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Dice el Colegio de Registradores que solo el 6,5% de las empresas que entran en concurso de acreedores lo supera. ¿Se puede dar la vuelta a un futuro tan negro? La respuesta es que sí. Superar un proceso concursal es posible. Y además, la receta no contiene grandes extravagancias ni ingredientes exóticos.

Lo primero es que la empresa no deje de ser una empresa. Con productos de calidad y prestigio entre sus clientes. En nuestro caso, la empresa estaba atravesando una época muy complicada, pero tenía potencial. Así que una sociedad integrada por inversores vascos vio en dicha empresa esa capacidad que ahora se está demostrando que tiene. Presentaron un plan de viabilidad y de inversiones -que ya se está empezando a materializar-, y pusieron al frente a un equipo solvente y con muchas ganas. Pero ojo, el esfuerzo no solo se hizo de una parte. Fue vital e imprescindible el acuerdo firmado con los trabajadores, y sus renuncias, para poner en marcha el proyecto.

Con el acuerdo firmado y la sentencia del juez a favor del proyecto actual, tocaba ponerse manos a la obra. Atrás quedaba un proceso durísimo y muchas heridas abiertas. Pero empezaba una nueva etapa en la que eran absolutamente necesarias dos cosas.

La primera, pasar página. Hay que caminar ligero de equipaje para avanzar a buena velocidad. Y ahí he de reconocer que la plantilla ha tenido un comportamiento y una madurez ejemplar.

La segunda, generar ilusión. Es vital para que un proyecto se materialice. Hasta el más cuadriculado de los pareceres sabe que para que una idea cuaje necesitamos concentrar toda nuestra fuerza en la consecución de un objetivo. La magia de creer en aquello que no existe y tener un motivo para levantarnos cada mañana mueve montañas. Necesitábamos esa fuerza para revertirla en lo que hacemos. Nuestra ilusión es materia prima de nuestros vasos y copas. Porque queremos que esta empresa industrial y centenaria, de esas que está en peligro de extinción, siga batiendo récord en todos los sentidos: en antigüedad, en superación de obstáculos, en consecución de retos, en calidad, en facturación, en clientes, etc.

También sabemos que para recibir hay que dar. Vamos a poner la planta al día con inversiones importantes a las que sumaremos nuestro esfuerzo, nuestro trabajo y nuestra ilusión. De todos. Propiedad, gestores y plantilla de trabajadores. Si tú que me estás leyendo, o tu empresa, estáis pasando por un mal momento, piensa que en Vicrila podemos constatar que a veces, lo del final del túnel que parecía un reflejo remoto puede ser luz.

Vicrila acaba de superar la crisis más cruda de su historia. Dos años de proceso concursal en el que han rozado el cierre total con la yema de sus dedos.

Esta empresa internacional del sector del vidrio con 128 años de historia a sus espaldas fabrica copas y vasos de día y de noche. Sin descanso. No quiere parar, quiere vivir para contarlo.

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