'Por qué los ricos'... «si son tan imbéciles como los pobres»

No habrá muchos discos que encajen tan bien en esta sección como 'Pateando piedras', el segundo álbum del trío chileno Los Prisioneros. Prácticamente la mitad de sus diez temas tienen un contacto más o menos directo con la economía: ahí está el primero, 'Muevan las industrias', sobre el desempleo, o el inequívoco 'Quieren dinero', que retrata la obsesión del sistema capitalista por el enriquecimiento, o el conocidísimo en su país 'El baile de los que sobran', donde denuncian los impedimentos que afrontan los jóvenes de clase baja a la hora de acceder a la universidad. Y lo más llamativo, lo que roza lo increíble, es que este disco a la vez crítico y descreído se publicase en 1986, cuando Chile estaba gobernada aún por el dictador Augusto Pinochet, nada amigo de estas expansiones contestatarias.

Los Prisioneros, surgidos de una barriada obrera de Santiago, fueron uno de los grupos pioneros del rock en español en su país, donde la mayoría de los grupos seguían empeñados en cantar letras en inglés. A su conciencia ideológica se sumaba una sorprendente inquietud estilística, que les hizo saltar ágilmente desde las claras influencias de The Clash de su primer álbum a la nueva ola con teclados del segundo. Triunfaron de forma masiva, pese a los obstáculos que el Gobierno y sus siniestros tentáculos fueron interponiendo en su camino: desde el veto en la Televisión Nacional hasta inquietantes amenazas de muerte a sus familias.

«Nosotros nos conocimos en pleno 'boom' económico y veíamos cómo la gente se volvía loca comprando y se hacían esos programas estelares en la televisión con viejos con frac. Un pequeño Hollywood en nuestro país que parecía reírse de ese gran porcentaje que es pobre en Chile y en nuestro continente», explicaba en su momento el líder de la banda, Jorge González, a la revista 'Mundo Diners Club'. Con esa rabia social se emparenta directamente 'Por qué los ricos', que denuncia los privilegios vinculados al dinero en un país como Chile, con unas clases dominantes afectas al poder y acostumbradas a obrar siempre a su antojo: «Con sus cuerpos llenos de comida / crecen como europeos / rubios y robustos», describe la canción, impregnada de cáustica ironía. Esa élite socioeconómica, denuncia la letra, puede comprar la educación superior, cuenta con la complicidad de la Iglesia e incluso se permite, de vez en cuando, frivolizar con postizas actitudes de rebeldía: «Allí van cruzando su ciudad, / taquillando en sus autos / o en el de su papá. / Disfrutando de la juventud, / del derecho de herederos / de los dueños de América del Sur. / A veces unos tienen ganas de igualar / forman entidades, juegan a luchar».

Pero lo que vuelve inolvidable la canción y la hace destacar dentro del rock contestatario es, sin duda, el estribillo, donde Los Prisioneros exhiben ese ramalazo escéptico y mordaz que siempre los caracterizó: «Por qué, por qué los ricos / tienen derecho a pasarlo tan bien / si son tan imbéciles como los pobres», plantean. A los miembros de la banda siempre les divirtió que muchos cachorros de las clases acomodadas coreasen con entusiasmo sus canciones («¿Qué mejor? Los criticamos, nos aplauden y compran nuestras cintas», se reía González en 'El País'), a la vez que evitaban siempre alinearse con la rebeldía ajena, a menudo tan dudosa: «Solo contamos lo que cualquiera siente. Hay gente que reclama contra la sociedad capitalista no porque se haya leído a Marx, sino porque simplemente no le alcanza la plata para comprar todo lo que la televisión le enseña que debiera tener para ser feliz».