¿Te desautorizan delante de tus hijos? ¡Ponle freno!
Las personas que desautorizan generan «una serie de efectos negativos tanto en los niños o adolescentes como en la dinámica familiar»
Leire Larrazabal
Lunes, 13 de mayo 2024, 19:14
En la difícil y ardua tarea de educar a los hijos se nos presentan una multitud situaciones a las que hay que sortear y hacer frente. Una de ellas es la desautorización. Y es que ante un simple mandato que lanza un padre o madre a su vástago, se puede encontrar con que otro le aconseja que haga todo lo contrario. Para más inri, esa otra 'autoridad' que nos echa por tierra nuestro mandato puede ser muy amplio y diverso. Así, «uno de los padres puede desautorizar indirectamente al otro progenitor al intervenir en decisiones o disciplina familiar, creando conflictos o desacuerdos respecto a la crianza», explica Diana Synelnyk, psicóloga colegiada del Colegio de Psicología de Bizkaia y psicóloga general sanitaria en el Centro de Psicología de PsyBilbo. Otros desautorizadores son los abuelos o familiares que contradicen las decisiones de los padres. Y ahí no termina el abanico porque «también los amigos de la familia cuestionan, ridiculizan o alientan comportamientos rebeldes. O incluso, los vecinos o figuras de la comunidad que interfieren en la toma de decisiones de los padres», advierte Synelnyk.
Las personas que desautorizan, ya sean padres, familiares, amigos u otros miembros de la comunidad, generan «una serie de efectos negativos tanto en los niños o adolescentes como en la dinámica familiar en general, que pueden tener efecto a corto y largo plazo», advierte la experta. Entre esos efectos podemos decir que provocan «confusión, desafío a la autoridad, inseguridad emocional, deterioro en las relaciones familiares o figuras de referencia y desarrollo de comportamientos problemáticos», enumera Synelnyk. Y la retahíla de consecuencias no termina ahí, ya que también puede acarrear «baja autoestima y desarrollo de comportamientos problemáticos en los niños, mientras que deteriora la relación familiar y afecta al desarrollo emocional y psicológico de los jóvenes», añade.
El estrés también influye
El problema de la desautorización es más probable que se manifieste «en familias en las que existen conflictos familiares, discrepancias respecto a la crianza, falta de comunicación afectiva entre padres e hijos, o cuando los niños o adolescentes sienten que sus necesidades emocionales o de desarrollo no están siendo atendidas adecuadamente», sostiene la psicóloga. Además, «factores como el estrés, presiones externas, falta de límites, modelos de comportamiento no apropiados, también pueden influir en que la desautorización aparezca en la familia», apostilla Synelnyk.
Entonces, cómo podemos poner remedio al tema de la desautorización. «Es fundamental establecer un ambiente de comunicación abierto y honesto en la familia, donde todos los miembros sean escuchados y valorados, formentando el diálogo sobre los problemas y preocupaciones, así como la expresión de emociones», aconseja. «Debemos reconocer y reforzar positivamente el comportamiento deseado puede ayudar a fortalecer la autoestima y la imagen del niño o adolescente. Por lo que es muy importante establecer límites claros y consistentes en la familia, y asegurarse de que todos los miembros comprendan las expectativas y consecuencias de su comportamiento, ya que ayuda a crear un ambiente seguro y predecible donde los niños y adolescentes sepan qué esperar y cómo comportarse», explica. Por último, «enseñar a los niños y adolescentes habilidades de afrontamiento efectivas que pueda ayudarles a manejar el estrés, la frustración y otros desafíos de manera saludable», concluye.
Y para hacer frente a la desautorización, lo más idóneo para que la desautorización no haga mella es «abordar de manera temprana y efectiva para que no se convierta en un patrón de comportamiento persistente», aconseja Synelnyk. Para ello, «hay que trabajar en mejorar la comunicación familiar, establecer límites claros y consistentes, fortalecer la relación entre padres e hijos, y abordar cualquier conflicto subyacente que pueda estar contribuyendo al problema», enumera. Y, cómo no, los profesionales de la salud mental, como los psicólogos, «pueden ser un valioso recurso para ayudar a las familias a abordar el problema de la desautorización y desarrollar estrategias efectivas para promover relaciones familiares saludables y funcionales», dice la experta, que lanza una última advertencia: «resolver las consecuencias de desautorización requiere de tiempo, esfuerzo y compromiso por parte de todos los miembos de la familia».