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«Me pasé la vida callada, asumiendo un dolor que no me correspondía», denuncia Claudia Campillo.

«El abuso sexual infantil es un tabú y muchas veces las familias prefieren mirar hacia otro lado»

El libro 'Alas', de Claudia Campillo, es un relato de una niña que vivió y sobrevivió a abusos sexuales infantiles

Leire Larrazabal

Viernes, 16 de mayo 2025, 19:12

La vida te da muchas sorpresas, y algunas de lo más desagradables. Claudia Campillo cuenta en su libro 'Alas. Historia de un cuerpo herido', la terrible vivencia que padeció en primera persona por los abusos sexuales cometidos sobre ella por parte de su abuelo materno. Un infierno que sufrió desde los 7 hasta los 22 años. Como víctima y superviviente de abusos sexuales infantiles (ASI). Del dolor surgió su pasión por la educación social y la justicia. Por ello, usa su historia para romper el silencio y crear un mundo más seguro. Su compromiso es acompañar a quienes han vivido experiencias similares y empoderar a una nueva generación libre de violencia a través de ponencias y talleres. Para ello, ha creado Mar Mariposas, la asociación que se dedica a llevar a cabo esta labor.

- ¿Hay heridas que nunca se cierran y el abuso infantil es uno de ellos?

- Las heridas del abuso infantil dejan cicatrices profundas, pero no significa que no podamos aprender a vivir con ellas. No es tanto 'cerrarlas' como integrarlas en nuestra historia sin que nos definan. Se aprende a convivir con el dolor, a resignificarlo y a recuperar la vida que nos robaron.

- A los 7 años empieza tu calvario.

- Sí, de los 7 hasta los 22. Hoy no me quedo solo con el dolor, también empieza mi historia de resistencia, de lucha y de transformación.

- Y se te juntaron el dolor físico (operación de corazón, mioma, pierdes un ovario, apendicitis...) y el emocional. Sufres ansiedad, depresión...

- Mi cuerpo hablaba lo que yo no podía expresar. El trauma se manifiesta de muchas formas, y en mi caso, también a través de problemas de salud. Fue un camino muy duro, pero me hizo aún más consciente de la importancia de cuidar no solo la mente, sino también el cuerpo.

- Con 19 años empiezas a estudiar Integración Social y el testimonio de una víctima de ASI es la que te hace abrir los ojos. 12 años, que se dice pronto.

- Exacto. Escuchar a otra persona poner palabras a lo que yo había vivido fue como un espejo en el que, por primera vez, me reconocí. Me hizo entender que lo que me había pasado tenía un nombre y que tenía derecho a romper con el silencio.

- La mayoría de tu familia te cree, excepto los hijos del abuelo acosador, tus tíos que vivían en Suiza.

- Es una realidad muy común en estos casos. El abuso sexual infantil es un tabú y muchas veces las familias prefieren mirar hacia otro lado antes que enfrentarse a la verdad. Yo me quedo con quienes sí me creyeron y me sostuvieron cuando más lo necesitaba.

- En su lecho de muerte le dices a tu abuelo acosador: 'El único favor que me puedes hacer es que te mueras, me has destrozado la vida y nunca te voy a perdonar'.

- Sí, y no me arrepiento de haberlo dicho. Me pasé la vida callada, asumiendo un dolor que no me correspondía. Ese día rompí con el silencio y puse palabras a mi verdad. No fue un acto de odio, sino de liberación.

- Sufriste depresión y hay otra lacra a la que también tuviste que hacer frente: la salud mental.

- Así es, porque el abuso no solo deja huella en el pasado, sino en el presente. La salud mental sigue siendo un tema estigmatizado, pero es fundamental hablar de ello sin miedo. Pedir ayuda me salvó la vida, y hoy sé que la terapia y el acompañamiento son clave en el proceso de sanación.

- ¿También tuviste pensamientos suicidas?

- Pues sí, porque cuando el dolor es tan grande y sientes que nadie te entiende, es fácil caer en la desesperanza. Pero aprendí que esos pensamientos no son el final, sino una señal de que necesitas ayuda. Hoy miro atrás y me alegro de haber resistido.

- Dice en el libro «la sanación es un viaje, pero no lineal, sino una serie de idas y vueltas, de pequeños pasos hacia delante y grandes retrocesos». 

- Sanar no es un destino al que llegas y ya está. Es un proceso con altibajos, momentos de avance y otros de retroceso. Y eso está bien. Lo importante es seguir caminando, aunque sea despacio.

- En su cuenta personal @claudiamcampillo recibe a diario decenas de historias terribles.

- Sí, y aunque es duro, también es un recordatorio de por qué hago esto. Muchas personas viven en silencio, sintiéndose solas, y si mi historia puede ayudarles a sentirse comprendidas y acompañadas, todo el esfuerzo vale la pena.

- ¿Qué es @mardemariposas?

Es mi asociación que nació para dar apoyo a personas que han sufrido violencia sexual. A través de varios servicios, queremos ofrecer un espacio seguro donde puedan sentirse escuchadas, comprendidas y acompañadas en su proceso de sanación. No queremos que nadie más se sienta sola en esto.

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