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Leire Fernández
Martes, 3 de junio 2025, 19:48
Los hogares tienen un alto impacto ambiental aunque normalmente pensemos que este tema nos queda grande. Para que tomemos consciencia, Laura Peinado, creadora de contenido sobre vida sostenible en redes sociales, ha publicado su primer libro 'Crea tu hogar sostenible' en el que da las claves para que mediante pequeños cambios, logremos una enorme transformación en nuestras casas y en nuestro entorno y aportemos nuestro granito de arena para mejorar el mundo.
-Laura de todas las cosas que podemos hacer las familias para cuidar el planeta, ¿cuál crees que es la más importante?
-Yo diría que lo primero es empezar a concienciarnos, al final puedes hacer muchísimas cosas, depende de cada familia van a ser distintas, no hay algo que digas esto tiene que ser... Lo más importante es ese cambio de mentalidad, el querer cambiar las cosas, el querer hacer cosas mejor y de manera más sostenible y ese cambio va a hacer que cambien nuestros hábitos en general.
-¿Necesitamos un poco que nos obliguen, por ejemplo, por el tema del reciclaje o que nos paguen como hacen en otros países para que lo hagamos?
-Es verdad que aquí el bolsillo cuando nos lo tocan como que nos duele más, ¿no? Y yo creo que ahora con la nueva ley que se va a implementar, además del reciclado, la separación de residuos, en la que vamos a pagar una parte que luego nos van a devolver, creo que sí, que igual va a hacer que la gente recicle más, que separe mejor los residuos, porque bueno, te toca el bolsillo. Hasta ahora los que reciclaban eran la gente que estaba un poco más concienciada, pero aquí creo que todavía tenemos demasiado metido en la cabeza que no sirve para nada y que al final luego todo se mezcla. Es un poco un mito muy extraño.
-¿Para ser sostenible hay que tener un alto poder adquisitivo?
Sí es cierto que hay cosas que son más caras. Por ejemplo, los productos ecológicos. El local depende porque yo voy al mercadillo o al rastro a comprar la fruta y la verdura y me sale más barata que la mayoría de supermercados y mejor calidad. Entonces, yo creo que también depende un poco de dónde vayas a comprar. Pero sí que tenemos muy metido que la sostenibilidad es cara cuando para nada.
Nuestras abuelas, nuestras tatarabuelas, eran muchísimo más sostenibles que nosotros y no por concienciación ni mucho menos. Simplemente era porque había menos y tenían que optimizar mejor los recursos, aprovecharlo todo, reutilizar. Al final yo creo que la base de la sostenibilidad, pues tiene que ser eso. El reaprovechar, el reutilizar, evitar comprar cosas que no necesitamos. Y no el hecho de tener que comprar todo en versión sostenible.
-Planificar mejor la alimentación Más basada en vegetales, comer más legumbre y evitar todo ese desperdicio alimentario y reducir un poco el impacto de nuestra dieta.
-Pasarnos a una cosmética sólida Vamos a reducir muchísimo en envases, en tóxicos, vamos a alargar muchísimo el uso de los productos.
-Apostar por un buen aislamiento Tanto en invierno como en verano. Ya no solo aislar la casa, sino en invierno usar textiles como cortinas, alfombras, ponerte una bata para intentar no tener que subir tanto el termostato y tener la casa mejor aislada. Y en verano mejorar la ventilación natural, cerrar las persianas en las horas de más calor...
-Tomar mejores decisiones de consumo. No tenemos que comprar tantísimo, no hace falta tener los armarios llenos, ni llenar a los niños de regalos en cumpleaños y Navidad.
-Aprender a ser más conscientes de nuestras acciones y de nuestras compras Intentar optar por la opción más sostenible a la hora de comprar, a la hora de tomar una decisión, siempre que podamos.
-En tu libro nos encontramos datos tan curiosos como lo que contamina un sofá o las toneladas de alfombras que se tiran al día, ¿somos conscientes de todas las cosas cotidianas que contaminan?
-Yo creo que no. Yo creo que para nada somos conscientes del impacto que tiene nuestra vida diaria. Ya no es solo todo lo que tiramos, no, todo lo que producimos, todo el residuo que no se ve.
Porque, por ejemplo, la tecnología produce muchísimo residuo que no vemos, la contaminación del aire, la contaminación del agua...
-¿Qué crees que es lo que hacemos peor?
-Yo creo que negar la realidad de todo esto. Ya no solo la crisis climática, porque creo que hay muchísima gente ya concienciada. Pero negar el hecho de que las cosas de verdad contaminan, de que se produce muchísimo residuo por todo lo que hacemos a diario. El desperdicio alimentario, el tema de la movilidad, ¿no? De coger el vehículo propio. Ciertas cosas a lo mejor que las tenemos tan metidas que no queremos ser conscientes de la contaminación que producen.
-Lo del desperdicio alimentario sería abrir un melón...
Sí, es un gran melón porque es un problema muy grave a nivel mundial. Y creo que ni la gente está concienciada, ni se está haciendo lo suficiente por concienciar. Y no es normal estar desperdiciando cerca de un tercio de la comida que se produce.
-Dentro de nuestra casa, ¿cuál sería la habitación que más contamina? ¿y en la que más podemos hacer para mejorar su sostenibilidad?
-Está bastante reñido entre dos, que sería la cocina y el baño. Depende un poco de cada familia. Al final, la cocina, si incluimos también el armario de la limpieza, pues va a ser siempre el impacto mayor. El desperdicio alimentario, los residuos que se producen con el tema de la compra, el tema de la limpieza. Creo que es una estancia en la que se contamina mucho.
Luego también el baño, por los productos de higiene que utilizamos, los envases, los tóxicos que llevan dentro, el desperdicio de agua, el desperdicio de energía... Creo que esas dos están ahí como muy reñidas.
Y en ambas se puede hacer muchísimo cambio. En la cocina se puede empezar a planificar mejor las comidas para evitar el desperdicio. Se puede empezar a comprar de otra manera, a granel, en envases más grandes, irte al mercado a comprar... Para intentar reducir también esa parte de residuos.
La limpieza hay un apartado en el libro que hablo de cómo limpiar de manera más sostenible, sobre todo con menos productos que no sean tóxicos. Y luego en el ámbito del baño, por ejemplo, pues pasarte a una cosmética sólida, ser más conscientes del uso del agua, pasarte a una higiene dental que también sea más sostenible, con un cepillo de dientes que sea o de bambú, o de plástico reciclado que sea solo cambiar el cabezal.
Creo que hay muchísimas cositas que podemos ir haciendo en ambas estancias para mejorar.
-Como dices uno de los consejos que das en el libro es elaborar nuestros propios productos de limpieza y de higiene, ¿esto es factible? porque tiempo lo que se dice no solemos tener.
-Pues, a ver, hay ciertas mezclas que muestro en el libro que es que son tan sencillas que realmente te lleva más tiempo ir al supermercado a comprar otro producto casi que hacer eso. Por ejemplo, la mezcla de vinagre con agua, que es un multiusos, que te vale para absolutamente toda la casa. ¿Cuánto tardas en hacer eso? Nada.
Y luego para otros productos, pues siempre puedes preparar una cantidad y luego reutilizarla para más veces. Yo creo que si te planificas al final, para hacer esas cuatro cositas básicas, sí que podríamos hacerlo y no habría ningún inconveniente. Pero bueno, siempre también tienes la opción de apoyar a un comercio pequeño y sostenible. Hay comercios que lo están haciendo súper bien, sacando productos se basan en esta limpieza más sostenible.
-Según cuentas en el libro hay una encuesta que dice que el 41% de las personas son más conscientes de la necesidad de cuidar el medio ambiente al ser padres. Lo de dejarles un planeta mejor nos motiva.
Sí, yo creo que sí. Y eso que dicen que los que tenemos hijos contaminamos más que los que no los tienen. Pero yo creo que aparte de querer dejar un planeta mejor, los niños son mucho más inocentes que los adultos. Y son mucho más conscientes de lo que afecta a las cosas.
A mí me da esa sensación, son mucho más sensibles al proteger a los animales, proteger el planeta, no querer ver las cosas sucias. Yo creo que los propios niños son los que igual te llaman o te obligan a tratar de ser más sostenibles también¡. Porque ¡dices cómo un niño pequeño está pensando en estas cosas y yo que soy una persona adulta no lo estoy haciendo.
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