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«La lectura contribuye al mantenimiento de un cerebro saludable y funcional a lo largo del tiempo»

«La lectura contribuye al mantenimiento de un cerebro saludable y funcional a lo largo del tiempo»

«La práctica lectora regular fortalece la conciencia fonológica, la atención sostenida, la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento y la capacidad de comprensión, entre otros«, enumera Alejandro González Andrade, experto de la UNIR

Leire Larrazabal

Miércoles, 23 de abril 2025

23 de abril, Día del Libro, y estamos de enhorabuena. La lectura continúa creciendo como actividad de ocio en España. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2024, los datos rompen con el mito de que los jóvenes no leen. El 75,3% de la población de entre 14 y 24 años lee libros en su tiempo libre. Alejandro González Andrade es doctor en Neuropsicología y director académico del Máster en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y abordamos con él cómo afecta la lectura al desarrollo cognitivo de los jóvenes.

- ¿La lectura tiene muchas bondades?

- La lectura es una herramienta cognitiva y cultural fundamental que ha transformado profundamente nuestra evolución como especie. Leer estimula profundamente nuestro cerebro poniendo en marcha múltiples redes neuronales que fortalecen la memoria verbal, la concentración, el razonamiento lógico y habilidades como la imaginación, la planificación y la empatía. Además, la lectura contribuye al desarrollo de la reserva cognitiva, es decir, al mantenimiento de un cerebro saludable y funcional a lo largo del tiempo.

Sin embargo, sus beneficios no se limitan al ámbito neurológico. Leer también amplía nuestros horizontes: nos permite habitar otras vidas, explorar mundos desconocidos y comprender realidades distintas a la propia. Como bien señala Arturo Pérez-Reverte, leer libros antes de enfrentarnos a ciertos aspectos de la vida nos prepara para reconocer personajes, situaciones y contextos cuando finalmente se nos presentan.

- La lectura desde bien pequeños. Es una buena costumbre lo de dedicar al menos 10 minutos al día, para ir cogiendo hábito.

- Existe un amplio consenso en el ámbito de la neurociencia cognitiva respecto a los beneficios de la lectura y a la importancia de promoverla desde edades tempranas. La enseñanza de la lectura constituye uno de los pilares fundamentales del sistema educativo, dado que sobre esta habilidad se construyen muchos de los aprendizajes posteriores. Diversas investigaciones han demostrado que la lectura en la infancia no solo enriquece el desarrollo lingüístico, sino que también actúa como un factor protector clave para el desarrollo cognitivo y la maduración cerebral.

La exposición temprana a la lectura favorece significativamente el desarrollo del lenguaje oral, amplía el vocabulario, mejora la articulación fonológica y estimula la capacidad de comprensión. Los niños que se involucran de forma regular en tareas de lectura tienden a desarrollar una mayor competencia lingüística y una disposición más sólida hacia el aprendizaje en general. Este efecto es acumulativo, con el tiempo, el niño no solo leerá más y mejor, sino que también comprenderá con mayor profundidad y aprenderá más rápido. Establecer este hábito desde la infancia, además, contribuye a formar una actitud positiva hacia la lectura y a despertar el gusto por los libros.

El impacto de la lectura es tal que algunos estudios han mostrado que el tiempo de lectura compartida entre padres e hijos se asocia con un mejor desempeño en pruebas estandarizadas de vocabulario y comprensión lectora. Y cuanto mayor sea el tiempo dedicado a esta práctica, mayores serán los beneficios cognitivos y lingüísticos observados.

No obstante, es fundamental destacar que la enseñanza de la lectura debe llevarse a cabo de manera sistemática, repetida y estructurada. A diferencia del lenguaje oral, que se adquiere de forma natural a través de la exposición, la lectura requiere una instrucción explícita y guiada. La investigación educativa ha identificado con claridad los principios que deben orientar una enseñanza efectiva de la lectura, subrayando que no todos los métodos pedagógicos resultan igualmente eficaces. Por tanto, garantizar un enfoque riguroso y basado en la evidencia científica es esencial para asegurar el desarrollo lector de los niños.

- Los datos no son malos. Nuestros niños y adolescentes cada vez leen más.

- Así es. La juventud continúa siendo el sector de la población que más lee en su tiempo libre. Y dos datos muy importantes, en tres de cada cuatro hogares con menores de 6 años se lee a los más pequeños; y entre los 6 y los 9 años, el 86% lee en su tiempo libre.

- ¿Qué beneficios tiene la lectura desde el punto de vista neurológico?

- La lectura es una actividad cognitiva compleja que implica la activación simultánea de múltiples regiones del cerebro. Entre estas, destaca la corteza visual, responsable de identificar letras y palabras; el área de Broca, relacionada con la articulación del lenguaje y la generación del habla interna; y el área de Wernicke, fundamental para la comprensión del significado. Asimismo, diversas regiones del hemisferio izquierdo se encargan de procesar la sintaxis y la semántica, permitiendo una interpretación coherente del texto.

No obstante, el impacto de la lectura va más allá de su activación momentánea. La práctica regular de la lectura produce cambios estructurales duraderos en el cerebro. La evidencia neurocientífica muestra que leer con frecuencia incrementa la densidad de materia gris en determinadas áreas y refuerza la conectividad funcional entre regiones cerebrales distantes. Estas modificaciones estructurales explican las diferencias observadas entre los cerebros de lectores habituales y no lectores.

«Se ha identificado un mayor volumen de materia gris»

En concreto, se ha identificado un mayor volumen de materia gris en zonas como la corteza prefrontal dorsolateral (vinculada con funciones ejecutivas), el área de Broca y el área de Wernicke (implicadas en el procesamiento del lenguaje), los lóbulos temporales (asociados a la memoria y el reconocimiento de patrones) y el tálamo (que actúa como centro de integración sensorial y cognitiva). Estos cambios neuroanatómicos se traducen en beneficios cognitivos sustanciales, incluyendo mejoras en las habilidades lingüísticas, la memoria de trabajo, la atención sostenida, la velocidad de procesamiento, la flexibilidad cognitiva y la inteligencia, especialmente en su componente cristalizada, es decir, aquella relacionada con el conocimiento adquirido y la experiencia acumulada.

Además de sus efectos en el desarrollo cognitivo, la lectura también desempeña un papel protector frente al envejecimiento cerebral. Diversos estudios han demostrado que las personas que mantienen el hábito lector a lo largo de la vida desarrollan una mayor reserva cognitiva, lo cual actúa como un factor de protección ante enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Esta reserva permite compensar el deterioro neuronal, retrasando la aparición de los síntomas clínicos y promoviendo un envejecimiento cognitivo más saludable.

- ¿Qué habilidades se desarrollan con la lectura?

- La lectura estimula una amplia gama de procesos cognitivos que trascienden los estrictamente vinculados al lenguaje. Tal como se ha señalado, los niños que desarrollan el hábito lector desde edades tempranas presentan un lenguaje oral más elaborado, un vocabulario más amplio y una pronunciación más precisa. Sin embargo, los beneficios de la lectura no se limitan al desarrollo lingüístico: sus efectos de transferencia se extienden a múltiples dominios cognitivos.

Diversas investigaciones han demostrado que la práctica lectora regular fortalece habilidades como la conciencia fonológica, la atención sostenida, la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento y la capacidad de comprensión. Además, fomenta el desarrollo del razonamiento abstracto y lógico, así como de competencias socioemocionales complejas, tales como la empatía y la teoría de la mente, es decir, la capacidad de comprender y anticipar los estados mentales de otras personas.

En este sentido, puede afirmarse que la lectura actúa como un verdadero potenciador del funcionamiento cognitivo humano. No solo optimiza habilidades individuales, sino que también enriquece la vida en sociedad al facilitar la comprensión mutua, la comunicación efectiva y la participación reflexiva en contextos culturales diversos. La lectura, en definitiva, nos transforma.

- ¿Tiene que ser una lectura dirigida o es mejor que sigan gustos e impulsos?

- La lectura, al igual que cualquier otro aprendizaje formal, requiere de una enseñanza dirigida, especialmente en las etapas iniciales de su aprendizaje. En este sentido, es fundamental que los educadores conozcan y apliquen los principios pedagógicos respaldados por la evidencia científica. Ignorar estos principios y recurrir a métodos sin validación empírica no solo compromete la eficacia del aprendizaje, sino que también conlleva una pérdida de tiempo valioso para el docente y una fuente de frustración para el aprendiz.

Uno de los pilares fundamentales en los primeros años de instrucción lectora es la enseñanza del principio alfabético, es decir, la correspondencia sistemática entre letras y sonidos. Esta competencia constituye la base para una decodificación precisa y eficiente, y es clave para formar lectores competentes capaces de enfrentarse a nuevas palabras con autonomía.

Una vez consolidadas estas habilidades básicas, es altamente recomendable que el lector tenga la libertad de explorar textos acordes con sus propios intereses. Este enfoque fomenta la motivación intrínseca, el placer por la lectura y la consolidación del hábito lector a largo plazo. La clave reside en no forzar prematuramente la autonomía lectora, sino en acompañarla de forma progresiva, combinando una enseñanza estructurada al inicio con la posibilidad de que el lector, más adelante, tome decisiones basadas en sus gustos personales.

Podemos ilustrar este proceso mediante una analogía con el aprendizaje de la natación. En las primeras fases, es indispensable la guía de un instructor que enseñe al niño las nociones básicas para mantenerse a flote y desplazarse con seguridad. Con el tiempo, el aprendiz podrá decidir qué estilo practicar y cuándo hacerlo. Así como sería poco prudente lanzar a un niño al agua sin una instrucción previa esperando que llegue al borde por sí solo, tampoco es pedagógicamente adecuado exponer a los niños al universo literario sin haber establecido antes unas bases sólidas. Ambas habilidades -leer y nadar- pueden ser aprendidas, pero requieren un proceso de enseñanza estructurado, gradual y adaptado a las necesidades del desarrollo.

- A mí me llegaron a decir que incluso si leo el diccionario...

- En el desarrollo de la competencia lectora, la investigación ha identificado dos factores fundamentales que inciden directamente en la eficacia de esta práctica: la regularidad y la duración del tiempo dedicado a la lectura. En ambos casos, la evidencia es clara: a mayor frecuencia y mayor tiempo de lectura, mayores son los beneficios cognitivos, lingüísticos y emocionales asociados.

Leer diariamente resulta significativamente más beneficioso que hacerlo de forma esporádica, por ejemplo, solo durante los fines de semana. De igual manera, dedicar una hora diaria a la lectura produce efectos más profundos que limitarse a breves sesiones de diez minutos. Ambas variables -frecuencia y duración- tienen un efecto acumulativo que potencia los beneficios de la lectura sobre la comprensión, la memoria, el lenguaje, la atención y otros procesos cognitivos.

No obstante, también es cierto que incluso una práctica limitada puede resultar valiosa. Leer diez minutos al día, aunque sea un diccionario, es preferible a no leer en absoluto. Este tipo de lectura, si bien más restringida, puede favorecer la ampliación del vocabulario y estimular ciertos procesos atencionales. Sin embargo, su impacto en la motivación lectora podría ser limitado. Y la motivación es un componente esencial para la consolidación del hábito lector.

En definitiva, más tiempo y mayor regularidad en la lectura se traducen en beneficios más sólidos y duraderos, pero incluso pequeñas dosis pueden ser valiosas.

«La comprensión lectora tiende a ser superior cuando lee en formato impreso»

- ¿Las pantallas y la lectura son compatibles? Da la sensación de que antes nos íbamos con un libro a la cama y ahora seguimos sin poder despegarnos del móvil...

- La lectura en formatos digitales y en papel puede ser compatible. De hecho, en la actualidad es cada vez más común leer a través de dispositivos como tabletas o libros electrónicos, lo que amplía las posibilidades de acceso a los textos. Sin embargo, esta compatibilidad no puede extenderse a otros usos de las pantallas, como ver televisión, navegar por redes sociales o jugar a videojuegos.

Diversos estudios han puesto de manifiesto los efectos opuestos que estas prácticas pueden tener sobre el desarrollo cognitivo. Por ejemplo, se ha observado que cada hora adicional de lectura diaria se asocia con un incremento promedio de +2,5 puntos en pruebas de inteligencia cristalizada. En contraste, cada hora diaria adicional de visualización televisiva se ha vinculado con una disminución de -0,9 puntos en esta misma variable. Este patrón se replica en distintas dimensiones del funcionamiento cognitivo.

Estos hallazgos sugieren que, si bien los diferentes formatos de lectura (digital o impreso) pueden coexistir en una práctica lectora saludable, no ocurre lo mismo cuando se comparan las actividades lectoras con el consumo pasivo de contenidos audiovisuales. En este sentido, la lectura emerge como una actividad claramente asociada a beneficios cognitivos, mientras que la exposición excesiva a pantallas de entretenimiento tiende a mostrar asociaciones negativas, especialmente en la infancia.

- Tenemos el ebook, otro gran aliado.

- El uso de libros electrónicos y dispositivos digitales para la lectura representa una evolución natural del texto escrito, en consonancia con los avances tecnológicos y las nuevas formas de acceso al conocimiento. Actualmente, se estima que aproximadamente un tercio de los lectores utiliza estos dispositivos, cuyas ventajas son ampliamente reconocidas: acceso inmediato a miles de títulos, herramientas de búsqueda, personalización del tamaño de letra, diccionarios integrados y otras funciones que mejoran la accesibilidad y la experiencia lectora, especialmente para personas con dificultades visuales o necesidades específicas de aprendizaje.

No obstante, la expansión de la lectura digital ha suscitado una pregunta clave: ¿se comprende igual un texto leído en pantalla que uno leído en papel? Durante años, la investigación empírica no contaba con suficiente evidencia para responder con claridad a esta cuestión. Sin embargo, estudios recientes, incluyendo meta-análisis y revisiones sistemáticas, han comenzado a ofrecer respuestas consistentes que resultan especialmente relevantes tanto para la formulación de políticas educativas como para las decisiones pedagógicas en el aula.

Uno de los hallazgos más robustos indica que la comprensión lectora tiende a ser superior cuando se lee en formato impreso, especialmente en el caso de textos informativos. Estos textos, por su nivel de complejidad y demanda cognitiva, requieren una lectura más profunda, organizada y atenta, que parece favorecerse con el soporte físico del papel. En el caso de textos narrativos o de ficción, la diferencia entre formatos tiende a ser menor e incluso puede desaparecer.

La ventaja del papel también se acentúa cuando los lectores deben enfrentarse a límites de tiempo. Asimismo, se ha observado que los lectores con menor competencia lectora presentan más dificultades al leer en formato digital, lo que sugiere que este soporte puede añadir una carga cognitiva adicional a quienes aún no han consolidado habilidades lectoras avanzadas.

En consecuencia, no se trata de oponer un formato a otro, sino de promover una integración estratégica de ambos, en función del tipo de lectura y del objetivo pedagógico. Algunas recomendaciones prácticas en esta línea serían:

• No reemplazar el papel de forma indiscriminada, especialmente en contextos que requieren comprensión profunda, lectura crítica o estudio bajo presión temporal.

• Fomentar el uso del formato digital para lecturas breves, actualizaciones informativas, materiales interactivos o textos con contenido complementario que aprovechen las funcionalidades tecnológicas.

La complementariedad entre ambos formatos permite aprovechar lo mejor de cada uno, adaptando las prácticas lectoras a las demandas concretas para garantizar un aprendizaje de calidad.

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