El madrugón de los suplentes: «¡Hay hasta penas de cárcel!»
Seis bilbaínos designados suplentes de mesa han esperado hasta el último minuto para ver si su presencia era necesaria
Ser segundo es un arte de difícil aprendizaje y ejercicio, aunque se pueda pensar lo contrario. Estar a la vera del primero es tocar la ... viola enfrente del violín solista, es una ciudad de primera con un aeropuerto de segunda, es el veraneo de septiembre, pertenecer a un capítulo de ciencias que nunca daba tiempo de leer en clase y a la letra pequeña de los contratos de trabajo. Significa quedarse a un número del Gordo en el sorteo del Niño o en la bolsa de trabajo de una oposición. Julieta Cardona, Mikel Gardiazabal, Arantza Gorordo, Oscar Fernández, Teresa Guijarro y Juan Alberto Ruiz tenían hoy la misión de ser segundos, sustitutos o suplentes, de los cargos titulares (presidente, vocal primero y vocal segundo) en algunas de las 358 mesas electorales que a las ocho y media de esta mañana se han constituido en los 44 colegios electorales de Bilbao.
Como a otras 1.068 bilbaínos más, un sorteo público les designó hace tres semanas como valedores del fundamental proceso de cualquier democracia, la votación. Las mesas las forman ciudadanos que deben presidir el acto del sufragio, controlar el desarrollo de la misma y realizar el recuento y el escrutinio. En el bombo del sorteo entran todos los censados en el municipio de entre 18 y 70 años. Hay dos suplentes por cada miembro. Es decir, dos por cada uno de los vocales y otros dos para el presidente. En total, cinco personas tienen la tarea de actuar como alter ego de los titulares si estos, por los motivos que sean, no se presentan. Si finalmente no tienen que quedarse, los suplentes no tienen los mismos derechos que los titulares. Su obligación es estar a las ocho de la mañana en el acto de constitución de la mesa. Si no son necesarios se pueden ir. No cobran la dieta de 65 euros asignada a los titulares ni su circunstancia está protegida por el sistema de la Seguridad Social. Vamos, que no tienen derecho a la reducción de cinco horas de trabajo en su jornada del día siguiente.
Habrá quien se pregunte. ¿Y si el presidente o los vocales de la mesa se ausentan para irse a comer? Lo que sucede es que en todo momento tiene que haber en la sala al menos dos miembros de la mesa. Un titular se sustituye con los otros dos. No es necesario que los sustitutos estén localizables el resto del día. Así que a estar seis personas nadie les ha quitado el madrugón y, aunque se han tenido que ir a casa con las mismas, sin que su presencia fuera necesaria porque no se han visto obligados a suplir a nadie, se lo han tomado con deportividad. Julieta Carmona, 51 años, natural de Colombia, ha sido la primera en llegar al Instituto Unamuno de Bilbao, antes incluso que muchos interventores de los partidos políticos. «Esto es una cita importante y quería ser puntual. Llevo muchos años viviendo aquí y no me había tocado nunca. En mi país, Colombia, sí, muchas veces. Allí no pagan aunque seas titular de la mesa, aunque sí tienes derecho a un día libre», explica esta mujer que trabaja como empleada doméstica en una casa. Julieta era segunda suplente y lo cierto es que había pocas posibilidades de que se quedara. «No tengo hijos así que no me ha supuesto ningún quebradero de cabeza. Los domingos madrugo como el resto de los días y salgo a pasear. Hoy no cambiaré mi plan», indica.
Mikel Gardiazabal, bilbaíno de 30 años, que trabaja como comercial, era segundo suplente del primer vocal. Ha estado alerta hasta el último minuto, porque el titular y el primer sustituto no han llegado a la hora. Finalmente, ha respirado «aliviado» porque no tenía que quedarse. «Prefiero irme a casa. Tengo otras cosas mejores que hacer. Me tocó hace un par de años ser presidente de una mesa y estar hasta las diez u once de la noche no te lo quita nadie. Me han dicho que es una mesa que suele constituirse tarde», comenta. «Venía mentalizado, porque desde que te llega la notificación tienes tiempo de hacerte a la idea, pero no me apetece nada». Sus deseos se han cumplido finalmente. Arantza Gorordo (Bilbao, 62 años), sustituta del primer vocal, ha desayunado «bien» por si acaso tenía que quedarse, aunque también esperaba poder ausentarse. «No le veo atractivo. Estuve tres años como interventora cuando se hicieron las primeras elecciones, en el año 79, cuando yo vivía en Madrid. A los estudiantes nos pagaban. A una de ellas le daba pecho y, como mi marido estaba desplazado tuve que llevar un certificado de su empresa. Fue un buen marrón».
Oscar Fernández, basauritarra domiciliado en Bilbao de 46 años, ha podido cumplir su deseo de subir al Ganekogorta, porque su presencia no ha sido requerida. «Este es el colegio de mi hija, que tiene 16 años, y es como cuando vengo a una reunión con el tutor. Ella se ha quedado más feliz que una perdiz dormida en casa», señala este hombre que no ha sido primer vocal por los pelos. Oscar, de profesión mecánico, era segundo suplente y ha sido necesario el primero. «Hace quince años me tocó ser vocal. Una buena experiencia, pero te corta el domingo». A Teresa Guijarro, de 64 años, es la tercera vez que le toca ser 'segunda'. «Ya le dije al cartero, ¿qué pasa que les encanta mi nombre?'». Aquejada de lumbago, prefería no quedarse. «Tantas horas sentada... Pero si toca, toca», advertía con resignación. Juan Alberto Ruiz, bilbaíno de 56 años, no se ha atrevido a hacer novillos. Bastante susto se llevó cuando le llegó la notificación a casa, «pensé que era otra multa de tráfico». «He leído la letra pequeña y hay penas de cárcel y todo si no te presentas», indicaba. También ha tenido que emprender el camino de vuelta a casa. «Si le digo la verdad, no me hubiera gustado quedarme. Alguna vez he oído que ser parte de la mesa podía ser voluntario. No estoy de acuerdo, ¿cuánta gente cree que se presentaría? El sistema está bien así. La gente que viene no lo hace por los 65 euros que te dan».
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