

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Laura A. Izaguirre
Jueves, 5 de octubre 2023, 21:47
Sentimos a diario. Felicidad, rabia, frustración, empatía… y un largo etcétera de sentimientos que sabemos cómo se llaman pero que, sin embargo, muchas veces no nos dejamos sentir. Porque no queremos preocupar a la gente que nos rodea, porque creemos que hacerlo es sinónimo de debilidad o, en algunos casos, porque no somos capaces de identificar del todo qué es eso que nos está pasando.
Con todo ello, además, tenemos que intentar guiar en sus propios sentimientos a la gente que nos rodea: a esa amiga que te pide consejo, a ese hijo para el que tienes que ser el espejo en el que mirarse o a esa hermana que no sabe qué hacer con determinado problema. ¿Cómo vamos a hacerlo bien si no sabemos cómo gestionar nuestra propia tristeza o nuestro propio miedo? En 'Sentir' (Ed. Grijalbo), la periodista, escritora y experta en crianza consciente Míriam Tirado hace un viaje en el que «aprender a llevarnos bien con todas las emociones y comprender que si están ahí es para ayudarnos a ver algo que necesita ser visto y atendido». Porque «cuando aprendamos a sentir sin miedo nos daremos cuenta de que no había nada que temer y podremos vivir una vida más plena, feliz y consciente», advierte.
Cada vez somos más conscientes de la importancia de saber gestionar las emociones y, sin embargo, por lo general nos cuesta mucho mostrarlas y hablar de ellas, ¿por qué?
Nos queda camino por recorrer por dos motivos. Por un lado, porque no tenemos educación emocional, es decir, no tenemos referentes que tengan una relación a sana y absolutamente asertiva con sus emociones. Y, por otra parte, porque como hay algunas que son muy desagradables de vivir y no nos gustan, tendemos a ignorarlas o reprimirlas. Y ninguna de esas razones ayuda a tener una buena relación con todas las emociones que vivimos y sentimos.
Es lo que denominas analfabetismo emocional…
Exacto. Ahora se habla mucho de emociones, pero si lo comparamos con la historia de la humanidad vamos en pañales en cuanto a educación emocional. A lo largo de la historia se ha dado importancia al pensar y al hacer, a ser productivos y a pensar para seguir adelante, pero no al ser y al sentir. Y nos quedamos cojos porque el ser humano es muchas cosas, no sólo pensar y hacer, sino que también siente. Es decir, está el ser, que también hay que cultivar, nuestra parte más profunda. Así que si no hemos tenido ningún tipo de educación emocional, cuando somos adultos tenemos un analfabetismo que es como el que no sabe leer o escribir, que tiene que aprender; pues nosotros también debemos empezar a aprender a relacionarnos con estas emociones de una forma más sana.
¿Sabemos realmente lo que supone a nivel de salud, tanto física como emocional, guardarnos lo que sentimos?
Yo creo que todo el mundo tiene alguna experiencia al respecto cuando no hemos querido o podido sentir algo porque se nos hacía doloroso. Al tener un disgusto o un mal momento emocional, reprimes algo o te enfadas mucho, pero no lo cuentas, no lo transitas de una forma asertiva, y al día siguiente estás clavado de espalda, es decir, puede ser muy inmediato físicamente o puede tardar un tiempo. Las emociones sin procesar ni etender se van acumulando y al cabo de un tiempo viene el susto y puede ser en forma de ansiedad, de enfermedad… Puede aparecer de mil maneras, y esto también nos indica que nuestra parte emocional necesita ser atendida, merece esa escucha que a veces no le damos, y es importante que seamos conscientes de ello para podernos atender de la forma que necesitamos, más global, no solamente acudir a buscar ayuda cuando nos duele la espalda, la barriga o la cabeza, una cosa muy física, sino cuando por dentro hay malestar y no nos sentimos bien.
¿Cómo debemos empezar a 'querernos' y 'aceptarnos' a nosotros mismos?
Recomiendo a las personas que se escuchen y que se pregunten cada día '¿cómo estoy?', esa pregunta que esperamos que nos haga nuestra pareja o un amigo y que a veces no llega, que nos la hagamos nosotros primero. Y cuando voy viendo que no me siento bien y hay mucho malestar, ansiedad, sensación de opresión, de ganas de llorar de una forma repentina sin motivo aparente... hay que tomar conciencia de que a lo mejor hay cosas que necesitan ser atendidas. Y que debemos empezar haciéndolo nosotros mismos, escuchándonos mucho y dándonos aquello que necesitamos (que a lo mejor son más espacios a solas, de silencio, o empezar a integrar alguna práctica de medicación o yoga). O a lo mejor lo que necesito es ayuda profesional, que alguien me acompañe en esta autoexploración de ver cómo estoy y por qué me siento cómo me siento.
¿Se deben dejar sentir de forma 'diferente' las emociones agradables y las desagradables?
No, las emociones no son ni positivas ni negativas, las emociones son, todas tienen una función, que es mostrarnos algo que necesita ser visto y atendido, y hay que escucharlas y transitarlas todas porque sabemos que no hacerlo implica consecuencias a corto, medio y largo plazo. Hay que hacernos conscientes de que ahora estoy triste y me permito sentir esta tristeza, porque a veces parece que no podemos sentir, como si estuviera mal estar triste, enfadado o frustrado… Permitámonos sentir y nos daremos cuenta de que cuando me permito sentirme como me siento, al cabo de un rato se disipa. Por suerte, las emociones son transitorias y no están todo el rato manifestándose con la misma potencia y al mismo nivel. Las emociones son como olas del mar: las olas vienen y luego se retiran, vienen y se retiran; y ahora viene una emoción y luego viene otra, y luego viene otra, y a veces la emoción es muy fuerte, te revuelca y te das contra el suelo, y otras veces la ola viene super calmadita y es superagradable bañarte los pies en ella. O sea, poder quitarle esa idea de que las emociones desagradables hay que evitarlas y que no se pueden sentir. No, es que las sentiremos igual, aunque no nos guste y no queramos. Por lo tanto, permitámonos sentirlas tal cual son.
Y sin embargo es curioso que solemos ser mejores consejeros con los demás que con nosotros mismos…
Sí, todos somos expertos porque al ser las cosas de los demás tenemos una perspectiva y somos más capaces de ver cómo se puede proceder con esa situación de una forma más asertiva o correcta. Pero cuando somos nosotros y eso que intentamos hacer nos remueve o se nos hace incómodo y no tenemos práctica, cuesta más. Y los consejos ya no son los mismos, eso que muchas veces recomendamos a una amiga, luego nosotras no nos lo aplicamos; como cuando les decimos gritando a los niños que no griten.
¿La educación emocional debería ser algo que se estudiara en los colegios?
Creo que sería genial que las emociones y todo el mundo interno, el cómo somos por dentro más allá de de pulmones y huesos y músculos, ocupara un lugar en la escuela pero también en la familia, porque a la escuela no le podemos cargar con toda la responsabilidad, sino tiene que ser algo social, cultural, de que podamos hablar de emociones de una forma libre, sin tanto juicio y sin tanto ánimo de pasar página. Sentimos cosas y está bien, no es malo sentir, tenemos esta capacidad y es maravilloso tenerla, porque imagínate vivir sin poder sentir nada, tampoco tendríamos sentimientos como la alegría, la felicidad o la calma. Por lo tanto, no nos tiene que dar miedo sentir cosas, también tenemos que saber integrar que en la vida hay siempre dos polos, cosas que molan y cosas que no, pero que no molen no significa que no podamos ser capaces de aprender de ello, y de crecer con estas emociones que se nos hacen incómodas pero no pasa nada. Poder normalizar nosotros mismos y también con nuestros hijos que sentimos cosas y que está bien es ideal para cambiar este paradigma en cuanto a educación emocional.
¿Y, por ejemplo, cómo se les hace entender a los niños cuando nos cuesta a nosotros mismos gestionar nuestras emociones?
Para enseñar a los hijos, lo que más funciona es el ejemplo. Por eso lo ideal es intentar hacer nosotros mismos aquello que queremos que ellos integren para que vayan viendo cómo se hacen las cosas. Pero nos cuesta mucho. Así que lo mismo que para mejorar algunos otros aspectos vamos a que nos ayuden y nos informen, uno se puede formar también en esto. También hay cuentos que nos ayudan a peques y a mayores a poder normalizar e integrar muchas emociones, y son una gran herramienta especialmente para niños de Infantil y Primaria. Y normalizar el hablar de todas las emociones ayudará a que poco a poco los adultos vayamos practicando. Es como hacer un deporte que no has hecho nunca, lo puedes aprender y practicar; se te dará mejor o peor, pero todo se puede aprender.
¿A la pareja, a los amigos, a la familia… hay que ayudar a cada uno de ellos de forma diferente a transitar por esas emociones?
Una de las razones por las que tenía muchas ganas de escribir este libro es porque creo que de todos los que he escrito para adultos de no ficción es el más transversal, es decir, el que puede ayudar a más personas, tengan o no hijos. Porque en lo profundo, acompañar emocionalmente a alguien es igual si lo estás haciendo con un bebé de 10 meses que con tu madre de 80. Al final es conexión, un trabajo de empatizar pero sin hacer sus emociones tuyas, sin integrarte y sin quererle buscar soluciones porque te está incomodando su problema o emoción. El cómo acompañamos no es tan distinto, es más el cómo estoy yo y desde dónde acompaño que lo que estoy haciendo. Hay que estar, que la otra persona no se sienta ni juzgada ni sola, sin hacerme yo el protagonista de esto, sin querer darte soluciones para que arregles tú rápidamente tu problema, y sin incomodarme y juzgarte por ello. Porque a veces es lo que hacemos es, por ejemplo, decir cosas del tipo «no deberías de sentirse así, pero venga, que no es tan grave» porque cuando lo hacemos, estamos juzgando el sentir de la otra persona, y en el momento en que estamos jugando, la otra persona ya no se siente bien acompañada, se siente sola, «no me estás entendiendo y no te estás poniendo en mi lugar, no sabes cómo me siento». Eso nos distancia. Y este es exactamente igual, tanto si es un niño pequeño como si es una persona adulta, nuestra pareja, nuestra madre, nuestro amigo... da igual.
Te puede interesar
El Diario Montañés
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.