Si no estuviese en política estaría en la plaza de enfrente"Si no estuviese en política estaría en la plaza de enfrente"Aintzane Ezenarro
POLÍTICA

Los oasis de la crisis

JESÚS L. ORTEGABILBAO.
Todos los partidos coinciden en apoyar estas infraestructuras por su capacidad de generar riqueza y empleo de calidad Las empresas instaladas en los parques tecnológicos vascos han demostrado una destacada resistencia a la dura situación económica

Al cierre de 2007, la Red de Parques Tecnológicos del País Vasco contaba con 369 empresas, que empleaban a 12.733 trabajadores y facturaron en conjunto 1.950 millones de euros. Tres años y una crisis económica de dimensiones planetarias después, suman 59 empresas más (un crecimiento del 16%), han incrementado sus plantillas en 1.685 personas (el 13,2%) y su facturación ha aumentado 596 millones de euros, un 20,3% más.

En la presentación del balance de aquel año, cuando la desaceleración de la economía ya daba sus primeros avisos en sectores como el inmobiliario, los entonces responsables de esta red afirmaron que los parques tecnológicos constituían un auténtico paraguas para las firmas que elegían instalarse en ellos. No se equivocaban. El tiempo y los datos les han dado la razón.

La Red de Parques Tecnológicos vascos está formada por los de Vizcaya, ubicado en terrenos de Zamudio; Álava, en Miñano; y San Sebastián, en Miramón; así como el Polo de Innovación Garaia, en el Alto Deba guipuzcoano, y el Polo Tecnológico de Eibar, en fase de construcción tras colocarse su primera piedra en diciembre pasado. La diferencia entre los tres primeros y los dos últimos estriba en la composición de su accionariado. Así, mientras los parques son de titularidad pública -con el Gobierno vasco a través de la SPRI como socio mayoritario y una importante presencia de las respectivas diputaciones forales-, los polos guipuzcoanos son de iniciativa privada, en el primer caso con la Corporación Mondragón a la cabeza y en el segundo, con la Fundación Tekniker.

Esta especie de polígonos industriales de bata blanca, se han revelado como auténticos oasis en medio de una crisis que ha dejado como un páramo otros campos empresariales. La transformación ha sido, no obstante, paulatina. Nacieron hace poco más de un cuarto de siglo -el de Vizcaya data de 1985 y fue la primera instalación en España- y han sustituido poco a poco el tradicional paisaje empresarial vasco de grandes y humeantes factorías siderometalúrgicas, por modernos edificios de diseño tocados por antenas de telecomunicaciones y rodeados de zonas verdes,

La clave de esta más que aceptable resistencia a la complicada situación económica hay que buscarla, según el presidente de la red vasca, Francisco Berjón, en el carácter innovador de las compañías instaladas en ellos y el alto valor añadido de los servicios que ofrecen, así como en el completo abanico de prestaciones de apoyo a sus actividades, que los parques les proporcionan. Sin olvidar las sinergias que se generan entre ellas y que en algunos casos han dado lugar a alianzas e incluso fusiones, como los recientes casos de las corporaciones IK4 y Tecnalia, respectivamente.

Contribución al PIB

Es lo que el presidente de la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), Felipe Romera, denomina «efecto parque». Y es que las pequeñas empresas innovadoras situadas en una instalación de este tipo facturan hasta un 40% más que las que no lo están. Tal ha sido el tirón de estas infraestructuras, que en toda España ya hay 81 parques, varios de ellos nacidos en tiempos de crisis, o precisamente para afrontarlas -el de Vizcaya, en 1985, y el de Álava, en 1992-. Este fenómeno ha situado al país como el más activo del mundo en la creación de estas redes empresariales.

Su resistencia ante la crisis ha tenido también un impacto positivo en la economía vasca. Si en 2008 la contribución de estas firmas fue de un 3,4% del Producto Interior Bruto, en 2009 se elevó hasta cerca del 4% para alcanzar el 5% al cierre del pasado año.

Asimismo, el gasto dedicado por estas compañías a I+D se ha mantenido estable alrededor del 12% de su facturación total, con leves bajadas hasta el 10,5% en 2008 y al 10,8% en 2009. Sin embargo, paradójicamente, en el último cuatrienio, su peso en el total vasco de inversiones en I+D (públicas y privadas) ha disminuido del 40% en 2007, al 30% en 2010.

Ante estos datos, no hay debate político. Este tema es uno de los pocos, por no decir el único, que suscita el acuerdo de todos los partidos. Desde socialistas a populares y de nacionalistas hasta la izquierda radical coinciden en la necesidad de apoyar y potenciar el desarrollo de estas infraestructuras por su demostrada capacidad no solo de resistir crisis, sino también de constituir uno de los motores de la economía vasca capaz de generar riqueza y empleo de calidad a través de la apuesta por la innovación y la tecnología. Y eso resulta muy importante ahora que comienza a vislumbrarse de salida del túnel.

Pero, a pesar de que el balance final dibuja, en general, un panorama positivo, también ha tenido sus sombras. La mayor recesión mundial de los últimos 90 años no podía pasar por los parques tecnológicos vascos sin dar algún que otro coletazo. Ha habido pequeñas empresas que se han quedado por el camino. En Zamudio cerraron una docena en 2009, bajas que fueron compensadas con la llegada de otras 19 compañías.

Altas y ampliaciones

Y tampoco algunas de las grandes se libraron de sufrir momentos duros. ITP a finales de 2008, Aernnova a principios de 2009 y Gamesa un año después, tuvieron que recurrir a expedientes de regulación de empleo (ERE) tras registrar importantes caídas de pedidos en los sectores aeronáuticos las dos primeras, y de generación eólica en el caso de la tercera.

Por contra, los parques vascos también han registrado en este tiempo importantes altas como, entre otras, la Agencia Vasca de la Innovación (Innobasque), Ibermática o el centro de interpretación tecnológica para jóvenes BTEK, en el de Zamudio; la Agencia Vasca del Agua o la división de ingeniería y proyectos llave en mano de energías renovables de Ingeteam, en Miñano; y el centro vasco del conocimiento, el cerebro y el lenguaje y la universidad gastronómica Basque Culinary Center, en Miramón. No en vano, este último es el único parque tecnológico del mundo con una estrella Michelín, la del restaurante Arbelaitz.

De cara al futuro, y pese a que la crisis ha obligado a revisar los tiempos de ejecución, los tres grandes instalaciones públicas vascas se hayan inmersas en sus respectivos proyectos de ampliación. El de Vizcaya, tiene previsto invertir este año 43 millones de euros, principalmente en el Parque Científico de la UPV, en Leioa -que entre otras instalaciones albergará en sus 160.000 metros cuadrados la sede española de la Fuente Europea de Neutrones por espalación-, y en el parque Tecnológico Campus de Abanto, en la Margen Izquierda, que contará con una superficie bruta de más de medio millón de metros cuadrados.

La primera fase de ampliación del de Álava absorberá 11,6 millones de euros que irán destinados a urbanizar casi 100.000 metros cuadrados más y a la construcción de un área social, deportiva y comercial. Y en el de Guipúzcoa se destinará la misma cantidad a la también primera fase de extensión del parque de Miramón al área de Galarreta, en Hernani, con lo que ganará 150.000 metros cuadrados y cuya finalización está prevista para el próximo año.

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