«Vietnam recuerda a la China de principios de siglo, que te recibía con los brazos abiertos»
El hostelero Willy Trullás, que construyó un pequeño imperio en Shanghái, sigue los flujos de inversión globales y diversifica en el sudeste asiático
zigor aldama
Domingo, 2 de agosto 2020, 02:35
A menudo se utilizan datos macroeconómicos y decisiones de grandes multinacionales para explicar las tendencias de los flujos de inversión en el mundo globalizado. Pero también hay pequeñas empresas que reflejan bien estos movimientos estratégicos. Buena muestra de ello es Guillermo -Willy- Trullás, el chef catalán que dejó los fogones para construir un pequeño imperio en Shanghái. Aterrizó con el furor de los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008, y llegó a regentar seis establecimientos en la capital económica de China.
Ahora, sin embargo, repliega sus inversiones en el gigante asiático para diversificar el riesgo en un momento peliagudo y acometer mercados del sudeste asiático. En Shanghái mantiene dos restaurantes -Tomatito y El Willy inicial, ahora en obras-, pero ha cerrado el resto para abrir otros dos en Hong Kong, un par más en Vietnam, y un último en Manila. Y a la cocina mediterránea de estilo desenfadado que ha cautivado los paladares asiáticos suma una compañía de alimentación con la que importa sobre todo productos agroalimentarios españoles.
- ¿Por qué ese repliegue en China?
- Empezamos a ver cambios bastante radicales hace unos cinco años. La primera época de los expatriados acabó y el mercado vivió una rápida transformación. Antes los márgenes eran mucho más altos, había menos competencia, y, si te iba bien, recuperabas la inversión en un año. Ahora sigue habiendo oportunidades, pero Shanghái se ha saturado, es mucho más caro, y con suerte tardas tres años en rentabilizar el proyecto. Así que, en esa coyuntura, comenzamos a pensar en diversificar para evitar tener todos los huevos en la misma cesta.
- ¿Es China un país cada vez más hostil con las empresas extranjeras, como denuncian diferentes instituciones?
- Las cosas como son. China, en un momento dado, abrió las puertas de par en par porque necesitaba inversión y talento del extranjero para desarrollar la economía. Siempre ha sido un país muy nacionalista y cerrado, y, ahora que ya ha adquirido ese conocimiento, no tiene interés en que las empresas extranjeras vengan, salvo que pertenezcan a sectores tecnológicos punteros. Y ya veremos por cuánto tiempo. Para el resto, entrar en China requiere mucho más músculo y es mucho más complicado. Sin embargo, mercados como Vietnam recuerdan a la China de principios de siglo, que te recibía con los brazos abiertos.
- Sin duda, parece que está teniendo éxito en su estrategia para atraer inversión que sale de China.
- Sí, Vietnam pone muchas facilidades en aspectos como la obtención de licencias y, para diferentes industrias, el hecho de que la mano de obra sea más barata es un incentivo importante. A nosotros nos permite reducir riesgos como el que suponen las fluctuaciones en el cambio de las diferentes divisas y acceder a otras economías en auge del continente. Además, me gustan los retos.
- China marca el rumbo en Asia. ¿Cómo ha cambiado su clientela en esta última década?
- Ahora es mucho más sofisticada y joven. Además, si cuando empezamos la mayoría de los comensales eran extranjeros, ahora son sobre todo chinos. Es reflejo de cómo ha cambiado el mundo. Y ya no son aquellos empresarios extravagantes que en sus reuniones con el Gobierno gastaban muchísimo en productos caros. Las campañas anticorrupción acabaron con eso, y ahora tenemos muchos 'millennials' de clase media que han estudiado fuera y que están familiarizados con los sabores y las texturas de nuestra cocina. Ya no hay que hacer paellas con el arroz pasado y soso. En Vietnam, sin embargo, todavía estamos en esa fase inicial de educar al cliente.
- Está en una situación privilegiada para analizar las medidas que diferentes países toman para paliar los efectos del coronavirus. ¿Qué valoración hace?
- Se han tomado decisiones muy diferentes. En Filipinas y en Vietnam -que no ha registrado ninguna víctima mortal durante la pandemia-, el Gobierno no ha ayudado nada, ni se ha incentivado el consumo. En Shanghái, sin embargo, se han diferido los pagos a la Seguridad Social y se han reducido los impuestos -la hostelería ha estado exenta de IVA-. Pero donde más se está ayudando al sector servicios es en Hong Kong. Nos han dado en efectivo subsidios de 250.000 dólares de Hong Kong (28.000 euros) por cada restaurante y una ayuda de 900.000 (100.000 euros) para pagar las nóminas de los próximos meses. Y todavía puede que ofrezcan más debido al nuevo brote.