El territorio se ha reactivado con fuerza tras la pandemia, asido al auge del turismo, la industria tradicional y la pujanza de las nuevas tecnológicas. Óscar Calero

Bizkaia está de moda, pero envejece y urge meterle otra marcha

Prosperamos... pero no todos ·

El territorio afronta una recuperación desigual tras la pandemia y no halla solución al invierno demográfico

Jueves, 25 de mayo 2023, 01:19

El 'boom' que inició la apertura del Guggenheim hace veinticinco años lo han acabado rematando el cine y las series. Y el BBK Live. Y la alta cocina. Y la salida del Tour, que volverá a poner el territorio en el mapa a comienzos de julio. El gigantesco cambio de paradigma, que se ha acelerado desde el final del terrorismo, es un hecho: Bizkaia ya no es conocida internacionalmente por su industria pesada, sino por el museo de titanio que ideó Gehry y por el desembarco de Daenerys Targaryen y 'Juego de Tronos' en San Juan de Gaztelugatxe.

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Bilbao rompió el curso pasado la barrera del millón de turistas, y no parece que vaya a ser la última marca que se pulverice. Solo los más escépticos pueden dudar ya de que vivimos en un territorio que está de moda y que, tras el terremoto de la pandemia, ha resurgido con más fuerza que otros gracias al golpe de timón que supuso antaño la apuesta por el sector servicios. También por la progresiva reconversión industrial hacia las empresas cualificadas y de alta tecnología. Está la Diputación empeñada en que nos conozcan en el futuro como «el Silicon Valley europeo», pero esa es otra historia sobre la que tocará ir haciendo balance a su debido tiempo. A las puertas de las elecciones municipales y forales de 2027, por poner una fecha.

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De momento, la Bizkaia que acude a las urnas este domingo lo hace con una sensación generalizada de bienestar. Según la encuesta elaborada recientemente por Ikerfel para EL CORREO, el 86% de la ciudadanía cree que en el territorio la calidad de vida es alta. Aunque el impacto generado por la invasión de Ucrania sobre la cesta de la compra, la gasolina y mil cosas más está ahí, no impide que la tasa de paro ronde ahora mismo mínimos históricos -9,8%-, prácticamente la mitad que hace ocho años. En este periodo la renta media ha crecido más de 2.600 euros, y el Producto Interior Bruto, un 22%. Muy por encima de la media nacional.

La recaudación también está rompiendo récords. La Hacienda foral ingresó el ejercicio pasado 8.803 millones, un 8,2% más. Aclaremos que no se ha elevado la presión fiscal, sino que es la consecuencia de que haya un mayor número de cotizantes que hacen la declaración y más empresas pagando el Impuesto de Sociedades. Mención aparte requiere el arreón del IVA por la disparatada inflación. Una suma millonaria, en resumen, que parece garantizar el sostenimiento de los servicios públicos a medio plazo y una mayor inversión en el caso de que fuera necesaria. Que lo será, entre otros, en el ámbito de los cuidados a mayores y dependientes.

Hasta aquí, todo bien. Bizkaia ha recuperado la senda alcista previa al Covid y, con todas las reservas, hay bonanza a la vista. La cosa es que si se rasca un poco, el barniz del éxito se desconcha y aparecen ciertos problemas de enjundia . La precariedad laboral, el desempleo juvenil, la tasas de pobreza y de personas 'sin techo', el auge de la violencia machista y la sexual, los delitos de odio, el alto precio de la vivienda, la inseguridad...

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En un lustro se ha elevado la renta per cápita, pero falta vivienda y crece el paro juvenil, la violencia machista y la inseguridad

De treintañeros a cuarentones

Pero, especialmente, amenazan dos asuntos. El primero es la ausencia de soluciones para un invierno demográfico que va a más y puede tornar en era glacial. Compromete el sistema de bienestar y la senda de progreso. El segundo se refiere a la desigualdad territorial. Existe un problema de conectividad en ciertas zonas. No es lo mismo residir en Getxo que en Balmaseda, en Zamudio que en Sestao. La ciudadanía vizcaína viene mejorando su situación durante las últimas décadas, pero no en todos lados. Se trata de una brecha cronificada.

Vayamos por partes. Anteayer el Instituto Nacional de Estadística anunció que Bizkaia acaba de alcanzar su récord de población en lo que va de siglo. Significa que somos 1.156.541 habitantes, 500 más que en 2011... pero 37.000 menos que hace cuarenta años. La situación no es peor gracias a la llegada de inmigrantes extranjeros -125.000 ahora mismo frente a los 16.000 de los 90-. Advierten las instituciones de que, si no se les ayuda a especializarse, su formación no permitirá cubrir a largo plazo los puestos cualificados de la industria territorial. De momento, sostienen el mercado laboral. Y tiran de la natalidad.

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Ahí está el gran agujero. Hace mucho ya que fallece más gente de la que nace, una tendencia que irá a más por el envejecimiento poblacional. En 2019 un compañero de este periódico anunció que en Bilbao ya hay más perros que bebés. A primera vista sonaba gracioso, pero es un descalabro. Para ser concretos: Euskadi está a la cola de la natalidad en Europa, y Bizkaia a la cola en Euskadi. Las mujeres tienen ahora mismo una media de 1,17 bebés frente a los 1,7 de la UE y los 2,1 que garantizan el relevo generacional.

¿Razones? Se repiten hasta la saciedad, pero no tienen visos de corregirse pese a que el asunto ha sido elevado a problema de primer orden. El retraso en la emancipación, las complicaciones para acceder a una casa, los problemas para conciliar, los nuevos hábitos sociales... En 2022 solo siete municipios de Bizkaia tuvieron un saldo vegetativo positivo, todos pequeños. Frente a los 7.000 partos de media que se vienen registrando anualmente durante el último lustro hay casi 12.000 defunciones. La esperanza de vida es de 83,6 años, casi tres más en dos décadas, y la edad media es de 46,6 años. En los 90 la mayor parte de los vizcaínos eran treintañeros.

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El envejecimiento es especialmente acentuado en las comarcas de Las Encantaciones, Busturialdea y Lea Artibai. Quédense con los nombres, porque lideran la mayoría de los rankings territoriales negativos. Según un informe elaborado por el Centro de Estudios Iseak para la Diputación, tienen la renta personal más baja de Bizkaia, la menor tasa de actividad y los peores datos de formación media y superior. Todo esto no es casual, es la doble velocidad.

Bizkaia consiguió salir, en general, bien parada de la reconversión industrial y ahora mismo es uno de los territorios de España más próspero -el cuarto, para ser exactos-. Pero la alegría va, literalmente, por barrios. Señalan los expertos de Iseak, en base a datos del Eustat, que hay tres tipos de comarcas: las que están «en auge», las que se mantienen «estables» y las que parecen «estancadas o en declive». En el primer grupo se encuentran las zonas de Uribe y el Txorierri. Todos sus municipios han ganado población y renta percápita. En los 90 el sector servicios ya tenía un peso considerable y la industria tradicional ha dejado paso a servicios de alta cualificación. Un salto adelante sencillo.

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Un círculo vicioso

El segundo abarca Bilbao y su metrópoli, que absorbe la potencia máxima del turismo y es el corazón financiero de Bizkaia, pero también registra tasas elevadísimas de desigualdad y desempleo. Lo provoca, sobre todo, la desaparición de las metalurgias de la Margen Izquierda, y tiene el mayor ratio de inmigrantes. En este grupo se incluyen también Arratia-Nervión y el Duranguesado porque mantienen un elevado peso industrial en sus economías y han abierto la puerta a la especialización acogiendo la sede de algunas tecnológicas.

El tercer pack es el de Las Encartaciones, Lea Artibai y Busturialdea. Salen peor paradas porque sus industrias históricas -madereras, papeleras y alimentarias-, la construcción y el trabajo agrícola, marítimo y forestal han perdido punch. Los nuevos proyectos laborales «no han compensado» la pérdida y les abocan a un círculo vicioso. Ante la falta de oportunidades laborales, y unas comunicaciones mejorables, la población más formada emigra. Una fuga de talento que no compensan los inmigrantes, salvo en pueblos puntuales, porque prefieren zonas con más oportunidades. Se queda la población envejecida, un panorama que ahuyenta a los emprendedores.

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En su contexto

  • 1.156.541 habitantes tiene el territorio ahora mismo, la cifra más alta en lo que va de siglo pero 37.000 menos que a comienzos de los años 80.

  • 9,8% es la tasa de paro, uno de los datos más bajos de la historia. Hace ocho años era el doble y en los 90 llegó al 30% en las zonas desindustrializadas.

  • 125.000 inmigrantes extranjeros viven en Bizkaia. En los 90 eran apenas 16.000.

  • 1,17 bebés tienen de media las mujeres. La tasa que garantiza el relevo generacional es de 2,1.

  • 3 comarcas vizcaínas están «estancadas o en declive»: Las Encartaciones, Busturialdea y Lea Artibai.

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