¿Quién es el dueño de Shein, la marca china de ropa que está de moda, y cuál es su fortuna?

No es el más rico del mundo. Ni siquiera de su país, China. Pero sí ha logrado convertirse en el gran empresario más enigmático y escurridizo. Se sabe que su nombre es Xy Yangtian, aunque más allá de las fronteras chinas se le conoce como Chris Xu. También que en apenas una década ha levantado de la nada un imperio de la moda que ha llegado a valorarse en 100.000 millones de dólares, y que cautiva a cientos de millones de consumidores de todo el planeta con su inabarcable y cambiante gama de prendas 'low cost'.

Poco más trasciende del fundador de Shein, alérgico a todo tipo de exposición pública y que, por supuesto, jamás concede entrevistas. Ni siquiera está claro dónde nació. Los portavoces oficiales de la marca dicen que vino al mundo el 1984 en Shandong, población del este de China. Y que se formó en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Qingdao. Pero, según una investigación de 'The Guardian', también es posible que se trate de un ciudadano chino-estadounidense con estudios en la Universidad George Washington.

En algunos medios de comunicación chinos se le describe como un joven de origen más que humilde obligado a trabajar para costearse los estudios. Una leyenda más de hombre hecho a sí mismo, aunque diversas teorías proyectan numerosas sombras sobre su figura.

Una de ellas habla de traición a sus compañeros de andadura en sus primeros pasos como empresario. Xu constituyó un negocio de comercio electrónico, llamado Nanjing Dianwei Information Technology con dos socios, Wan Xiaohu (con una participación igual a la de Xu), y Li Peng, consultor de la empresa con un 10% de las participaciones.

El negocio consistía en vender prácticamente cualquier cosa, al estilo de Amazon o AliExpress. Su modelo de negocio se basaba en satisfacer, mediante pequeños proveedores y de forma casi inmediata, los pedidos de los clientes. Para ello se basaban en un potente motor de búsqueda y en las habilidades SEO de Xu. Según declaró Li Peng en una entrevista con 'Wired' se trataba de vender «grandes cantidades con márgenes bajos».

El germen de Shein nacería tres años más tarde, en 2011, con la creación de SheInside, una empresa minorista de vestidos de novia en internet. En este punto la realidad se vuelve nebulosa, con distintas teorías sobre la evolución del nuevo negocio y su relación con los otros dos socios. Una de ellas, respaldada por declaraciones del propio Li, dice que Xu les echó de la empresa. Sin embargo, un portavoz de Shein aseguró a 'The Guardian' que ni Wang ni Lei fueron nunca socios de SheInside.

Sea como fuere, en 2015 la compañía se convirtió definitivamente en Shein. La sede fue trasladada de Nanjing a Guangzhou, y allí desarrolló el actual modelo de negocio que ha llevado a Shein a un arrollador éxito planetario. Formó un equipo de jóvenes trabajadores recién graduados para rastrear internet en busca de las últimas y más populares tendencias en moda, aunque también creó su equipo de diseño propio.

El otro gran pilar del éxito de Shein se basa en su omnipresencia en Internet, no sólo con anuncios, sino con una amplia red de 'influencers' que rebotan el eco de la firma por el universo web: 'celebrities' y redes sociales, con especial atención a TikTok.

Así llega a cientos de millones de jóvenes de todo el mundo, su gran masa crítica, hechizados por el vasto catálogo y los precios casi irrisorios de las prendas. Un aspecto, este último, que siempre despierta fundadas sospechas sobre las prácticas laborales aplicadas a lo largo de su cadena de suministro. Por si fuera poco, Shein también ha sido acusada en numerosas ocasiones de plagio.

La realidad innegable es que la firma se ha aupado al trono de la moda ultrarrápida, que emplea a unas 10.000 personas, con clientes en más de 150 países y ventas anuales de unos 11.000 millones de dólares.

En 2022 la compañía alcanzó una valoración de 100.000 millones de dólares, aunque en sólo un año ha caído hasta los 66.000 millones, fruto en parte por el descenso de cotización de las empresa tecnológicas -y Shein lo es en buena medida-, pero también por las malas prácticas empresariales y medioambientales de las que le acusan.

En cuanto a Xu, posee una fortuna de casi 9.500 millones de euros según Forbes. No llega, ni de lejos, a los aproximadamente 65.000 millones de dólares de Zhong Shanshan, propietario de una compañía de agua embotellada y fabricante de distintos productos médicos. Ni tampoco a los 35.000 millones de Zhang Yiming, fundador de ByteDance, matriz de TikTok. Quizá esa enorme diferencia sea el precio de la invisibilidad.