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Las tecnologías de realidad aumentada permiten almacenar el comportamiento de un trabajador ante una máquina. E. c.
Psicología al servicio de la robótica

Psicología al servicio de la robótica

Tecnalia combina tecnologías de neurociencia, análisis de dato e Internet de las Cosas para mejorar la interacción entre humanos y robots en procesos industriales

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Jueves, 11 de febrero 2021, 00:56

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Los robots están presentes en cada vez más sectores de la economía, lo que no necesariamente se tiene que traducir en destrucción de empleos. Los llamados colaborativos necesitan interactuar con una persona para llevar a cabo sus labores. Ocurre que esa relación suele estar dominada, al menos de inicio, por el desconocimiento, la desconfianza e incluso el miedo del trabajador hacia la máquina. Mejorar la interacción entre humano y robot es uno de los objetivos del sistema que desarrolla Tecnalia en su laboratorio de Factores Humanos y Experiencia de Usuario.

El centro de investigación combina tecnologías de neurociencia, análisis de datos e Internet de las Cosas (IoT) para analizar y entender el comportamiento humano «teniendo en cuenta los procesos emocionales y cognitivos que entran en juego cuando se le presentan al usuario diferentes estímulos externos». Este conjunto de tecnologías se pueden aplicar en diferentes sectores. Por ejemplo en la Industria 4.0, donde los robots están muy presentes.

Tecnalia trabaja en este ámbito con Indumetal, empresa de reciclaje de equipos eléctricos y electrónicos. Hasta ahora las labores de la selección y separación de residuos peligrosos se hacen a mano. Pero la compañía vizcaína quiere introducir poco a poco robots que colaboren con humanos en esta tarea.

«Cuando se plantea algo así siempre hay miedo e incertidumbre respecto al robot: si te vas a poder comunicar con él de forma adecuada, o qué van a aportar», explica Dorleta Guarde, responsable de innovación de Indumetal. «Lo que hace Tecnalia es medir esas reacciones y prever cómo debe ser la programación del robot para que haya colaboración entre ambos», añade.

Para que esa interacción sea la mejor posible, es necesario en primer lugar definir un lenguaje común. «Por ejemplo, que cuando el trabajador levante la mano signifique que el robot debe avanzar. O que cuando cruce las manos sobre el pecho, haga otra cosa.. Consiste en definir un lenguaje que el robot sea capaz de interpretar», dice Guarde.

Por otro lado, «medimos la confianza del trabajador cuando colabora con la máquina. Imagina que trabajan en el desmontaje de aparatos electrónicos. El robot se pone de repente a cortar una chapa. El operario se puede asustar», explica Leire Bastida, investigadora de Tecnalia. El sistema desarrollado por el centro tecnológico cuenta con diferentes dispositivos para medir la reacción psicofisiolígica del trabajador, como por ejemplo las señales eléctricas que emite el cerebro.

«Si la confianza no es muy alta, se hará que el robot vaya más lento. O que avise del movimiento que va a hacer a continuación, por ejemplo con una flecha mostrada en una pantalla», dice Bastida. «Se trata de un clasificador de confianza entre usuario y robot. Una vez que la entendamos, podremos ayudar a personalizar el comportamiento del robot, y el de la máquina con la persona», añade.

Detectar estrés o fatiga

Además de identificar confianzas, el sistema desarrollado por Tecnalia puede detectar estrés o fatiga, lo que puede ser de gran ayuda para conductores de cualquier tipo de vehículos. «Si como conductor estoy fatigado, me puede costar ver un peatón en la carretera, o un piloto rojo en el salpicadero del vehículo que me avisa de algún problema. Todo esto se puede solucionar con parabrisas de realidad aumentada», explica la investigadora de Tecnalia. «O puede ser también que el sistema detecte que me estoy durmiendo. Entonces me envía una señal, como por ejemplo una vibración del volante.

Las señales psicofisiológicas pueden utilizarse además en el ámbito cultural, para evaluar las emociones e interés que despiertan los distintos elementos de una exposición en un museo, por ejemplo. «En el Museo Marítimo de Bilbao validábamos dónde se paraba más la gente, qué itinerario seguía, etc. Con esos datos se diseña mejor la ruta», asegura Bastida.

Sara Sillaurren, responsable del laboratorio de Factores Humanos y Experiencia del Usuario de Tecnalia, explica que «en lugar de preguntar al usuario u observarlo cuando utiliza un producto o servicio para saber cómo ha sido su experiencia, con la tecnología del laboratorio medimos lo que nos dice su sistema nervioso al presentarle diferentes estímulos». De esta forma se consiguen datos objetivos, «evitando sesgos derivados de la observación subjetiva del encuestador, de la valoración subjetiva del encuestado, e incluso de sus propias emociones»,

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