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Por qué no tenemos bebés en Euskadi
La inestabilidad económica y la emancipación tardía acentúan un 'negro' escenario con graves consecuencias para el relevo generacional en Euskadi
En 2013 nacieron 19.116 bebés en Euskadi. Una década después, 5.471 menos. La caída de la natalidad se acentúa en el País Vasco ... hasta mostrar su peor cara el pasado ejercicio. Los últimos datos del INE revelan que en 2023 se registraron 18 partos menos que en el año anterior, lo que dejó un saldo vegetativo (la diferencia que existe entre los nacimientos y las defunciones) negativo de 8.447 personas. Un escenario que vuelve a recalcar que, frente a una sociedad cada vez más envejecida, el relevo generacional es irrisorio.
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¿Por qué no tenemos bebés? Rocío y Adrián ponen rostro a este problema, que también abordaremos en datos y con la ayuda de dos expertos: los sociólogos Unai Martín y Garbiñe Henry.
Rocío Hormaza y Adrián Malo Pareja desde hace 4 años
«Un bebé nos obligaría a crear un equilibrio entre trabajo y familia»
¿Por qué hay menos nacimientos? Las razones son múltiples. Apuntan a la inestabilidad laboral y a los problemas económicos para llegar a fin de mes como una de las principales razones. Un problema que golpea sobre todo a los jóvenes y que les obliga a retrasar sus planes de ser padres. Otro motivo estaría en la imposibilidad de acceder a un domicilio asequible. La carestía de la vivienda (el precio medio de un alquiler en Bilbao en la mayoría de los distritos no baja de los 800 euros) retrasa la salida de los que siguen en casa de padres, truncando así los planes para formar su propia familia.
Pero también hay quienes toman la decisión de aplazar su deseo de tener descendientes para alargar «al máximo» la juventud, algo que varios especialistas consideran una consecuencia de la «posmodernidad». Dicho de otra manera, hay quienes creen que tener hijos es un problema que podría «entrar en conflicto» con sus propias aspiraciones. Cualquiera de los anteriores casos, explicaría un dato curioso, y es que son las mujeres de entre 30 y 39 las que más bebés dieron a luz el año pasado: 9.239 de los 13.645.
Encontramos un ejemplo entre los que quieren retrasar ser padres en Rocío Hormaza y Adrián Malo. Esta pareja, que cumplirán los 30 en unos meses y que tienen dos perros, llevan cuatro años juntos y aunque sí quieren tener hijos, no han dado el paso por «miedo personal» e «inseguridad». Ambos tienen trabajo y residen en Bilbao, pero no sienten que la «sociedad actual sea la adecuada para criar a un bebé». También temen perder «esa libertad de la que sí gozamos ahora». «No somos conscientes de nuestra edad. Cuando lo hablamos con amigos, lo hacemos con vistas al futuro. Es como si viviéramos congelados en unos eternos 25». ¿El motivo? Buscan «estirar la independencia todo lo que se pueda». «Ahora podemos hacer de todo, algo de lo que deberemos prescindir luego».
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Saben que con un hijo tendrán que afrontar cambios laborales, a pesar de que para sus empresas no sea un impedimento. «Deberíamos conseguir el equilibrio entre la familia y el empleo», asegura ella.
Unai Martín Doctor en Sociología en la Universidad del País Vasco
Inseguridad y falta de garantías
Para entender por qué cada año la natalidad cae en Euskadi –en 2023 se produjeron 2.455 menos alumbramientos que hace cinco años –, Unai Martín, doctor en Sociología de la Universidad del País Vasco, asegura que es necesario prestar atención a varias cuestiones. La primera de ellas es que «la precariedad y el difícil acceso a una vivienda digna» provoca un retraso «involuntario» de la natalidad y en muchos casos, «un sentimiento de insatisfacción» en los jóvenes. Esta disconformidad tiene su ser, cuenta, en que las parejas actuales siguen teniendo «los mismos estereotipos de familia que tenían sus padres». Es decir, «aspiran a tener dos hijos, pero la mayoría no llega a conseguirlo». La solución para garantizar ese deseo de ser padres es «que se den unas condiciones de vida dignas». Para ello, aboga por incidir en un mercado residencial más asequible y un mercado laboral estable.
Pero además de ello, también existen otros motivos para explicar la bajada incontrolada de la natalidad. Entre ellos está el retraso «voluntario» de ser padres con el objetivo de alargar el «periodo de su juventud». «Tener un hijo es un rito de paso entre ser joven y adulto. Muchos toman la decisión de prolongar esta aspiración hasta alcanzar las condiciones que creen necesarias», dice. En este sentido, el experto cree que la sociedad debe avanzar para que tener un hijo «no suponga un coste para las mujeres». «Aún existe una gran desigualdad en los roles domésticos. Si las mujeres asumen toda la carga, muchas deciden no tener el segundo», asegura.
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Así y todo, el sociólogo piensa que «la natalidad está poco estudiada». «Aunque hay una ralentización, existe un alarmismo generalizado.En los últimos años se ha producido un reajuste de la natalidad. Nacen menos niños, pero se vive más», dice.
Garbiñe Henry Doctora en Sociales y licenciada en Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Deusto
Las mujeres migrantes, la salvación
La caída de la natalidad en Euskadi es un tema que «preocupa y nos debería haber ocupado desde hace tiempo», dice Garbiñe Henry, doctora en Sociales, directora de Innovación y Emprendimiento de la Universidad de Deusto y una de las mayores expertas en aspectos sociológicos de Bizkaia. En su opinión, los efectos de la caída de alumbramientos pueden llegar a ser «muy graves» para la sociedad. «La falta de reemplazo generacional y de masa crítica traerá importantes consecuencias, como por ejemplo, que no haya personas para sustituir los actuales puestos o que se generen menos negocios, algo que tendrá un efecto directo en los impuestos», explica. Un hecho que explica por qué las administraciones «han impulsado más políticas para atraer talento».
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En consideración de Henry, hay varias cuestiones que han llevado a que se produzca este escenario. Para explicar la primera, la especialista acude a la pirámide poblacional, la cual demuestra que «cada vez hay menos mujeres en edad fértil». «A lo largo de estos años, la inmigración nos ha ayudado a estabilizar la situación, aquellas mujeres más jóvenes que han venido de otras comunidades y que han acabado teniendo sus hijos aquí. Son las que nos están ayudando a que la tasa de reemplazo se mantenga», cuenta.
Otro factor es la incertidumbre económica que sienten los ciudadanos, a pesar de que crea que se «han mejorado las condiciones laborales». Por último está la necesidad de que se cumplan las políticas de conciliación para que las mujeres «no sientan que por tener un bebé van a perder su carrera laboral». «Muchas temen por no tener las mismas oportunidades, sea por tener que pedir una reducción de jornada o una excedencia para el cuidado de los niños. Se deberían garantizar siempre esos derechos», dice.
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