Euskadi vuelve a las urnas para dirimir las pugnas PSOE-PP y PNV-Bildu

La nueva cita con las urnas llega apenas dos meses después de las municipales y forales, que redibujaron el mapa sociopolítico de la comunidad. El 28-M volvió a situar a los jeltzales como primera fuerza, sí, pero esta vez con una pérdida generalizada de apoyos frente a la pujanza de la coalición soberanista. La reducción de esa brecha ha disparado las expectativas de la formación de Arnaldo Otegi, que trata de establecer ya el marco de un «cambio de ciclo» cuando en el horizonte ya asoman los comicios autonómicos de 2024. Previsiblemente, y salvo adelanto, se celebrarán el 9 de junio, coincidiendo con las europeas.

La lectura del escrutinio de esta noche hay que hacerla, en todo caso, con suma cautela. Históricamente las generales en Euskadi no se han correspondido de manera directa con el resto de convocatorias electorales. Existe un voto dual que beneficia a los partidos de implantación nacional, espoleados por una campaña de carácter netamente presidencialista, y perjudica a las formaciones periféricas, que luchan por asomar la cabeza para poder condicionar después los gobiernos resultantes. Por tanto, la traslación de la fotografía de hoy a las vascas del año que viene no podrá ser matemática, sino que tendrá matices.

Sí servirá de forma fidedigna, en cambio, para confirmar o desechar tendencias y, sobre todo, para evaluar la actuación de los partidos vascos en esta última legislatura plagada de sobresaltos como la pandemia y los efectos de la invasión rusa de Ucrania. No se debe obviar que 17 de los 18 diputados y los 12 senadores -además de los tres de designación autonómica que no están en juego hoy- que pertenecen a Bizkaia, Álava y Gipuzkoa han servido como sustento del Ejecutivo de coalición. Además de los representantes de PSE-EE y Unidas Podemos, los de PNV y EH Bildu también han apuntalado la gobernabilidad mientras competían sin disimulo por el rol de 'conseguidor' vasco en Madrid.

Las formaciones llegan a la cita de hoy alineadas en torno a tres posiciones. Los votos a PSE-EE, EH Bildu y Sumar servirán para tratar de reeditar el Gabinete de Sánchez con la nueva plataforma de Yolanda Díaz; el PP se erige en única alternativa para que La Moncloa cambie de inquilino tras cinco años; y, en medio, el PNV se resiste a decantarse por uno u otro bloque y deja la puerta abierta a ambos en nombre de «los intereses de Euskadi». Sabin Etxea advierte, eso sí, de que no participará en ninguna fórmula que implique a Vox y, por el otro lado, avisa al actual mandatario socialista de que no dispondrá de un «cheque en blanco», sino que exigirá «garantías» para el cumplimiento de los acuerdos.

En este escenario, los sondeos auguran una intensa lucha. La encuesta de GAD3 para EL CORREO, publicada hace una semana, dibujaba un empate a cinco escaños entre PNV y EH Bildu frente al 6-4 de los anteriores comicios. El cambio se produciría en Bizkaia, donde los soberanistas alcanzarían su segundo asiento a costa del tercero de los jeltzales. Por detrás, el PSE-EE aguantaría el tirón con 4 escaños e incluso optaría a uno más por Gipuzkoa en detrimento de Sumar, que con 2 diputados no lograría igualar los resultados de Unidas Podemos. El PP, por su parte, está en disposición de duplicar su representación actual recuperando el escaño perdido en Álava.