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Leire Fernández
Domingo, 11 de mayo 2025, 23:25
Alba Gutiérrez se estrenó como madre en 2023 y descubrió que todo lo que le habían contado se quedaba corto. Para acompañar a otras mujeres que estén pasando o vayan a pasar por la experiencia ha escrito un libro que ya apunta maneras desde el título. 'Madres recién paridas' no pretende ser un manual de 'uso' sino más bien de disfrute de uno de los periodos más bonitos de la vida, pero también más transformador.
-Cuando nace un bebé, nace también una madre...
-Sí, y de ahí también el título del libro. Al final yo creo que la maternidad te transforma muchísimo y todo el mundo piensa quizás en esa criatura que acaba de venir al mundo, pero todos los cambios que experimentamos las mujeres, tanto a nivel físico, como a nivel emocional, como a nivel psicológico,... Al final te hace ser una nueva versión de ti misma, que seguramente supera tus expectativas en el sentido de que te van a pasar muchas cosas que pensabas que no te iban a ocurrir y vas a empezar a hacer cosas que pensabas que no ibas a hacer, y te hace echar un poco de menos a la mujer que dejas atrás y descubres un poco otra persona en ti misma. De ahí ese nacimiento también en nosotras, no solo en el bebé.
-Quienes dicen que no van a cambiar su vida tras tener un hijo, ¿son unos ilusos?
-Pues sí, lo que pasa es que me da la sensación de que cuando la gente te dice que la maternidad o la paternidad te va a cambiar, se hace siempre desde una óptica muy negativa. Yo creo que hoy en día el mayor miedo que tienen las mujeres de mi edad o las que se plantean ser madres con 30 años o incluso con más, es que se piensan que se les va a acabar la vida que tienen y que es hacer el máximo sacrificio. Y sí, la vida te va a cambiar, pero eso no quiere decir que vaya a ser para mal. Al final es una decisión importante, pero todo cambio en la vida no nos lo planteamos de una manera tan catastrofista como esta.
-¿Con el libro buscas sobre todo acompañar?
-Sí, porque a mí lo que me pasó cuando llegué a casa es que empecé a enfrentarme un poco a la realidad del postparto, que es una realidad bastante oculta, porque todo el mundo te cuenta las cosas bonitas, pero las cosas que son más complicadas o más difíciles muchas veces nos las guardamos para nosotras. A veces por no parecer exageradas, por no mostrar esta parte un poco oscura, o por sentirnos culpables también de hablar mal de la maternidad cuando normalmente tenemos que estar súper felices, porque es el momento más feliz de nuestra vida.
Y claro, para muchas mujeres no es así, porque hayan tenido un parto que no ha sido el deseado, porque al nacer su criatura han tenido un momento difícil o se encuentran que psicológicamente las está sobrepasando esta nueva situación. Yo tuve muchos problemas con la lactancia, por ejemplo, y me ayudó mucho buscar por Internet testimonios de otras mamás que compartían sus experiencias para sentirme un poco acompañada y sobre todo esa sensación de no ser la única.
Porque a veces lo que pasa es que te lo callas porque piensas que solo te pasa a ti y que debes buscar la solución. Y de ahí también un poquito el error que cometemos de no pedir ayuda de manera inmediata o a nuestro entorno o a nivel profesional. Piensas que se va a resolver por una misma y a veces no tenemos las herramientas.
Evita hacerte muchas expectativas o muchas ideas futuras sobre cómo va a ser tu maternidad, porque lo que hace es quitarte presión y quitarte culpa ante cosas que piensas que van a pasar.
Todas aquellas opiniones que te den, intenta abrazar aquello que creas que te va a aportar y el resto, olvídalo.
Cuídate. En los momentos en que sientas que no lo estás haciendo bien o que no eres una buena madre, por el simple hecho de plantearse esto, ya lo estás haciendo bien. Tenemos que darnos más valor a nosotras, intentar no machacarnos tanto y disfrutar más la maternidad desde la humildad y desde el cariño propio.
-¿Por qué se critica tanto a las mujeres que hablan claramente sobre la maternidad?
-Es que yo creo que pertenezco a una generación de madres que por primera vez nos estamos un poco envalentonando y estamos cogiendo las riendas para cambiar el cómo se habla de la maternidad. No solo hablar de esa maternidad de color de rosa y maravillosa que parece que sea más una penitencia, algo que debemos creernos, que no realmente lo que estamos viviendo.
Una doctora que leyó el libro me dijo que a veces es muchísimo más positivo leer sobre sentimientos que no sobre cómo hacer las cosas. Y al final ser madre parece que tenga un abc de unas instrucciones a seguir. Tienes que ser sacrificada, siempre tienes que estar contenta porque claro, traer un hijo es lo mejor que te puede pasar, y no te puedes quejar porque es algo que has decidido tú...
Yo creo que poner sobre la mesa que la maternidad no es solo esto, sino que también es un reto, que también se pasan momentos complicados, que estamos en una sociedad que muchas veces no cuida a las madres, que los niños cada vez estorban más y que a veces lidiar con eso también es difícil. Creo que, al final, el objetivo del libro también es hacer un poco de crítica a todo esto y poner en manifiesto que es necesario hablar de la parte no tan buena.
Y hay que separar un poco la vivencia de lo que es una mujer, no por el simple hecho de tener un hijo, te tienes que poner una cruz a la espalda y apechugar con todo. Al final está bien quejarse, está bien pedir ayuda, está bien decir que estás cansada, que no puedes más, que te esperabas otra cosa. Y a partir de aquí seguir adelante y darte tiempo porque al final todo va encajando como un puzle y cada maternidad es un mundo y cada mujer lo lleva como puede.
-Alba, una de las cosas que se habla mucho últimamente respecto a la maternidad es la culpa. Pero hay una emoción que igual se habla menos de ella, pero que también está muy presente, que es el miedo, que tú sí le mencionas. Se aprende a vivir con miedo constantemente.
-Sí. A mí, por ejemplo, me sorprendió mucho porque yo era una persona como muy feliciana y no pensaba en que me pudiera pasar algo. Y en el momento en el que tuve a mi hija es como que de repente tuve mucho miedo a morirme. Era una cosa que me callé mucho porque me daba vergüenza explicarlo. De hecho cuando decidí escribir el libro fue uno de los capítulos que dejé para el final porque no sabía bien cómo abordarlo porque me provocaba incluso culpa, como que era egoísta por pensar eso.
Y una lectora me escribió para decirme que justo ese apartado le había emocionado mucho porque a ella le pasaba lo mismo y nunca lo había dicho. Es otra de las cosas que a lo mejor piensas que te pasa a ti sola y al final compartes con las demás.
Pero sí es verdad, tienes miedo, a no estar a la altura, a no saber criar bien a tu hija, que cuando crezca el recuerdo que pueda tener de ti no sea el que tú crees, miedo a que te pase algo y no poder estar con ella, miedo a que le pase algo a ella... Es convivir con estas miedos que tienes y que no sabes muy bien cómo gestionar. De hecho en el libro, en las primeras páginas, pongo una frase de Linda Wooten que hablaba un poquito de eso: «Ser madre es aprender acerca de los puntos fuertes que no sabías que tenías y lidiar con los temores que no sabías que existían». Y al final también en ese miedo hay algo bonito. Hay una vulnerabilidad que te permite descubrir una parte de ti que quizás nunca habías descubierto, una tecla que nunca habías tocado.
Pero bueno, se va gestionando. Con el paso del tiempo seguramente tenga miedos nuevos y culpas nuevas.
-Alba, ¿qué es el baby blues?
-Pues mira, yo cuando vi a mi hija, vino mi ginecóloga a verme y estaba muy contenta. Me preguntó cómo estaba y le respondí que súper feliz. Y me dijo «mañana estarás llorando, porque hay un bajón de hormonas, te aviso para que no te asustes». Yo pensé que no me iba a pasar, porque había tenido un parto maravilloso, mi hija estaba genial, yo me encontraba bien, o sea, sí, me daba miedo ir al lavabo, pero estaba bien. Y justo a los dos días, empecé a sentirme súper nostálgica, miraba a la niña y solo podía llorar, estaba como emocionada por todo. Cuando llegué a casa, investigué un poquito lo que me dijo mi doctora, y entonces entendí lo del baby blues. Cuando la oxitocina del parto y de los últimos momentos de embarazo baja, estás en esa montaña rusa de hormonas que te hace sentir esa tristeza, que mucha gente incluso lo llega a confundir con una depresión postparto, o un inicio de depresión postparto y no llega a ser eso.
Es una cosa que normalmente nos pasa a muchas y te asusta un poco, porque te hace sentir mal también, ¿por qué me siento así? Si tendría que estar contenta, si estoy bien, si mi bebé está bien...
Pero es algo químico, es algo de tu cuerpo que no puedes controlar. Lo que es importante es saber cuándo eso se va de las manos, cuando a lo mejor esta tristeza se prolonga y ya llevas dos o tres semanas así, y estás decaída, a lo mejor ahí sí que tienes que buscar ayuda, porque quizás lo que estás pasando es otra cosa.
-Dices que la mujer pasa a segundo plano cuando da a luz, ¿esto repercute en que no se detecten las depresiones postparto?
-Sí, es que todo va ligado. Hay una diferencia enorme cuando estás embarazada. Todo el mundo te cuida, tú misma también te cuidas mucho la alimentación, haces ejercicio, paseas, duermes, descansas,... Y cuando viene tu bebé todo se va ahí. Que es normal, porque llama mucho la atención, pero es verdad que muchas veces se olvidan un poco de preguntarte cómo estás tú. Porque al final tú te tienes que adaptar a todo eso que se está adaptando el resto, pero con unos cambios físicos y emocionales muy fuertes.
Estás en un momento muy vulnerable, entonces, se agradece mucho que las personas del entorno estén por ti. No tanto en plan, «yo te cojo al niño», no. La que tiene que estar con el bebé es la mamá. Haz un tupper. Lo mejor que podéis hacer cuando vais a ver a una mamá recién nacida es que le llevéis tuppers, porque ella tiene que estar por el bebé y para cuidarse ella. Y respetar sus tiempos y que muchas veces los primeros días te cuesta dejar al bebé a los demás. Al final es muy animal. En la naturaleza, los cachorros están con sus madres todo el día encima. Y a ti parece que si te dejas el bebé encima todo el día estás haciendo algo mal.
-Hablas también en el libro de los problemas que te encontraste para darle el pecho, ¡qué importante es contar con gente que te entienda y te oriente! Pero la realidad es que no hay, de manera general, asesorías de lactancia...
-No, de hecho, yo critico mucho que, en muchos casos, se convierte en un privilegio. Porque yo al final, por ejemplo, vivo en una gran ciudad como Barcelona y tengo muchas herramientas a mi alcance. Pero hay mamás que económicamente no pueden costearse a lo mejor una consulta psicológica o una asesoría de la lactancia privada.
Entonces, yo tuve muchos problemas con la lactancia. Es verdad que tardé en pedir ayuda porque pensaba que era una cosa que podía superar por mí misma. Y esto me provocó que las dos primeras semanas estuviera fatal a nivel anímico e hice una mastitis. Y al final me ofrecieron la oportunidad de tener una asesoría. Pero claro, en un hospital privado.
Sí que es verdad que cada vez hay más voluntarias que hacen grupos de apoyo a madres. Cada vez hay más centros en los que las mamás pueden acudir. Pero me da la sensación de que no todo el mundo tiene acceso a esto. Y creo que aquí desde Sanidad deberían poner más el foco. Porque al final te dan el alta tras 40 días de la cuarentena. Te visitan dos veces. Unos días después de dar a luz y después te dan el alta de la cuarentena y ya está la siguiente. Y piensas, ostras, es que un acompañamiento psicológico, una revisión fisiológica de cómo se te ha quedado el suelo pélvico, por ejemplo.
A veces te quedan unas secuelas físicas que afectan mucho a tu vida, a tus relaciones sexuales... Y creo que debería haber más recursos disponibles para que las madres cuando salgan del hospital pudieran hacer sus revisiones psicológicas y fisiológicas sin tener que estar pagando un dineral por ello.
-¿Una de las cosas que hay que tener clara es que no podemos tenerlo todo controlado cuando nos convertimos en padres?
-No, no, no. Perder el control un poco de tu vida y de lo que te gusta es de las cosas que dan más miedo. Yo creo que cuanto antes sepas que las cosas requieren un tiempo y requieren una adaptación mejor... Yo me di cuenta de que con un bebé recién nacido, el primer mes, puedes hacer una cosa al día. Y ya veremos si llegas a tiempo para hacerla. Parece imposible, cuando te lo cuentan, que tardes tanto en salir de casa y tardes tanto en hacer las cosas que antes, a lo mejor, en 10 minutos, habías hecho, pero es que es así.
Y no te debes frustrar. Debes entender que a veces tú planeas en tu cabeza un viaje con tu hijo y piensas que va a ser maravilloso y de golpe te pilla un berrinche en medio de no sé dónde y te tienes que ir. Tienes que lidiar con esas cosas. Saber que tienes que vivir tu realidad de una manera distinta e intentar que tu hijo o tu hija esté en las cosas que te gustan. Pero sabiendo que no va a ser igual y que te tienes que adaptar también a ellos, igual que ellos se adaptan a ti. Y saber que vas a perder el control en muchas ocasiones, que hay que tener paciencia, que hay que adaptar los ritmos y que todo son etapas en la vida y que poco a poco todo se pone en su sitio.
Uno de los temas de los que menos se habla cuando se tiene un hijo es de ese momento tras el parto, en el que debes ir al baño por primera vez y que Alba no ha dudado incluir en su libro. «Es que da muchísimo miedo. Es que yo me acuerdo esos momentos... Es que nos cuesta hablar de esto. Casi todas mis seguidoras o la gente que me preguntaba sobre mi embarazo, todo el mundo estaba como súper preocupado por el momento del parto. Y yo pensaba, pero es que tú no sabes el día siguiente», exclama. «Yo recuerdo pánico absoluto porque yo tuve un parto vaginal y estaba todo tan hinchado y yo pensaba que se me iban a saltar los puntos. Ahora me río, pero en ese momento era como, madre mía, ¿pero qué ha pasado aquí? A mí no me habían contado que esto se quedaba así. Y me daba miedo hasta mirarme en el espejo y pensaba, esto es imposible que vuelva a lo de antes. Luego te sorprendes de lo rápido que vuelve a estar igual».
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