El candidato más callado a este lado del Anboto
'Alérgico' a los personalismos, a Pello Otxandiano solo el «compromiso político» ha podido sacarle de las bambalinas ideológicas de EH Bildu para ser candidato a lehendakari. «Soy tímido», admite
Dicen los expertos en política que estas elecciones son un poco 'diferentes'. Así, con comillas que aportan misterio y pomposidad a la palabrita. Y lanzan esa impresión porque es verdad que en algunos candidatos a lehendakari se aprecia cierto cambio de estilo -estudiado o natural, quién sabe- y esto descoloca. Así que, ¿qué tal si conocemos un poco mejor a Pello Otxandiano, el cabeza de lista de EH Bildu? A ver si uno de los que representan ese nuevo estilo nos sorprende en algún sentido o cuenta algo 'diferente' (con comillas)... Spoiler: algún sobresalto gordo sí que da. Pero para eso hay que seguir leyendo hasta el final.
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Sus datos
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Pello Otxandiano (Otxandio, 1983) Es doctor en Ingeniería de Comunicaciones. En 2012 presentó la tesis doctoral tras cuatro años de investigación en la Universidad de Mondragón y uno en Chalmers University of Technology de la ciudad sueca de Göteborg. Dicen que su pasión sería conjugar su formación tecnológica con la vocación política y trabajar en la aplicación de tecnologías como la Inteligencia Artificial o el Blockchain en políticas públicas.
Al lío. Quedamos en Urkiola. Él mismo elige este lugar, en la esquinita sur de Bizkaia, porque lo frecuenta para desconectar -e incluso para trabajar a veces- y bueno, porque no queda lejos de su pueblo, Otxandio. Además, le encanta la montaña y las vistas son espectaculares. Desde el mirador de Las Tres Cruces, Pello señala el desfiladero por donde ha subido a una de esas cimas calizas que perfilan el horizonte, también el traicionero Paso del Diablo, que dibuja haciendo una 'U' con el dedo… Se le ve en su salsa y hasta parlanchín. Pero, ojo, es un espejismo. De hecho, cuando se cambia de tema y toca hablar de él, aunque contesta a todo (no como otros candidatos, es de justicia decirlo), se muestra reservado. Y breve. Dolorosa y desesperadamente breve. Esto ya puede contar como un cambio de estilo, sí, porque los políticos en campaña normalmente no callan, da igual el asunto.
¿Más cambios de estilo? Pues sí, la estética. Que dice mucho más de lo que parece. Como proclamaba Makinavaja, «en un mundo 'podrío' y sin ética, a las personas sensibles solo nos queda la estética». Otxandiano no lleva palestino ni el pelo raro ni ninguno de esos clásicos del estereotipo borroka de vieja escuela... Bueno, el pendiente quizá sirva como guiño, pero es que ya todo el mundo lo lleva. A ver si es verdad que Otxandiano -cuya pinta remite más a un cerebro del Sinn Féin o incluso un 'indepe' catalán- ya forma parte de la avanzadilla de esa nueva generación de políticos vascos que nos anuncian. ¿Qué opina al respecto? «Las sociedades cambian, los momentos políticos también... y la forma de comunicar», dice para vadear el asunto de su look. Pasa un montón de horas con Otegi, pero que son como el día y la noche. Arnaldo, improvisador, y Pello, métodico.
Ofertas de empresas
Ingeniero como es, amante de la tecnología, interesado por la Inteligencia Artificial, recurre a la economía del lenguaje y usa el mínimo de frases necesarias para que se le entienda... Y eso que dicen las malas lenguas (lenguas políticas, que son las peores) que cuando expone algo públicamente puede alargarse hasta el infinito y más allá. Cuesta creerlo, pero claro, una cosa es hablar del 'trabajo' y otra contar cosas de uno mismo. No le gusta. «Soy tímido», advierte. La notoriedad no le va y explica por qué: «Creo que muchos partidos políticos se van al traste por los personalismos», reflexiona mientras pasea entre los árboles. «Para mí, debe prevalecer siempre el proyecto colectivo, y yo solamente lo represento», indica. Ya, ya. Al final acaba admitiendo a regañadientes, y solo porque se le insiste, que ser lehendakari «mola». «Pero por el peso político que tiene esta figura en el proyecto de país», matiza.
¿Y como sobrelleva un tímido confeso la exposición pública? Él siempre ha estado entre bambalinas, como ideólogo. Habla de nuevo del «compromiso como forma de entender la vida» y admite que, cuando uno se presenta a lehendakari, «cuesta asumir que ya nada va a ser igual, que estás en un punto de no retorno». Pero da a entender que ya ha pasado esa etapa, como si hubiese sido un ataque de acné juvenil.
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El flash
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100% práctico Otxandiano ha vivido en Suecia y, aunque echaba de menos Euskadi, admite que admira dos rasgos del espíritu del país nórdico. «La austeridad, porque no les dan tanta importancia a las tonterías y las apariencias, y la eficiencia. Si algo funciona y sirve, lo aprovechan», alaba. En Göteborg, recuerda, el tranvía tenía vagones viejísimos, pero maquinaria moderna. Y nadie hacía ademán de cambiarlo. ¿Para qué?
Y ni siquiera se permite la tentación de pensar qué habría sido de su vida si se hubiese dedicado a su profesión. A la gente con su perfil académico se la disputan las empresas. «Tuve ofertas, sí...», recuerda. Entonces, ¿por qué la política? Un tipo tan práctico y racional como él... Y enseguida llega la explicación: no es que se haya metido en política, la política la llevaba ya 'metida' dentro. «No ha sido un punto de inflexión en mi vida. Yo intuía que algún día pasaría. Ha sido algo bastante natural. Te llega la oportunidad y no puedes decir que no», asegura. Sus padres fueron concejales y su hermano Aritz, alcalde de Otxandio, así que en casa tampoco dio la campanada. Proviene, sí, de una familia con muchas inquietudes políticas -«pleno de abertzales, todos independentistas», apunta- donde nadie se les ha descarriado a otras ideologías. Y su abuela, ya fallecida, tenía en el salón de su casa una imagen del lehendakari Aguirre, con ese aspecto de galán de cine. Así que lo de la política lo ha visto en casa, hasta colgado en la pared. «Mi amama tuvo una vida difícil. En el bombardeo de Otxandio perdió a su padre y a dos hermanos. Fue el 22 de julio de 1936, cuatro días después del alzamiento, mientras la gente celebraba las fiestas de Santa Marina. Ella no hablaba de ello, como le pasa a mucha gente en esos casos», cuenta. Y esa tragedia familiar la lleva él ahí desde siempre y ha podido ser una importante pieza en ese «compromiso político» que no deja de mencionar y que ahora mismo ya le está cobrando un precio en horas de vida personal. Pello tiene pareja, que es profesora en la escuela de Otxandio, y dos hijas pequeñas -Libe, de 8 años, y Nora, de 4-, y, como todo aita joven, mucho lío para conciliar. «Comencé a tocar el piano porque empezó mi hija mayor, porque es una forma de pasar tiempo juntos, pero lo tengo muy abandonado», reconoce Otxandiano, cuyo currículum musical incluye la trikitixa y «algo» de guitarra.
A veces también le gusta estar solo. De hecho, le encanta llevarse un libro al monte («cualquier tipo de literatura, ensayos políticos...») y pasar un rato tranquilito. Y eso está muy bien, pero, siendo tan joven y tan calibrado, toca averiguar si no se ha despendolado nunca o qué. «¿Desmelene? Mi hija mayor tiene ocho años. Y desde que tienes hijos, ya lo de salir de fiesta... Tu vida cambia, se desplaza el centro de gravedad. Con la segunda fue más fácil», dice.
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Es tan correcto y sus respuestas tan meditadas que, claro, surge un deseo enorme de descolocarle, de que se ría, de que se enfade, de lo que sea. De que reaccione, en definitiva, y se deje ver un poco más. ¡De revolverle esa cabeza tan colocada, demonios! Vamos a intentarlo.
- Dice la leyenda que si bebes de esa fuente de la ermita y das unas vueltas, no te van a doler las muelas. ¿Bebemos?
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- No soy supersticioso.
- Pues también dicen que, si bebes, te eligen lehendakari...
Vale, esto es mentira, pero a ver si se anima... Y acaba bebiendo, pero porque tiene sed y para la foto. Sigamos provocando.
- Le encuentran parecido con Errejón, por las gafitas de intelectual...
- ¿Errejón? No creo. Pero podemos estar cerca en algunas cuestiones políticas, supongo.
Llegados a este punto, ya hay que ir a por todas, porque la cita se acaba y él no se ha salido de su papel en ningún momento. Pero, ay, aquí va la sorpresa que mencionábamos al principio, en el tiempo de descuento y con una pregunta realmente tontuna.
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- La wikipedia le define como un político español. Es-pa-ñol. ¿Eso le molesta?
Se encoge de hombros mientras camina hacia el coche. Lo piensa unos segundos, como cuando le haces una pregunta a una inteligencia artificial y te pone 'procesando...' antes de responder. Y llega la respuesta más rápido de lo esperado. Sin asomo de mosqueo. Pues sí que es 'diferente' esto...
- Pffff, no hago caso. Y, bueno, somos españoles.
Se hace el silencio, hasta los trinos de los pajarillos parecen cesar. ¿Hay una cámara oculta en algún árbol? ¿Hemos comido setas alucinógenas y lo siguiente será ver gnomos por Urkiola? Otxandiano, diga algo más, por Dios.
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- Es lo que pone en el DNI, ¿no?
Y esboza, por fin, un fugaz amaguito de sonrisa.
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