«Las ayudas van según la renta y los baremos de acceso son ridículos»
BEATRIZ CORRALVITORIA.El 1 de octubre se cumplían tres lustros del fallecimiento de su padre y Arantza Díaz de Otazu tuvo un inmejorable motivo para volver a sonreír. O más bien tres. Los gemelos Iker e Ibai y el mellizo Luca, que se han convertido en la razón de ser de ella y de su marido, Igor Gorospe. Este matrimonio de 35 y 36 años ha visto cómo en estos siete meses y medio les ha cambiado la vida pero a mejor, por supuesto. Y eso que cada día requiere de una organización y una «logística» coordinada al mínimo detalle para darles de comer, bañarlos o sacarlos a pasear. Una puesta a punto que supone una inversión de 450 pañales al mes y un bote de leche cada dos días, amén de otros gastos en alimentación, ropas y demás elementos indispensables.
Y eso que, meses antes de dar a luz, Arantza no perdía detalle de cualquier oferta disponible para aprovisionarse. Incluso contactaron con diversas casas comerciales, algunas de las cuales les obsequiaron con artículos como pañales, detergente, dinero y hasta una lavadora. Porque toda ayuda es poca cuando de mantener a cinco personas se trata. Claro que no siempre es fácil acceder a las subvenciones institucionales y ésta es, precisamente, una de las principales reclamaciones de la pareja, socia de Hirukide, el colectivo de familias numerosas de Euskadi. «No se tienen ventajas, dicen que hay descuentos en el IBI o el impuesto de vehículos, pero las ayudas van según la renta y los baremos establecidos son ridículos, casi nadie accede a ellas», critican antes de asegurar que, para obtenerlas, «tendríamos que tener un único sueldo y con ello, para los cinco, no nos da».
Tampoco lo tienen fácil a la hora de que los pequeños accedan a una guardería. «Les apuntamos en concertadas y, aparte de que no los cogían, nos salía a 300 euros por niño», sostienen. El panorama en las escuelas infantiles municipales no es mejor. «Ahí pagas por uno y van los tres, pero sólo hay cinco y en las de Haurreskolak es más caro», aducen. Por eso, si en las listas que se publicarán en breve no les cogen, aguardarán a ver si la suerte les sonríe más adelante en una ikastola.
Entonces llegará el problema de conciliar vida familiar y laboral. Ella es directora de oficina de una entidad bancaria, lo que requiere más de una tarde en la oficina, y él trabaja como ingeniero a jornada partida. «Todo el mundo nos apoya mucho, pero no queremos que las abuelas tengan que estar pendientes a toda hora de los niños», concluyen.
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