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teresa abajo
Sábado, 1 de diciembre 2018, 00:40
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'Gran jardín' es la obra culminante del nutrido repertorio de Balerdi en el museo, y una de las de mayor formato de toda su producción. Comenzó a pintarla en Madrid en 1966. Es fruto de un trabajo intenso, de ocho años, en los que fue avanzando desde la periferia hasta la zona central. Su audaz formato panorámico y el colorido con fogonazos cálidos se explican por la impronta de Venecia, donde Balerdi admiró el arte de Tintoretto y, especialmente, el célebre 'Paraíso' del Palacio Ducal. En pleno proceso creativo, la obra viajó con él desde Madrid hasta Gipuzkoa. En las escuelas de Andoain le dejaron espacio para seguir pintando, tarea que compaginaba con actividades artísticas dirigidas a los alumnos del centro.
Es el gran colorista vasco de la segunda mitad del siglo XX, referente de toda una generación. El pintor donostiarra emergió entre la sobriedad abstracta de los años 60 como un verso suelto de caligrafía y color. Era muy joven cuando conoció a Eduardo Chillida, y entre ambos surgió una gran amistad. En 1966 participó en la creación del grupo Gaur junto al propio Chillida, Amable Arias, Néstor Basterretxea, Remigio Mendiburu, Jorge Oteiza, José Antonio Sistiaga y José Luis Zumeta.
Bilbao dejó de ser una ciudad gris, con matices, hace mucho tiempo. No solo por su transformación urbana, sino porque la gente la mira de otra manera. La que viene de fuera y la que vive aquí, como los comerciantes que a diario le toman la temperatura a pie de calle. Desde Deusto, Zorroza, Indautxu, el Casco Viejo... profesionales de distintos barrios y gremios se unen para componer el 'Gran jardín' de Balerdi con toda su gama de colores, y ni el viento ni la amenaza de lluvia se lo impiden.
La cita es a las dos y cuarto de la tarde, poco después de bajar la persiana para comer, en Uribitarte, al abrigo del Guggenheim y bajo el influjo de los Arcos Rojos de Daniel Buren. Llegan puntuales y mirando al cielo, que ha dado tregua tras un chaparrón. «Me he sentido como Mary Poppins con el paraguas», comenta Joseba Agirre, que viene del Casco Viejo. El 'Gran Jardín' le transmite la idea de «cosas diferentes que hacen un todo», y eso es precisamente una ciudad. Una óptica al lado de una tienda de regalos, para no perder detalle. La decoración de interiores junto a la librería que da contenido al salón, que no falte un restaurante... las piezas encajan de forma natural y los 31 participantes se bastan para dar vida a una calle.
Algunos no han querido saber qué cuadro van a representar, prefieren que sea una sorpresa. «Lo importante es que el comercio se involucre en la vida de Bilbao», dice Rafael Gardeazabal. La propuesta de «mezclar comercio, ciudad y arte» le parece inspiradora. Su amplia sonrisa tampoco es ajena al bajón de las temperaturas, ya que el cálido arranque del otoño ha resultado «duro» para las tiendas de ropa. «Hoy todos contentos».
Julia Diéguez, de Deusto, es «amiga de los dos museos», el Guggenheim y el Bellas Artes, y tiene «una hermana que pinta», así que no ha dudado en sumarse al mural. Los habituales del museo del parque se han encontrado muchas veces con el 'Gran Jardín', que es uno de los cuadros de mayor formato de la colección y estaba en un lugar especialmente visible, a la entrada del edificio antiguo. A Balerdi le llevó ocho años completar esta obra, que empezó en Madrid y terminó en Andoain. Los desplazamientos le pasaron factura y en 2002 se sometió a un proceso de restauración.
Para recrear sus efectos de color en poco tiempo, antes de que vuelva a llover, se utiliza un método sencillo: esos chubasqueros de plástico fino que todos nos hemos puesto alguna vez para disfrazarnos o para hacer turismo si nos sorprende un aguacero. La mayoría son azules en distintos tonos; otros rosas, verdes y violetas, hay dos rojos y uno amarillo que marca un punto de referencia. De la distribución de colores se encarga el fotógrafo Iñaki Andrés, que tiene el cuadro en su tablet y en su mirada. A algunos les pide que se pongan un chubasquero encima de otro para realzar el tono y ocultar las prendas de abrigo.
Cuando la paleta está completa, el fotógrafo sube a la pequeña pasarela que une el puente de La Salve con la torre del museo que lo abraza. Apenas se le ve, pero se oyen con claridad sus instrucciones. Para ocupar más espacio, sujetan impermeables abiertos entre varios. «Los de azul, que se muevan hacia delante». «A la de rosa no la vemos». Pese a las frías rachas de viento, todos cumplen su papel como en una orquesta, y en pocos minutos alcanzan la armonía. «¡Ahora: mirad todos hacia arriba!». En la foto final hay sonrisas de todos los colores. A Catarecha, que viene de la residencia para personas mayores Igurco Bilbozar de San Francisco junto a Eliseo, Txus y Mamen, le brillan los ojos. «Ha sido bonito». La imagen les sugiere «diversidad de gente, ideas y cultura. Es simbólico. Formamos parte de algo».
Acudieron responsables y empleados de 16 negocios: Paragüería Bilbaína, Decoración Julio Aristin (Deusto), Ikusi Optika, Peluquería Lamiak (Uribarri), Electroaider (Txurdinaga), Farmacia Ruiz Golvano (Otxarkoaga), Librería Garza (Santutxu), HD Hombre, Óptica Jesús (Casco Viejo), Residencia Bilbozar (Bilbao La Vieja), Derby Gardeazabal, Coolkies, Masquegorros, Restaurante Albatros, Mercedes de Miguel (Bilbaocentro) y Omega Detalles (Zorroza). En total, 25 personas, entre ellas las presidentas de las agrupaciones comerciales de Deusto Bizirik (Julia Diéguez), Santutxu (Begoña de la Cruz), y Txurdinaga (Itxaso Jubeto) y miembros de la junta directiva de la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo (Eider Txarroalde y Joseba Agirre). También participaron seis personas del equipo de Bilbao Dendak.
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