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Leire Fernández
Miércoles, 28 de mayo 2025, 22:15
Después de 'El monstruo de los abrazos', la pediatra Mar López publica 'El monstruo de las rabietas', un cuento para ayudar a los más pequeños, y a las familias, a gestionar la rabia de manera sana y no permitir que se quede 'enquistada' dentro.
- Mar, ¿lo primero que debemos hacer es diferenciar entre una rabieta y sentir rabia?
-Realmente es lo mismo, lo que pasa es que depende un poquito de la edad. Es decir, uno siente rabia en niños y en adultos. Todo el mundo siente rabia, es una emoción normal. Lo que pasa es que a veces los niños más pequeños la expresan de forma un poco más explosiva. Y con la edad, poco a poco normalmente aprenden a expresarlo de otra forma o desaprenden porque les han dicho durante tanto tiempo que no pueden hacer eso, pero sin darles una alternativa, que al final se la quedan dentro.
-Se suele decir que las rabietas se dan en torno a los 2 o 3 años, si se alargan en el tiempo ¿hay que tomar algún tipo de medida o es normal?
-Es normal que las tengan con 5 o 6 años. Lo que pasa es que suelen ser menos frecuentes. Normalmente a los 2 o 3 años es normal, incluso al año y medio, que exploten con mucha frecuencia por casi cualquier cosa, cualquier límite que encuentren. Y a los 5 o 6 años hay veces que explotan puntualmente por algo o más incluso por acumulación. Por ejemplo, a lo largo del día les ocurren varias cosas y después cuando estamos en casa tranquilos de repente le damos un vaso rosa en lugar de un vaso azul y hay una explosión brutal que decimos, ¿pero esto a qué viene? Porque no tiene nada que ver con lo que ha ocurrido. Es tan pequeño lo que ha ocurrido y tan grande su reacción... normalmente es una acumulación de muchas cosas. Una necesidad que no hemos cubierto. Nos levantamos, les metemos prisa para ir al colegio, les metemos prisa para volver, no hemos hecho nada de lo que ha querido el niño o niña durante el día, y al final ¡bum!, explosión.
-¿Cómo gestionamos sus rabietas sin caer nosotros también en la rabia?
Es que esto, fíjate que depende del adulto, conectará con una cosa u otra. Es decir, lo más frecuente es que su rabia nos conecte con la nuestra, porque a nosotros no nos dejaron expresar la rabia. Entonces lo vemos como una falta de educación, una falta de respeto. Como a mí de pequeño me dijeron que expresar esto era malo, esto no se podía hacer porque yo no respetaba al adulto y además a través del miedo nos hacían obedecer. Que lo haga mi hijo... qué vergüenza, o qué van a decir. Miles de pensamientos se nos cruzan por la mente y nos conecta con esa rabia nuestra.
Nosotros no hemos aprendido a sacar nuestra rabia de forma sana. Normalmente nos la quedamos dentro, no hacemos nada con ella o hacemos comentarios desagradables a nuestra pareja, a los que nos rodean o a veces hay algunos adultos que tiran cosas y las rompen y luego 'ay Dios mío, ¿por qué he tirado esto?'. No la sabemos gestionar de forma sana. Entonces realmente si el niño nos activa esa rabia, deberíamos gestionar la nuestra y después ayudarle a él.
-¿Y cómo gestionamos nosotros nuestra propia rabia de forma sana?
La mayoría de nosotros tenemos que aprender de adultos. Yo también he tenido que aprender a hacerlo de adulta y he ido probando diferentes cosas hasta que he visto que es lo que me ha funcionado mejor. Normalmente te recomiendan gritar en un cojín, en una habitación o pegar en un colchón, en una almohada o pegar a un saco de boxeo y normalmente en las primeras veces te cuesta mucho porque te notas extraño. Pero cuando empiezas a hacerlo te vas acostumbrando a hacerlo, de repente empiezas a notar un alivio muy grande y una sensación de no necesitar ni discutir a gritos con tu pareja nada porque ya has descargado esa rabia. Ya no te queda como esa rabia dentro, ¿no? Yo, por ejemplo, sentía la necesidad siempre de como hablar muy rápido.
Al final me daba cuenta de que todo eso era rabia sacada como en pequeñas dosis o de otra manera en la que me habían permitido hacerlo o en la que yo me permitía a mí misma. Pero es que al final la rabia es igual que cuando estás triste, que hay gente que no es capaz de llorar, que te dice es que quiero llorar y no me sale, pues es lo mismo con la rabia. Hay gente a la que le dijeron que llorar era de débiles o algo similar y le cuesta mucho llorar. Pues la mayoría de nosotros, nos dijeron «no te enfades, esto no, no se puede permitir» pero no nos recondujeron. Muchos hombres, por ejemplo, que en los hombres la rabia estaba mejor vista, lo sacan a través del deporte. Por eso a veces, tu pareja te dice, es que necesito ir a paddle, o es que necesito ir a fútbol... Porque es la única manera que se permiten de sacar esa agresividad de alguna manera que está bien vista. Pero muchas veces a las mujeres se nos permitió llorar, que a los hombres no, pero no se nos permitió sacar rabia.
- Precisamente por lo que dices, normalmente cuando los niños sienten rabia lo que intentamos es sofocarla, pero en el libro lo que enseña es a sacarla fuera. ¿Cómo podemos ayudarles a hacerlo de forma sana?
-Yo recomiendo observar al niño, porque hay niños que, por ejemplo, patalean en el suelo literalmente. Una pataleta de toda la vida. Probablemente ese niño necesitará pegar un cojín al colchón, tirar algo... Hay otros niños que nos pegan a nosotros, pegar un cojín, tirar una pelota, algo parecido probablemente. Hay niños que muerden, que muerden o se muerden a ellos o se muerden en ropa. A ese niño probablemente le irá mejor un mordedor, una pelota mordedora, un colgante mordedor o cualquier mordedor en función de su edad.
Hay niños que ves que les cuesta mucho sacarla y se la queda mucho dentro, porque probablemente nosotros tampoco lo estamos haciendo y nos está imitando. Si nunca he visto un ejemplo de cómo se hace o si en algún momento, cuando han intentado sacar la rabia, les han como asustado, les da mucho miedo sacarla. Estos niños o no la sacan o la sacan hacia ellos. Muchas veces se pegan ellos. Como no me dejan pegar a los demás, me pego yo.
Entonces, en estos casos, acompañarles es muy importante. Por ejemplo, yo te ayudo. Vamos a sacar la rabia. Vamos a probar. A ver el cojín. Pues tiras el cojín. Tiras la pelota. Pruebas a morder. Pruebas a gritar. Pero gritar desde la barriga, ¿sabes? Como con todo tu alma. Pruebas el saco de boxeo. Pintar fuerte. Cantar muy alto. Pisotear el suelo, pero con rabia, con todo tu cuerpo. Normalmente, fijándote en cómo suele descargar rabia, es como verás qué forma le va mejor.
-Lo de entender que todas las emociones son necesarias, ¿debemos aprenderlo más los adultos que los niños?
-Toda época tienes su descubrimiento, ¿no? Y en nuestra época fue la primera vez que cuidaban a los hijos activamente. Porque antes era como que los hijos iban al trabajo de los padres, los padres decidían absolutamente todo... Y en nuestra época los padres empezaron a querer cuidar de sus hijos, de alguna manera. Y nosotros lo que queremos ahora es cuidarles emocionalmente. Vamos como un paso más. Al final todo tiene su porqué y gracias a que venimos de ahí podemos cuidar emocionalmente a nuestros hijos porque hemos tenido otras cosas que nos han permitido ver esa necesidad que tenemos ahora. En lugar de lo que la gente piensa, de que vamos a hacer niños de cristal, lo contrario, van a ser mucho más fuertes que nosotros porque van a saber lo que tienen y lo que no. Van a saber decir que no. Es que solo saber decir que no, te hace ganar mucho. Van a poder expresar sus emociones. Es que al final una emoción enquistada es un adulto enfermo y nuestra sociedad tiene muchos problemas de salud mental.
-Mar, muchos expertos en neurodivergencia asocian cómo se comportan los niños en las rabietas para poder detectar que hay algún patrón para niños neurodivergentes. ¿Esto podría ser así? ¿O es simplemente un puntito más en las cosas que tienes que valorar?
No lo he leído, pero probablemente sí. O sea, me parece normal, me parece natural. Porque al final cuando existe esta neurodivergencia muchas veces lo ves en el movimiento normal del niño. Ni siquiera cuando está enfadado porque a lo mejor puede tener, por ejemplo, manierismos. O a veces hacen ruidos como de autorregulación. Que no tiene por qué cumplir ningún diagnóstico. Simplemente pues como una peculiaridad que digamos, ¿no?
Antiguamente el neurodivergente era solo el TEA o el TDAH. Y ahora resulta que yo tengo un cerebro que funciona un poco de forma distinta y hay veces que todo el mundo piensa en martillo rojo y yo pienso hacha azul. Siempre hay un tanto por ciento mayor de la población que vive en un tipo de mecanismo de su cerebro que funciona parecido va de A a B. Simplemente yo lo veo como enriquecedor.
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