Vox, o cómo hacer historia con 17.000 votos
La ultraderecha irrumpe por primera vez en el hemiciclo vasco y lo hace con un exiguo resultado debido en parte a la abstención y la fórmula de reparto de escaños
m. pérez | s. lópez de pariza
Lunes, 13 de julio 2020, 02:09
Vox en el Parlamento vasco. Cuéntalo en Arratia. O en Hernani. Por un margen mínimo de votos, pero ahí está, en una institución que ... nunca pensó que llegaría a convivir con la ultraderecha. Que incluso se veía blindada contra esa ideología porque la raíz social así lo garantizaría. «Heroicidad», exclamó anoche el diputado y coordinador de las campañas vasca y gallega, Ignacio Garriga.
Lo mismo dijo la parlamentaria electa, Amaya Martínez. «Un éxito sin precedentes» que contribuirá a «terminar con el silencio» ante el nacionalismo y la izquierda abertzale. Todo eso es, según Vox, lo que se puede conseguir en una legislatura con 17.109 votos, los que le han dado el pasaporte para ocupar un escaño por Álava en la Cámara.
Más allá de los números, es muy posible que para el líder del partido, Santiago Abascal, el resultado de este domingo tenga un significado más profundo; liberarse o enjugar el sentimiento de vergüenza que la formación sufrió hace cuatro años cuando en Euskadi no pasó de las 771 papeletas. Hubo algún pueblo incluso donde le votó un único vecino. Ahora tampoco puede decirse que haya ganado por goleada -a poco menos de abstención se hubiera ido fuera por la escuadra-, pero ha conseguido el escaño de la satisfacción; ese que permite evolucionar dentro del terreno de juego y no en los vestuarios durante cuatro años.
Amaya Martínez será la responsable de canalizar todas esas ambiciones en un hemiciclo donde no recibirá precisamente sonrisas. Ni siquiera del PP, cuyo nuevo desplome en el País Vasco, en una futil alianza con Ciudadanos, ha oxigenado con casi total seguridad el resultado del partido de Abascal. Los populares han pasado de cinco a tres representantes en Álava; de nueve a seis en toda la comunidad autónoma. Sobran las palabras.
La lógica del sistema electoral también ha jugado un papel clave. La ultraderecha se ha visto beneficiada por la elevada abstención y también por el especial reparto de escaños en Euskadi. Cada provincia aporta 25 representantes, lo que implica que la menos habitada oferte más oportunidades a los partidos minoritarios. De esta aritmética supo mucho en su momento UPyD.
Así que en Álava se ha hecho con un 3,84% de los sufragios, que han determinado su éxito mínimo. Abascal lo sabía y por eso durante la campaña puso su mayor esfuerzo en ese territorio. Con los votos obtenidos en Bizkaia (un 2% rascado) y Gipuzkoa (1,3%) no hubiera pasado de la puerta del Parlamento. Con los datos en la mano, Vox sabe ahora donde tiene su granero: en Vitoria (3.822 papeletas), Bilbao (con, curiosamente, 3.425) y Getxo que, con 1.115 sufragios se queda ligeramente por debajo de los 1.751 cosechados en San Sebastián, una capital bastante más poblada que el municipio de la Margen Derecha del Nervión.
Los incidentes
A la electa le corresponde ahora poner en marcha un programa que muchos votantes aún no saben que existe. Es cierto que, más allá de sus promesas, en la campaña el partido ha sido conocido por los altercados, incluida la pedrada que sufrió la diputada Rocío de Meer durante un mitin en Sestao. Todo ello le ha mantenido en primera línea pública hasta el mismo día de la votación: los responsables de Vox denunciaron este domingo agresiones a dos de sus apoderados en sendos colegios electorales en Santurtzi y Galdakao e incidentes como que las papeletas con sus siglas acabaran en una papelera en otro centro. «Las elecciones no han sido ni transparentes ni pacíficas», remachó este domingo por la noche el portavoz nacional, Jorge Buxadé.
Pero en el hotel de Vitoria donde se reunieron unos cientos de simpatizantes para festejar el resultado, las palabras de Buxadé ya sonaban lejanas. «Esto ha sido un éxito sin precedentes. Vox ha hecho historía en el Parlamento vasco. Hoy empieza una nueva etapa para todos, la de Vox frente al nacionalismo, los herederos de ETA y la izquierda totalitaria», exclamó Amaya Martínez.
La portavoz del grupo parlamentario en el Congreso, Macarena Olona, coincidió en que «es un día histórico, después de que hayamos luchado duramente contra insultos y agresiones. Prometimos que íbamos a luchar para hacer una brecha en el muro de hormigón y de odio que había en el Parlamento vasco y lo hemos conseguido. Hemos avanzado con paso corto, vista larga y mala leche».
Las claves
-
Exultantes La formación afirma que es una «heroicidad» y que romperá «el silencio» ante el nacionalismo y la izquierda abertzale.
-
Otro tiempo Abascal podrá haberse resarcido con el escaño de la humillación que supuso obtener 771 apoyos en las anteriores autonómicas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.