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Leire Fernández
Domingo, 9 de abril 2023
La adolescencia es una etapa complicada de la crianza pero a la vez fascinante. Buscar las formas de comunicarse con los hijos en estas edades es clave para no romper vínculos y lograr reconectar cuando pase. Míriam Tirado es consultora de crianza y periodista especializada en temas de maternidad y paternidad. Muchos padres ya están acostumbrados a sus cuentos, como 'El hilo invisible' o 'Tengo un volcán', y sus libros de ayuda para lograr una crianza en positivo, como 'Rabietas'. Ahora, saca a la venta el primer libro de una nueva serie para preadolescentes y adolescentes, 'Me llamo Goa, el día que se paró el mundo', en la que la protagonista es una niña que acaba de cumplir 12 años y que se enfrenta a los cambios propios de la edad y a los que suceden en su particular familia. 'Disfrazada' de historia juvenil nos da pautas y claves para entender a nuestros hijos y para que ellos mismos se entiendan en una de las etapas de más carga emocional de su vida.
Los padres estamos acostumbrados a tus libros, pero Goa está más pensada para los adolescentes, ¿qué se van a encontrar?
Un libro muy fresco realista y con cosas que también les pasan a ellos. Creo que se pueden sentir muy identificados y que se lo van a leer muy rápido. Se van a encontrar lo que viven en el cole, con sus padres, en las redes sociales, les va a ayudar a comprender el mundo y lo que están viviendo.
¿Nos puede servir para conectar con ellos en estas edades tan complicadas?
De hecho me preguntaba una madre si se lo podía leer ella y yo creo que sí. Muchas veces pecamos de considerar que lo que viven nuestros hijos son cosas menos graves o preocupantes que nuestros problemas y creemos que todo es fácil para ellos pero no es verdad. En estas edades se sufre mucho y en cada edad lo que vivimos para nosotros es lo más importante. Cuando tienen 12 años y están viviendo un cambio físico y hormonal tan importante... creo que puede ayudar a los padres a entenderles mejor.
En el libro se habla mucho de los cambios, ¿cómo podemos gestionarlos para que no nos vuelvan locos a todos en casa?
Primero viendo que es algo normal y que el hecho de que llegue es maravilloso porque significa que todo va como debe ir y nuestro hijo está vivo. Luego informarnos, a lo mejor el adolescente que fuimos no fue acompañado como necesitábamos, y sí, todo es muy intenso y ellos se distancian, pero van a volver. No tenemos que vivirlo con miedo, porque luego ¿cómo vamos a reconectar? El miedo nos aleja. La información siempre es buena para relajarnos y tomar las cosas con perspectiva.
Y si recordamos nuestra propia adolescencia veremos que también tuvimos nuestros momentos y luego tenemos la relación que tenemos con nuestros padres. Pero hay gente que ve el cambio como algo malo, pero es algo inevitable, es inherente a la vida, y nuestros hijos necesitan cambiar, es sano que cambien, que se distancien, que encuentren el individuo que son y que han venido a ser. Y nosotros tenemos que tomar cierta distancia, nos necesitan, pero en la retaguardia. Pero tenemos que seguir estando ahí para ellos.
Y ¿si no nos gusta el individuo en el que se están convirtiendo?
Pues mala suerte, jajajajaja. Yo siempre digo que hay que confiar en lo sembrado. También nos pasaba cuando tenían 4 años y tenían rabietas, seguro que en aquellos momentos tampoco nos caía muy bien. Hay que ver debajo de las capas, sigue siendo nuestro hijo y hay que confiar en lo que hemos ido sembrando durante toda la infancia, la vida es un sinfín de causa-efecto. Puede ser que en algunos momentos vayan por mal camino, pero si estamos ahí y les ayudamos volverán a encauzarse.
Cuando son más pequeños es más fácil gestionar ciertos conflictos, pero en la adolescencia necesitamos otros recursos, no nos sirve de nada lo anterior, ¿tenemos que resetearnos?
Claro, tenemos que buscar nuevas vías, nuevos canales y nuevas formas de comunicación. Muchos de los conflictos que se dan entre padres y adolescentes es porque no nos comunicamos bien, normalmente los padres. Siempre vamos al rebufo. Nuestro hijo siempre crece más rápido de lo que nosotros llegamos a esa etapa. Vamos un poco tarde y cuando llegamos sacando la lengua creemos que nos va a funcionar lo que nos funcionaba y no, tenemos que reaprender como volver a comunicarnos con él. Y eso lleva un proceso. Si somos humildes y reconocemos que somos individuos en continuo aprendizaje, que no lo sabemos todo y que tenemos que volver a informarnos no habrá problema y nos volveremos a poner en sintonía, pero si creemos que lo sabemos todo y que lo que hacíamos con 9 años nos va a seguir funcionando, no nos vamos a entender
Y luego que lo que funciona con un hijo no tiene por qué funcionar con otro...
Claro, con el segundo pensamos que será más fácil porque ya hemos pasado por una adolescencia y cada niño tiene unas necesidades diferentes. Y cada niño necesita que seamos un padre de una forma u otra dependiendo de cómo es el. No nos escapamos del aprendizaje continuo. Es agotador, lo reconozco, pero es lo que hay.
¡Qué bonita la ma/paternidad!
Es bonita, intensa y a ratos muy difícil, pero es una transformación. Yo creo que nuestros hijos nos hacen mejores porque nos obligan a revisarnos, a cuestionarnos, y a cambiar muchas cosas que a lo mejor no habíamos sido conscientes de ello. Y esto es bueno.
Otro de los temas que tratas es el del grupo de amigos, ¿cómo podemos ayudarles a que estas sean relaciones saludables? Primero habiéndoles tratado de una forma sana. Si nosotros usábamos a menudo como padres la manipulación, él la tendrá normalizada como forma de comunicación con otra persona. Luego ayudándoles a identificar la toxicidad, desde que son pequeños, desde los 5 o 6 años, ayudándoles a reflexionar y cuestionar lo que no es sano. Que vean que nosotros paramos esa toxicidad. Y poniendo nombre a las cosas, 'no cariño eso es chantaje', o 'eso es soborno'… así para que cuando lleguen a la adolescencia, que ya no nos van a preguntar, ni van a compartir lo que les ocurre con sus iguales, que tengan los recursos para identificar las cosas que no les hacen bien. Y en el caso de los primeros amores, ¿qué importancia tenemos que darles a esas primeras relaciones que tienen en estos años? La que tiene para nuestro hijo. Para ellos es importante y muchas veces su día gira en torno a si le mira o no le mira, quizá importancia tiene poca pero es el inicio de otro tipo de relaciones que hasta ahora no se habían dado. Empiezan a darse cuenta de que sienten cosas que antes no sentían. Es bonito y lo hemos vivido todos, tienen que explorarlo y no tiene que preocuparnos en absoluto.
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