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Leire Fernández
Viernes, 11 de abril 2025, 22:29
Si decimos Óscar Alonso es fácil que no tengamos muy claro de quién hablamos, pero si hacemos referencia a 72 kilos todo un mundo de color en forma de viñetas se nos viene a la cabeza. Con casi 2 millones y medio de seguidores en Instagram, este bilbaíno que tuvo que reinventarse tras ser despedido, acerca a todo el que se pasa por su perfil sus peculiares dibujos todos los días a las 20.40, y ahora ha publicado un nuevo libro, 'El pequeño libro de las madres', en el que recoge aquellos que muestran de manera más certera cómo son las madres, «el origen de todo».
-¿Cómo surge este libro a las madres?
-Primero por el trabajo del día a día en el que yo publico una viñeta diaria y este tema suele aparecer de forma recurrente en relación con mi madre, la madre de mi mujer que falleció, de otras madres de amigos, de gente que venía alrededor, y bueno, era como un tema bastante habitual. Después del primer libro del amor había material suficiente como para empezar a pensar un nuevo libro. Es como una continuación de ese tema en el que hablo no solo de una madre convencional, también hay otro tipo de madres, gente que asume el papel de madre sin serlo. Es muy rico.
-Ha conseguido poner en viñetas muchas de las casuísticas de las madres, ¿qué historia hay detrás de cada una de ellas?
-Sobre todo la relación que yo tengo con mi madre, que es una relación normal como supongo que la de la mayoría de la gente y luego diferentes tipos de madre que he ido encontrando por historias que me han contado, que me parecen curiosas o que digo, qué situación más rara puede ser esta o cómo valoro mi relación con mi madre después de ver otras historias. Como cada viñeta es independiente, cada una tiene una historia detrás y todas intentan sumar a eso, a valorar lo que tenemos delante, los que podemos disfrutar de una madre todavía y los que se están convirtiendo en madres.
-¿Nos damos cuenta de lo importante que es una madre cuando la perdemos o cuando vemos lo que les falta a otros?
-Claro. Lo damos tan por sentado que pasan semanas y de repente no hablas con ella y luego yo miro a mi pareja, a mi mujer, que hace unos años perdió a su madre y no puede llamarla aunque quiera. Entonces, digo, quizá una llamadita debería hacer.
-Hay una que dice, «mamá te he entendido a la primera en las otras 127 veces estaba buscando tu límite». ¿Somos un poco 'puñeteros' los hijos?
-Claro, sí, sí, sí. Creo que esta viñeta es una verdad y yo ahora lo veo más que con mi madre, con mis hijos. Son pequeños y están todavía aprendiendo, pero ya son suficientemente mayores, uno con ocho y otro con seis, de entenderlo. Entonces, es como, «bueno, chicos, habéis entendido a la primera, lo que pasa es que os habéis hecho los locos».
Incluso yo, también ahora con mi madre, estos días estoy medio malo con tos, con dolor de cabeza y mi madre también me dijo por teléfono, «por los clavos de Cristo, tómate algo, por favor, vete al médico». Y sí, debería hacerle caso, pero, bueno, es buscar el límite, sí.
-Y nos dejamos de inteligencias artificiales, para inteligencias las de una madre...
-Sí, sí. Con todas las historias que ocurren en el día a día, y ahora comparándolo con esa inteligencia artificial, pues eso, que con una mirada te entiendes, una inteligencia artificial no te va a entender, no tiene esa inteligencia emocional, no tiene esa inteligencia, no sé, de organización, de previsión, de cariño.
Entonces, bueno, es una máquina perfecta que nosotros intentamos, eso, buscarle límites por un lado, olvidarnos de ella, teniendo la posibilidad de quererla mucho, es un contraste muy grande con todo esto de la inteligencia artificial.
-Como madre también hay algunas que me generan cierta responsabilidad de ¿seré capaz?
A ver, yo soy consciente que hay veces que incluso yo también tenía ese miedo de no querer enseñar un rol de madre perfecta porque no lo hay y no es para hacer sentir mal a nadie, es prácticamente lo contrario. Da igual cómo lo estés haciendo, porque lo estás haciendo bien, lo estás haciendo de la mejor forma, nadie tiene un libro para estudiarlo y aplicarlo, no es un temario que entre en ningún examen. Es divertirse y valorar y construir de la mejor forma un juego que nadie tiene la solución verdadera, esa es la manera.
-Además, también es muy bonita la viñeta, la de cómo va pasando el tiempo, cómo va cambiando el rol de cuando nosotros somos pequeños a cuando es nuestra madre la que necesita la ayuda que nos ha ido prestando.
-El momento en el que uno se convierte en padre o en madre, creo que tiene como una visión diferente y empiezas a analizar todo con doble cristal, que es más interesante, que dices, bueno, cómo se ha comportado mi madre o mi padre conmigo, cómo me estoy comportando, qué madre voy a ser yo, voy a ser igual que ella, voy a mejorar su versión, voy a intentar coger lo mejor o lo peor, y claro, te conviertes en una máquina de devolución de cariño tanto a tus hijos como a tu madre, que en algún momento va a necesitar de tu ayuda o tu atención. Por un momento durante una parte muy larga de tu vida como que te vas desconectando y ya no hay una relación tan cercana, pero cuando se empiezan a hacer mayores, es como una vuelta a la niñez, pero invertida.
-¿Un buen resumen de lo que es una madre sería el de la madre y el fuego?
-Sí, bueno, es una de las formas de intentar resumirlo. De todas las cientos de ideas que tenía en bocetos para dibujar, esta es una de las que más me gustó y era para tomárselo un poco a risa de cómo es ella, de cómo se altera, de cómo le pinchas para que te cuente las cosas. Sí, podría ser un buen resumen.
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