Panorama desolador
El anuncio de la convocatoria electoral llegó emparedado en medio del primer mitin de cara al 28 de abril que se ha celebrado en la Moncloa
El anuncio de la convocatoria electoral llegó emparedado en medio del primer mitin de cara al 28 de abril que se ha celebrado en ... la Moncloa. Casi tres cuartos de hora dedicados a glosar lo que ha hecho y a identificar quién le ha impedido hacer lo que le hubiera gustado hacer. Segunda sorpresa, el todavía presidente no lanzó ni un solo reproche a los partidos independentistas catalanes que son quienes, en definitiva, le han tumbado. Eso se llama preparar el futuro con antelación y por eso volcó toda su artillería hacia la derecha, ese eje del mal formado por PP, C's y Vox. Pablo Casado, por su parte y para compensar, ensayó su primer mitin en el que Cataluña estuvo omnipresente. Ya sabemos por donde va a ir la campaña.
Dada su situación parlamentaria, la decisión de adelantar las elecciones era, casi, inevitable, pero elegir una fecha tan mala sí se podía haber evitado. A Sánchez le pudo el interés, el suyo y el de sus barones. Convocar a las urnas a los españoles dos veces en treinta días y someterles, por tanto, a un estrés político y social de más de tres meses de duración no se le ocurre a nadie con un mínimo de sensibilidad que piense más en la gente que en sus intereses partidistas. A todos los dirigentes se les llena la boca hablando de sus desvelos por la gente, pero seguro que recuerdan aquello de «Díme de que presumes y te diré de qué careces».
En el apartado de logros mencionó en primer lugar la subida de las pensiones, la del salario de los funcionarios y la del mínimo. Me parece lógico, aunque siempre he pensado que tiene más mérito el que lo paga que quien estampa su firma en el decreto que lo ordena. La lista de temas inconclusos es muy larga, pero yo me quedaría con la reforma educativa que no verá la luz, con el Pacto de Toledo que, una vez más, pasapalabra y con la imposible demolición de las leyes laborales, lo que quizás sea la única buena noticia entre tanto alboroto.
La política ha perdido una oportunidad de oro de servir al país. En un año en el que la desaceleración económica amenaza y el déficit público crecerá por la presión de los gastos sin el alivio de los ingresos los políticos se dedicará a zurrarse sin piedad y a mantenernos entretenidos en una campaña extenuante por lo interminable. Sin olvidar, que tras las elecciones, habrá que formar gobierno y hacerlo con un Parlamento que estará, más o menos, igual de fragmentado y crispado que el actual.
Visto desde el mundo de la economía, tenemos por delante un panorama desolador. Todos los candidatos se van a preocupar de su futuro, aunque aseguren una y otra vez que lo harán por el nuestro. La economía necesita sosiego y tranquilidad; previsión y confianza. ¿Cree usted que lo tendremos? Pues a vez si me convence.
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