda con la cría cuando coincidimos los dos de guardia». La exjudoca está «encantada» con su trabajo, y con la labor social que realiza. De su carrera como deportista destaca la final del Campeonato de España de 2006 contra Isabel Fernández, campeona olímpica a la que consiguió ganarle después de un combate de 9 minutos, por una sanción. Asegura que siempre se le quedará ahí «la espina» de no haber podido ir a los Juegos, pero sin embargo reconoce estar satisfecha «porque sé que di el 100%, aunque me quedé a las puertas». «Tuve un par de lesiones que me jugaron una mala pasada, pero hay que pensar que eso también forma parte del juego. No le doy más vueltas».