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Leire Fernández
Domingo, 8 de junio 2025, 20:04
Hoy en día la sociedad ha cambiado y al mismo tiempo que existen diferentes tipos de familias, estas también eligen diferentes formas de disfrutar sus vacaciones. «Es habitual encontrar diferentes opciones de viajes y que desde las propias agencias empiecen a segmentar y a crear diferentes nichos de mercado según las opciones de cada cliente», comenta Asier Baquero, coordinador del Máster en Innovación y Turismo de la Universidad Internacional de La Rioja. Viajar con el propio núcleos familiar, con otros núcleos familiares, con amigos, o incluso solos de manera individual, hay múltiples opciones y cada elección tiene sus beneficios y retos.
«A nivel del núcleo familiar puede servir para reconectar, compartir experiencias, fomentar aspectos de la vida cotidiana que por motivos laborales o lo que sea no se pueden desarrollar habitualmente... al final aumenta la cohesión familiar», especifica el experto. «Por otro lado hay también una flexibilidad en la toma de decisiones durante el día, porque hay un conocimiento y una confianza entre las partes integrantes muy alta», afirma. Y por supuesto el tan mencionado tiempo de calidad. «Cuando no tenemos mucho tiempo en el día a día para dedicar el 100%, al viajar con el núcleo familiar habitual, no hay distracciones externas y se puede centrar en esas personas».
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Si por el contrario nos decidimos a compartir vacaciones, también tenemos una serie de ventajas. «Vamos a poder compartir diferentes opciones, tareas, temas también económicos incluso, ya que a la hora de la oferta alojativa, podemos optar por alquilar una villa o un apartamento turístico, con lo cual se pueden acotar gastos», enumera Baquero.
Por otro lado también puede compartirse un vehículo de alquiler para realizar los desplazamientos o incluso a veces hacer viajes en grupo «puede generar más tranquilidad o mayor sensación de seguridad». «Igualmente se fomentan valores de respeto hacia otros estilos de vida, etcétera».
Eso sí, ambas opciones también plantean una serie de retos. «Al viajar en familia hay una mayor intensidad en la convivencia, lo cual en ocasiones puede generar roces si no se gestiona bien el tiempo o el espacio individual. Sobre todo con personas, niños, niñas, adolescentes, que a lo mejor necesitan un poquito de espacio individual», explica. Y también que puede suponer un mayor esfuerzo por parte de los adultos para tener entretenidos a los niños y gestionar bien el viaje en su totalidad. «En este caso, al viajar con otras familias, estos retos se convierten en un beneficio, porque se pueden entretener más con otros niños o niñas de su misma edad, y disfrutar más el viaje y las vacaciones». Siempre y cuando se tengan bien definidas las expectativas. «Hay que definir bien los espacios, aunque entre las familias se conozcan, pero que no se espere por una parte una actividad intensa cuando la otra parte espera algo más relajado. Definir los espacios, los tiempos comunes y evitar que surja cualquier tipo de tensión por temas de coordinación o ritmos de cada familia que sean diferentes», comenta el experto de la UNIR. «De una manera transparente y honesta, antes de iniciar o decidir el viaje, puedes poner sobre la mesa las ideas de qué se espera, de cómo se quiere disfrutar para ir alineados y que este reto no sea un problema».
Si nos estamos planteando compartir vacaciones algo que tenemos que tener en cuenta, además de que haya confianza entre ambas familias, es el momento vital en el que estamos, ya que no es lo mismo hacerlo con un bebé o con niños más mayores. «Sobre todo en el momento de niños más pequeños, en torno de 4 a 9 años, que suelen ser estas edades en las que, aunque tengan hermanos o hermanas, a veces no se llevan tan bien o generan ciertas situaciones, al incorporar otras familias con amigos y niños de edades similares, entre ellos pueden disfrutar más. Incluso en el destino hacer un poquito más de piña y disfrutar de un alojamiento más tradicional, hoteles enfocados a familias, donde hay miniclubs para los niños para estas edades, u otras alternativas más libres de alquiler de villas o de apartamentos, que no se dispone de estos servicios directamente, pero sí que al viajar en conjunto se pueden reservar actividades para estas edades que les van a gustar y suelen disfrutarlo más estando acompañados».
En cuanto a qué tipo de oferta elegir en caso de compartir habitaciones dependerá del gusto de cada uno. «Hay para todo los gustos, desde lo más tradicional de hotel sol y playa, a alojamientos rurales que es algo que gusta mucho a los niños, sobre todo si integran zonas con animales», comenta Baquero. «En este mundo que vivimos, que a veces los niños en ciertas ciudades no saben incluso la leche que beben de dónde sale, el conocer, ver zonas rurales que les permitan ordeñar una vaca o disfrutar de la vista de diferentes animales, es una oferta alojativa bastante en desarrollo. A nivel internacional se denomina 'animal feeding', y pueden dar de comer a los animales, siempre con bastante respeto y bastante integrado con el medio ambiente, sostenibilidad...».
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