Diario de un presidente de mesa
Un periodista de EL CORREO ejerció esta responsabilidad en el colegio El Pilar de Barakaldo y cuenta cómo transcurrió la jornada
«Era la primera vez que me tocaba ser presidente de mesa en unas elecciones y justo me coincide con la pandemia». Para Josu García, ... redactor de EL CORREO, el de este domingo fue un día de estrenos en la jornada electoral más atípica que ha vivido Euskadi. Y todo por un virus que marcó la pauta desde el primer momento. Según establece la ley, García representaba este domingo la autoridad en ese espacio y entre sus responsabilidades estaba garantizar que se cumpliesen las medidas de seguridad. Algo que tenía claro que iba a seguir a rajatabla. No había margen para la confianza. Su mesa era una de las dos habilitadas en el gimnasio del colegio El Pilar de Barakaldo. Una de las primeras cosas que pidió es que se abriesen todas las ventanas de la instalación para que corriese el aire. Los expertos advierten que es más fácil contagiarse en un lugar cerrado y cuanto mayor sea la ventilación más difícil lo tiene el patógeno.
La llegada de votantes fue paulatina. Los dos primeros se despistaron. Estaban ya allí a las 8.30 de la mañana, treinta minutos antes de que abriesen las urnas. Les tocó esperar. Con los electores llegaba también el momento de comprobar sobre el terreno el cumplimiento del protocolo sanitario. «Había diseñado un circuito amplio para que no coincidiese ni se juntase la gente que entraba y salía del gimnasio. Estaba bien y no se han generado colas. También ha ayudado que no ha venido mucha gente a votar», reflexionaba. Al cierre del colegio, de las 857 personas asignadas a la urna controlada por García, solo 398 ejercieron su derecho. Otras 75 papeletas llegaron por correo. Tuvieron una participación del 55%.
Entre quienes no faltaron a su cita con la fiesta de la democracia estuvo Blanca Amelia. A sus 103 años era la más veterana del censo de esta mesa. Entró «con fuerza, por su propio pie y muy sonriente». Cuando llegó a la mesa se encontró al presidente con su mascarilla y una pantalla protectora en la cara. Para los dos vocales que le acompañaban la Administración entendió que no era necesario este elemento de protección añadido. En un día tan largo no faltaron anécdotas. «Había mayores que no oían bien cuando les pedía que me enseñaran el DNI para comprobar su identidad y al final tenía que cogérselo yo», recordaba. Después de tocar cada carnet, lavado de manos con gel. Y fueron unas cuantas veces.
Cada varias horas un servicio de limpieza se acercaba a desinfectar la zona. En la propia mesa les dejaron lejía diluida y un paño. Cada 7 votantes ellos mismos limpiaban la mesa. Contra el virus es mejor pecar por exceso que por defecto. «Una señora se ha despistado y se ha echado la solución en las manos pensando que era gel y cuando la hemos avisado se ha secado con la bayeta». Las medidas de prevención también dejan momentos cómicos.
Avanzaba la jornada y la tarde se hacía larga. En especial el tiempo que coincidió con el partido del Athletic. En esas dos horas apenas se acercaron una treintena de votantes. Después llegó el recuento, con ganas de acabar y de quitarse la mascarilla para no tener que ponerse otra (dispuso de cuatro para todo el día). «Si no fuese por lo entumecidas que se me han quedado las orejas por las gomas, se me habría olvidado que llevaba todo el día con ella puesta».
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