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Martes, 10 de junio 2025, 21:02
Uno de los componentes fundamentales del deporte es su esencia centrada en el juego. Todos los deportes se construyen en base a un juego determinado con unas reglas determinadas.
El juego y por lo tanto el deporte se convierten indiscutiblemente en un derecho fundamental para cualquier niño, niña y adolescente. La celebración hoy 11 de junio del Día Internacional del juego, es una fecha muy interesante para recordar algo que es muy obvio.
El deporte y el juego se viven 'entre emociones'. Sin embargo, en los últimos tiempos nos enfrentamos a un desafío preocupante en la práctica deportiva infantil y juvenil: el riesgo de olvidar que, en esencia, el deporte no deja de ser un juego. Tanto la infancia como las personas adultas que les acompañan en su proceso deben comprender que, en las etapas iniciales, el elemento fundamental debe ser el disfrute, el juego. La creciente competitividad, la presión excesiva, las expectativas desmesuradas y la obsesión por el triunfo prematuro han relegado el componente lúdico a un segundo plano, poniendo en peligro la verdadera esencia del deporte.
No podemos olvidar que, sin emoción, sin motivación, sin disfrute y sin una comprensión profunda del juego, estaremos limitando el desarrollo integral de niños, niñas y adolescentes. El deporte, más allá de la técnica y la competencia, debe ser un espacio de crecimiento donde se cultiven valores, se fomente la creatividad y se fortalezca la confianza en uno mismo.
La mayor innovación que podemos impulsar actualmente en el deporte de base no radica en nuevas metodologías ni en tecnologías avanzadas, sino en la capacidad de recordar y preservar su esencia. Y su esencia es clara: el disfrute del juego y la vivencia de las emociones que emergen a lo largo del proceso. Permitamos que la infancia experimente plenamente estas emociones, acompañándoles desde una perspectiva sana, segura y protectora, favoreciendo un entorno donde el respeto, la alegría y la motivación sean los pilares fundamentales.
Porque la vida y el deporte no son meros actos mecánicos; son experiencias que se viven intensamente, entre emociones y motivaciones que marcan el camino de cada persona. Volvamos a la raíz del juego, celebremos la espontaneidad y dejemos que niños y niñas descubran el deporte como un espacio de felicidad, aprendizaje y crecimiento.
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