Cambio de paradigma
La noche electoral prometía y no ha defraudado las expectativas -ni mitigado los temores- de quienes han configurado sus estrategias de campaña en base al ... presagio de que estos comicios municipales y forales iban a ser mucho más que eso, haciendo una doble y hasta una triple lectura de los mismos en clave de prospectiva de voto, tanto para las elecciones generales de diciembre, como para las autonómicas de 2024.
En lo que a Euskadi respecta, el primer dato significativo es que casi la mitad del electorado vasco (el 48,7%) haya decidido quedarse en casa. Lo cual debería de hacer reflexionar, como poco, a quienes han estado lanzando insistentes mensajes destinados a movilizar el voto de indecisos y abstencionistas sin lograrlo, a la vez que decidían subir los decibelios de una campaña cada vez más crispada y más sucia, centrada en la aniquilación de la credibilidad del adversario, sin caer en la cuenta de que apostar por una estrategia de confrontación planteada en términos de 'buenos y malos', lejos de seducir a un electorado con un importante grado de desafección respecto a la política y singularmente respecto de quienes han ejercido el poder de forma ininterrumpida -con el desgaste que ello conlleva- lo retrae, como en efecto así ha sucedido.
La abstención ha alcanzado máximos históricos y lo que tanto temían los jeltzales ha terminado por ser una profecía autocumplida pues, a expensas de cómo quede el reparto institucional tras los pactos postelectorales, basta echar un vistazo a lo que dijeron ayer las urnas para entender que estas elecciones han tenido un claro ganador y, esta vez, no es el PNV. Lo cual supone un cambio sustancial de paradigma, en la medida en que redibuja el mapa político de una Euskadi más bipartidista que nunca, con las dos grandes formaciones de obediencia y tradición nacionalista polarizando el voto de forma mayoritaria, pero también más social y de izquierda, con los socialistas aguantando el tirón en los municipios donde gobiernan y la enérgica irrupción de EH Bildu, siendo la formación que más crece en los tres territorios vascos, así como en Navarra, con lo que logra legitimarse como una alternativa real de gobierno frente a su eterno rival de cara a las futuras citas electorales que nos aguardan.
Hace bien el máximo líder del PNV en reconocer la necesidad de hacer autocrítica pues aunque en el cómputo global siga siendo la fuerza más votada, los resultados cosechados por los de Ortuzar no son, por mucho, los que las encuestas les auguraban, especialmente en Bizkaia, su feudo tradicional, donde Juan Mari Aburto no solo no consigue la mayoría absoluta sino que pierde hasta dos concejales y Elixabete Etxanobe obtiene menos escaños que Unai Rementeria; o en Vitoria, donde retroceden hasta la cuarta posición con la candidatura de Beatriz Artolazabal. De ahí las caras de circunstancia anoche en Sabin Etxea. Mientras, por el contrario, la alegría desbordaba a los de Arnaldo Otegi en Tabakalera, que cada vez se ven más cerca de Ajuria Enea.
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